Por el Dr. Carlos Gherardi
Coincido con las limitaciones y criticas que la definición de salud ha recibido desde el mismo momento de su aparición hace más de sesenta años. Y resulta claro que hubo que hacerla aunque mas no fuera para definir el objetivo que la creación de una organización internacional dedicada al mismo demandaba en ese momento. Aunque en este complejo tema los límites de una definición sobre un concepto que comprende tantas variables sociales, éticas, médicas y epistemológicas siempre sufrirán el encierro de un conjunto de palabras, lo mejor sería no repetir el error con otro texto y en cambio precisar con reflexiones los alcances y limitaciones del concepto que todavía llamamos salud.
Los cambios ocurridos en la epidemiología de las enfermedades más frecuentes en la comunidad, la coexistencia con un imperativo tecnológico que no es patrimonio de la medicina sino de la civilización contemporánea, la creación de los “nuevos enfermos “ en el imaginario médico oficial y algunas cosas más, en mi criterio no modifican esencialmente el problema que analizamos.
Las virtudes de la definición original que siguen intactas son no creer que la salud es ausencia de enfermedad y extender su vigencia mas allá de lo físico. A partir de allí, la expresión “completo bienestar..” ya fue objetada desde siempre hasta con la impulsividad de Giovanni Berlinguer quien dijo que si alguien se presentaren Ginebra (sede de la OMS)y declarase yo gozo de un completo bienestar físico, mental y social se arriesgaría a ser considerado un extravagante y tal vez sería encerrado en un manicomio. Algunas otros anuncios de la OMS han sido utópicas y erróneas como la de preanunciar la erradicación de las enfermedades infecciosas, poco antes del SIDA, la fórmula Salud para Todos en el año 2000 y algunas declaraciones más.
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