Escepticemia, por Gonzalo Casino | 13 JUN 11

Espejos y espejismos

Sobre el reconocimiento de las emociones faciales y su lectura automatizada.
Autor/a: Gonzalo Casino Escepticemia

El reconocimiento de las emociones faciales es, literalmente, un juego de niños. Desde bien pequeños, todos los bebés aprenden a distinguir el estado de ánimo de sus padres escrutando sus caras. Enseguida reconocen si están contentos o enfadados, si ponen cara de asco o de sorpresa. El aprendizaje resulta rápido y sencillo porque la lectura de la gestualidad facial es una capacidad humana que parece grabada indeleblemente con el buril genético. Vemos caras en las nubes, en las manchas y por todas partes: así es nuestra naturaleza. El cerebro desarrolla esta capacidad sin aparente esfuerzo y por eso nos resulta en general relativamente fácil detectar cuándo una persona que conocemos está, por ejemplo, preocupada.

El estudio científico de las emociones expresadas en el rostro, iniciado por Darwin y continuado por neurólogos y psicólogos entre los que destaca Paul Ekman, con su Facial Action Coding System,  ha dado alas a ingenieros e investigadores para desarrollar algún automatismo con esta capacidad. ¿Por qué no va a poder hacer una máquina lo que hace un niño pequeño? Realmente sería útil en algunos casos poder interpretar un rostro difícil, ambiguo o enmascarado. Pensemos por ejemplo en los niños autistas o, sin ir más lejos, en lo que dice un rostro en el diagnóstico médico. El ojo clínico, la penetración psicológica y otras habilidades interpersonales tienen mucho que ver con la capacidad de leer una cara. Sin embargo, incorporar esta facultad en una máquina se antoja un desafío mayúsculo.

En el Media Lab del Massachusetts Institute of Technology (MIT), uno de los centros avanzados donde se da vía libre a la investigación más imaginativa, hay jóvenes ingenieros dispuestos a intentarlo. Uno de ellos es Javier Hernández Rivera, creador de un imaginativo Medidor del Humor (MIT Mood Meter) instalado en el campus universitario para calibrar el estado de ánimo de la comunidad académica midiendo la cantidad y calidad de sus sonrisas, y autor también de otras investigaciones relacionadas con el reconocimiento de las emociones faciales. Puede que no sean muchos investigadores, pero algunos creen que es posible desarrollar inventos como un espejo mágico capaz de detectar el estado de ánimo de quien se mira en él.

 

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