Cumbre de Copenhague | 06 DIC 09

La salud quiere presionar a los políticos

"La salud debe estar en un lugar central en el debate acerca del cambio climático"

CRISTINA DE MARTOS / Dos mujeres trabajan en la construcción de carreteras. (Foto: Arko Datta | Reuters)

MADRID.- De los 190 países que acudirán a la reunión de Copenhague sobre el cambio climático sólo uno incorpora en su delegación un asesor en materia sanitaria. Tal vez, en el punto en el que están las negociaciones, no sea el momento adecuado para que los expertos en sanidad tomen la palabra pero, si no, ¿cuándo? La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo tiene claro: el cambio climático pone en riesgo los pilares básicos de la salud y ello lo convierte en una cuestión de la que los médicos deben ocuparse.

"La salud debe estar en un lugar central en el debate acerca del cambio climático", ha declarado María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, durante la celebración del Foro Efectos del Cambio Climático en la Salud, promovido por la Organización Medica Colegial. Las razones son claras: "Las mayores preocupaciones (desastres ecológicos, alimentación, etc.) afectan directamente a la salud y las decisiones que se deben tomar tienen implicaciones directas sobre ella".

Precisamente, la revista 'The Lancet' recogía la semana pasada en un número especial algunas de las estrategias que podrían contribuir tanto a frenar el cambio climático como a mejorar la salud de los ciudadanos. Sustituir el transporte motorizado por la bicicleta o caminar, comer menos carne... "Hay muchos posibles co beneficios", señala Neira. La OMS acude a Copenhague para transmitir este mensaje a los políticos.

"El sector salud puede ser la piedra de toque, el catalizador del verdadero cambio en torno al cambio climático", subraya esta asturiana afincada en Ginebra. "Si tenemos que movilizar a la sociedad entera, si tenemos que provocar un cambio social profundo, debemos concienciar a la gente de que eso es su salud. No se trata sólo de osos polares, sino de la salud de las personas", añade.

Los cálculos de la OMS indican que reduciendo los efectos del calentamiento global se podrían salvar 13 millones de vidas cada año. En 2010, se producirán 150.000 muertes directamente causadas por el cambio climático, además habrá cinco millones de nuevos enfermos y 50 millones de desplazados. Enfermedades como la diarrea o la malaria, que son muy sensibles al clima, podrían agravarse y la malnutrición podría afectar cada vez a más gente.

La salud como acicate para el cambio

El mensaje de la Organización Mundial de la Salud para esta cumbre será "positivo". La idea es mostrar a los responsables de lo gobiernos que invertir en políticas saludables contra el cambio climático es rentable. Para ello, "es imprescindible cuantificar los beneficios para la salud de las decisiones que se tomen en materia energética -indica Neira-, para que los políticos los tengan en cuenta a la hora de tomar sus decisiones".

Las tensiones para llegar a acuerdos, por ejemplo, sobre los recortes en las emisiones de CO2 surgen de los costes económicos que implica el cambio de modelo energético y de la pérdida de competitividad de unas empresas frente a otras. Sin embargo, la postura de la agencia de la ONU es que esta inversión se puede compensar con el ahorro en gasto sanitario que implicaría una mejor salud de la población.

Por último, el sector sanitario, como el segundo que más puestos de trabajo genera en el mundo, "también debe dar ejemplo", apunta Neira. ‘Hospitales saludables, planeta saludable, gente saludable’ es el plan que la OMS ha puesto en marcha para que la industria sanitaria también contribuya a la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero.

"Durante un tiempo no hemos tenido voz pero ahora nadie va a echar a los profesionales de la salud del debate sobre el cambio climático", concluye María Neira.


Los más pobres, los que más sufrirán

MADRID.- Si dibujáramos un mapa en el que el tamaño de los países fuera directamente proporcional a la cantidad de gases de efecto invernadero que emiten, los del hemisferio norte engordarían notablemente. Si dibujáramos uno en el que su tamaño variara en función de su grado de afectación por el cambio climático, África sería prácticamente el único visible. No sólo son las víctimas de siempre sino las víctimas injustas.

Estados Unidos, la mayor parte de Europa, China e India son los grandes emisores de gases contaminantes. Los dos primeros, son actores consagrados en lo que a contaminación ambiental se refiere. Los dos últimos son unos recién llegados a escena y están explotando a gran velocidad sus recursos naturales (en especial el carbón) para colocarse en los primeros puestos del sector industrial y económico mundial. Los países africanos y el resto de países pobres apenas contaminan la atmósfera.

Los gases liberados desde la revolución industrial han debilitado la capa de ozono y han contribuido al aumento de la temperatura de La Tierra, los dos fenómenos centrales del cambio climático. Sus consecuencias se pueden observar a nivel local y global. China representa el primero, con elevadas tasas de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y de cáncer provocadas por la contaminación del aire. África el segundo.

El problema del 'continente negro' será el más dramático. El aumento de la temperatura del planeta, que los expertos sitúan entre 1,6ºC y 4ºC -los más pesimistas hablan de 5,8ºC- trae consigo un cambio en el patrón de épocas de lluvia y de sequía que afectará a la producción de alimentos. Una de las primeras consecuencias del cambio climático será el aumento de la malnutrición y el hambre.

Este cambio de temperatura también afectará a los vectores de enfermedades infecciosas que más muertes causan: los mosquitos. El calentamiento global hace que se reproduzcan más deprisa y que sean más voraces, aumentando el riesgo de transmisión de la malaria, el dengue o el chikungunya.
La amenaza de la urbanización

A los efectos del cambio climático hay que añadir un fenómeno de grandes proporciones. Hoy en día, sólo el 39% de la población africana vive en zonas urbanas. En 2030, se espera que esa cifra se duplique. En contra de lo esperado, la urbanización en este continente no está asociada con una mejora en la calidad de vida sino con la aparición de grandes riesgos para la salud.

El Cuarto Informe del Grupo de Trabajo Intergubernamental sobre Cambio Climático denuncia que "la urbanización y el cambio climático actuarán de forma sinérgica para aumentar la tasa de enfermedades", según recoge un comunicado de la Organización Mundial de la Salud.

Los movimientos de población hacia los suburbios, donde las instalaciones sanitarias y el agua potable son escasas, suponen un caldo de cultivo perfecto para diversas enfermedades. Además, el incremento de los fenómenos naturales extremos (inundaciones, riadas...) que caracteriza al cambio climático contribuirá asimismo al aumento de la mortalidad en estos países, alerta el informe.

"A medida que el mundo se vuelve cada vez más urbano, la salud de los pobres que viven en estas zonas puede sufrir. Se pueden borrar décadas de progreso en salud pública y el escenario podría convertirse en uno de devastadoras pandemias de enfermedades infecciosas. Es necesaria la acción ahora para evitar tamaño desastre", concluye un grupo de expertos de la Universidad de Harvard.

 

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