"Un canibal desdentado enseñando a masticar"
J.C.S.
Paco:
Hoy una vez más el calendario señala una fecha para celebrar a una profesión. Está muy bien pero: ¿A qué médico se refiere el aniversario? ¿A la imagen estereotipada que ya tiene más de dos mil años de edad? ¿Al arquetipo ilusorio que la imaginación colectiva celebra mientras la implacable realidad asesina? ¿Cómo es un médico hoy?
En IntraMed nos hemos propuesto averiguarlo. Con ese propósito, desde hace tres años, venimos realizando un programa de investigaciones con metodología muy rigurosa para describir un estado de cosas en el que los propios actores tracen el perfil que los define. Un autorretrato dibujado a mano alzada por aquellos que gozan y padecen la condición de vivir como médicos. Investigar sobre la realidad aporta el imprescindible fundamento empírico a la opinión.
¿Cuáles son los resultados de esas investigaciones?
Pero...
Cada uno de estos datos fue obtenido mediante investigaciones que han involucrado a decenas de miles de colegas. Todo hace concluir que, para los médicos, el cuidado de la salud de otros paga un precio en la propia.
Paco, somos médicos, ya no podríamos evitarlo. Somos -hasta la médula- una forma de mirar, un modo de pensar, un maldito modo de actuar según lo que se espera de nosotros. Pero no somos idiotas, ni ciegos, ni insensibles. Tal vez por eso también somos “raros”, excéntricos, anómalos. Sé que estarás allí para escucharme, incluso cuando no compartas lo que digo. Sé que no me responderás con estereotipos ni con trivialidades. Tengo preguntas. Tengo perplejidades, contradicciones e incertidumbres. Padezco la ira de quien percibe lo que no quisiera ver y la impotencia del que no puede cambiarlo. Pero hoy me asalta la sospecha de que no he hecho todo lo posible. La certeza de haber comprendido la necesidad de renunciar a los absolutos pero también la irresistible tentación de regresar a ellos.
¿Qué se espera de nosotros?
¿Que curemos, que conjuremos a la muerte, que consolemos?
¿Qué sucedáneos empleamos para aliviarnos de la horrible sensación de que trabajamos sólo por dinero?
¿Por qué todos se sienten habilitados para demandar a una profesión criterios y valores que ya ninguno de ellos emplea en las suyas?
¿No se nos estará exigiendo que ocupemos un lugar imposible de sostener?
Es probable que el tiempo nos haya arrebatado gran parte de lo que ser médico fue en otro momento. Pero siento de deberíamos morder con toda la fuerza los jirones de dignidad y recompensa que aún nos quedan para que nadie pueda llevárselos. La Medicina puede ejercerse –mal- en las condiciones menos favorables, pero es una profesión imposible si se queda sin motivos. El dinero, la fama o la arrogancia sólo consuelan a los imbéciles. Que alguien necesite algo que yo tengo y que quiero darle, exactamente ese minúsculo argumento justifica la elección de toda una vida.
Esta mañana he visto gente en las iglesias. Me detuve a mirarlos durante un largo rato. Creen, o al menos creen que creen. No es mi caso. Eso en lo que ellos creen, el modo “literal” y nada “metafórico” en que lo hacen, me resulta completamente indiferente. Tal vez porque desde hace algún tiempo me interrogo casi a diario acerca de mis propias creencias es que hoy me detuve a mirarlos como a un espejo deformante donde me observaba a mí mismo. ¿En qué creo a esta altura de mi vida? ¿Tiene algún valor aquello en lo que supongo creer a la hora de orientar mis acciones?
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