Conmoción en Gran Bretaña / Polémica por la eutanasia

Difunden por TV un suicidio asistido

Emitieron ayer un documental que muestra cómo se quita la vida un hombre que sufría una parálisis total.

LONDRES.- Millones de británicos vieron ayer por televisión el suicidio asistido de Craig Ewert, un estadounidense de 59 años que en septiembre de 2006 decidió poner fin a su vida en una clínica de la controvertida organización Dignitas, en Suiza.

Titulado Right to die ( Derecho a morir ), el documental, que fue realizado por el cineasta canadiense John Zaritsky, despertó una fuerte polémica en Gran Bretaña, donde grupos que se oponen a la eutanasia lo tildaron de "voyeurismo macabro".

Padre de dos hijos, Ewert, un ex profesor universitario de informática que residía en Yorkshire, Inglaterra, padecía una enfermedad neuronal motora degenerativa incurable que lo dejó completamente paralítico en cuestión de meses.

Reacio a pasar el resto de su vida en lo que calificó de una "tumba con vida", en alusión a su cuerpo, el enfermo viajó a Suiza e ingresó en una clínica de Dignitas, una organización especializada en suicidio asistido que el año pasado ayudó a 141 personas a quitarse la vida. Allí, Ewert murió en compañía de su mujer, Mary, con quien compartió los últimos 37 años de su vida, y le permitió a Zaritsky, ganador de un Oscar, filmar su suicidio.

"Me gustaría seguir adelante, pero realmente no puedo. Cuando estás totalmente paralizado, no puedes hablar, no puedes andar, no puedes mover los ojos. ¿Cómo le haces saber a alguien que sufres? Habría sido un infierno", expresa el ex profesor de informática en el documental.

Y agrega: "Si no lo hago ahora, me decido por sufrir, por reforzar el sufrimiento de mi familia y por morir de una manera claramente más dolorosa".

 

A continuación, los responsables de Dignitas, que le cobraron a Ewert 4500 dólares por ayudarlo a morir, le suministran una mezcla de sedantes letal que el enfermo absorbe con una pajita rosa, dado que sus brazos ya estaban paralizados, y luego acciona con la boca un reloj con temporizador, que desactiva la respiración asistida 45 minutos después. Poco antes de cerrar sus ojos para siempre, Ewert se despide con un simple "gracias".

Ya antes de su emisión, el documental generó una fuerte polémica en Gran Bretaña, en donde fue duramente condenado por organizaciones antieutanasia, como Asistencia, No Muerte, cuyo director, Peter Saunders, lo tildó de "voyeurismo macabro" y de "intento cínico de impulsar los índices de audiencia televisiva".

Por su parte, Domenica Roberts, de la Alianza Pro Vida, afirmó que resulta "triste y peligroso mostrar este tipo de cosas en televisión", ya que se envía el mensaje de que la vida de algunas personas "no tiene ningún valor".

El caso llegó incluso al debate parlamentario que se realiza todos los miércoles en la Cámara de los Comunes, donde el primer ministro británico, Gordon Brown, afirmó que "detrás de estos temas muy difíciles hay familias e individuos en circunstancias muy complejas que deben tomar decisiones terribles que nadie querría tomar".

"Pero -continuó-, específicamente sobre el programa, creo que es muy importante que estos temas sean tocados de forma inteligente y sin sensacionalismo. Espero que los canales recuerden que tienen una responsabilidad para con la audiencia pública, y por supuesto, la temática será evaluada por los organismos de control de la televisión."

En tanto, Barbara Gibson, la directora del canal Sky Real Lives, que emitió el documental, defendió el film al argumentar que éste da una visión informativa, elocuente e instructiva" del tema.

El suicido asistido está tipificado como delito en Gran Bretaña y acarrea una pena máxima de 14e años de cárcel. En Suiza, por el contrario, está permitido desde 1940 si lo lleva a cabo alguien que no sea médico. 


PATRICIA TUBELLA  -  Londres 
 
"Optar por seguir vivo era lo mismo que elegir el camino de la tortura, en vez de finalizar este viaje y emprender uno nuevo". Craig Ewert, un académico jubilado de 59 años, pronunciaba esa sentencia ante las cámaras minutos antes de morir por voluntad propia, en la primera emisión de un suicidio asistido en la historia televisiva del Reino Unido. La difusión del polémico documental, anoche, coincidía con el anuncio de que la justicia británica no imputará a unos padres que ayudaron a morir a su hijo de 23 años, enfermo terminal, en la misma clínica de Zurich a la que acudió Ewert.

Ambos casos atizaron el debate sobre el derecho a una muerte digna, al tiempo que abrían interrogantes sobre la necesidad de revisar la ley que condena la práctica de la eutanasia en las islas. La polémica obligó incluso al primer ministro, Gordon Brown, a salir a la palestra. "Es importante" abordar la cuestión "con sensibilidad y sin ninguna tentación de sensacionalismo", dijo. Pero se negó a intervenir en la emisión del suicidio asistido. "Debe analizarlo el regulador de las comunicaciones una vez que el documental haya sido transmitido".

Ewert padecía una enfermedad neurológica incurable que produce la progresiva paralización del cuerpo. Los médicos le daban entre dos y cinco años de vida. "No estoy cansado de vivir y me gustaría seguir adelante, pero lo cierto es que no puedo". Justificaba así su decisión de acudir a la organización suiza Dignitas, donde se filmó en 2006 el documental televisado por Sky Real Lives.

La grabación mostraba cómo recibe un vaso con una dosis mortal de somnífero, que ingiere con una pajita. Luego acciona con la boca un reloj contemporizador que desactiva la respiración asistida, cierra los ojos y dice: "Gracias". Fallece 45 minutos después.

La dureza de las imágenes provocó un alud de críticas contra el canal, acusado de hacer amarillismo con un tema de tal gravedad, pero su responsable, Barbara Gibbon, respondía que su objetivo pasaba por ofrecer una visión "informativa, fácilmente comprensible e instructiva sobre una cuestión que cada día afecta a más personas". Grupos contrarios a la eutanasia reaccionaron contra "esta fascinación macabra por el turismo de la muerte", crítica avalada por el director del organismo regulador de la programación, John Beyer. "Los informadores deberían ser objetivos", dijo. "De lo contrario, pueden influir en la opinión pública e inducir a otros a seguir los mismos pasos".

Al frente de los defensores de la emisión, figura la propia esposa de Ewert, Mary, convencida de que el documental ayudará a la gente a "afrontar sus temores" ante el "tabú" de la muerte. Ella misma aparece en la filmación junto al que fue su marido 37 años, apoyándole en su decisión de no pasar el resto de sus días en "una tumba viviente". En uno de los momentos de la grabación, Craig le da su último beso antes de beber el líquido, y Mary le responde: "Buen viaje. Te veré alguna vez".

Bajo la dirección del oscarizado John Zaritsky, la cinta ¿Derecho a morir? fue grabada en una clínica de Suiza, país que permite el suicidio asistido. Esa práctica está penalizada en el Reino Unido, donde se contempla una pena máxima de 14 años de prisión desde 1961. La fiscalía ha descartado, sin embargo, recurrir a esa ley para presentar cargos contra los progenitores de Daniel James, a pesar de considerar probado que le ayudaron a suicidarse en septiembre. Keir Starmer ha apoyado su primera decisión como fiscal de la Corona en el "interés general", lo que supone un gesto sin precedentes, al igual que el hecho de hacer públicos sus argumentos.

Starmer está convencido de que un tribunal hubiera descartado una condena a Mark y Julie James, o a lo sumo les hubiera impuesto una pequeña multa, porque "Daniel era un hombre muy independiente, que no fue influido por sus padres en la intención de quitarse la vida. Las pruebas indican que lo hizo a pesar de sus padres". El jugador de rugby, paralizado tras un lance en un partido, comunicó a la clínica suiza en febrero su deseo de morir: "No ha pasado un día en el que no desee que sea el último". Sus progenitores intentaron disuadirle, pero su firmeza les condujo a organizar el viaje a Suiza y a acompañarle en sus últimos momentos.

Ewert se confiesa 
 
  - "Estoy cansado de la enfermedad, pero no cansado de vivir. Aún amo la vida lo suficiente y me gustaría seguir adelante, pero lo cierto es que no puedo".

- "No quiero pasar el resto de mis días en una tumba viviente".

- Craig Ewert, de 59 años, no eligió un grandilocuente epitafio. Su despedida de Mary, su esposa durante 37 años, fue así de sencilla.

Mary. ¿Puedo besarte?

Craig. Por supuesto.

M. Te quiero.

C. ¡Te quiero tanto, cielo!

M. Que tengas un buen viaje. Te veré alguna vez.

 
 John Zaritsky: "Sentí que era importante contar la experiencia de un hombre que decide morir"

El director del filme sobre el suicidio de Craig Ewert, emitido en Reino Unido, comenta la polémica suscitada

ANTONIO FRAGUAS  -  Madrid 
 
La emisión ayer en la cadena británica Sky de los últimos momentos de vida del ciudadano estadounidense Craig Ewert, de 59 años, quien afectado de una enfermedad neurológica decidió morir en la clínica suiza Dignitas, ha reavivado el debate internacional sobre la eutanasia y el suicidio asistido. Las imágenes del suicidio de Ewert forman parte del documental Right to die?: The suicide tourist (¿Derecho a morir?: el turista suicida), rodado por el cineasta canadiense John Zaritsky (quien ganó un Oscar en 1982 por otro filme). Zaritsky ha reflexionado vía correo electrónico para ELPAÍS.com sobre la polémica suscitada por su película.

Pregunta: ¿Qué le diría a la gente que considera que la eutanasia es un crimen?

Respuesta: La eutanasia no puede considerarse un crimen siempre que ciertas condiciones se cumplan. El paciente debe estar en poder de sus facultades y tener pleno conocimiento de su enfermedad. Debe tomar la decisión de acabar con su vida voluntariamente, sin coacciones ni presiones de ningún tipo. La persona que practique la eutanasia o ayude en un suicidio no debe beneficiarse de esa muerte.

P: ¿Por qué decidió rodar una película sobre este tema?

R: Tomé la decisión por un caso controvertido que sucedió en Estados Unidos hace tres años. El marido de una mujer que llevaba años en coma quería que le fueran retirados los elementos de soporte vital y, así, que pudiera morir tal y como ella deseaba. Me indignó y disgustó de tal manera la oposición de la derecha cristiana, incluido el presidente George W. Bush, que sentí que era importante llevar a la audiencia la experiencia profunda de un hombre que decide acabar con su vida. Tras contar los últimos cuatro días en la vida de un estadounidense [Craig Ewert] con una grave dolencia neurológica, creía que el filme era un importante documento sobre el proceso de la muerte; un documento que ambas partes del debate pueden ver para aclarar sus ideas.

P: ¿Cree que su película va ayudar a la causa de otra gente que se encuentra en circunstancias similares a las de Craig Ewert?

R: Así lo espero, la verdad. Creo que cualquiera con una enfermedad terminal debe tener el derecho a acabar con su vida. Espero que la película suponga un cambio, y que la eutanasia y el suicidio asistido sean una opción disponible para la gente en cualquier parte; también que los Gobiernos de cualquier país presten al fin atención a los votantes que, en diferentes consultas electorales, apoyan de manera constante la legalización.

P: En 2004 una película española llamada Mar adentro ganó un Oscar con un tema similar al de su filme The Suicide Tourist, aunque la cinta española no es un documental. Habla de la decisión tomada por Ramón Sampedro de acabar con su vida tras pasar 28 años postrado en una cama. ¿Conocía usted esta película?

R: Me encantó Mar adentro y me inspiró artísticamente. Me sirvió de modelo de la sensibilidad, inteligencia y buen gusto que debe emplearse para tratar una cuestión tan delicada y compleja.

P: ¿Cómo se siente por el hecho de que ciertos medios y tabloides traten de manera sensacionalista un asunto tan serio como la muerte de una persona?

R: Confieso que me han molestado algunas de las críticas que ha recibido la película. En Inglaterra, en un par de casos, me han ofendido sugiriendo que me movía un interés comercial morboso para explotar el suicidio de un hombre. La programación televisiva está llena de todo tipo de violencia inverosímil y muertes nauseabundas en series de ficción, pero cuando la muerte real de un hombre valiente que acaba con su vida de manera serena y pacífica se graba con una cámara, entonces dicen que el director de cine ha ido demasiado lejos. No estoy de acuerdo.