Conmoción en Gran Bretaña / Polémica por la eutanasia | 11 DIC 08

Difunden por TV un suicidio asistido

Emitieron ayer un documental que muestra cómo se quita la vida un hombre que sufría una parálisis total.

LONDRES.- Millones de británicos vieron ayer por televisión el suicidio asistido de Craig Ewert, un estadounidense de 59 años que en septiembre de 2006 decidió poner fin a su vida en una clínica de la controvertida organización Dignitas, en Suiza.

Titulado Right to die ( Derecho a morir ), el documental, que fue realizado por el cineasta canadiense John Zaritsky, despertó una fuerte polémica en Gran Bretaña, donde grupos que se oponen a la eutanasia lo tildaron de "voyeurismo macabro".

Padre de dos hijos, Ewert, un ex profesor universitario de informática que residía en Yorkshire, Inglaterra, padecía una enfermedad neuronal motora degenerativa incurable que lo dejó completamente paralítico en cuestión de meses.

Reacio a pasar el resto de su vida en lo que calificó de una "tumba con vida", en alusión a su cuerpo, el enfermo viajó a Suiza e ingresó en una clínica de Dignitas, una organización especializada en suicidio asistido que el año pasado ayudó a 141 personas a quitarse la vida. Allí, Ewert murió en compañía de su mujer, Mary, con quien compartió los últimos 37 años de su vida, y le permitió a Zaritsky, ganador de un Oscar, filmar su suicidio.

"Me gustaría seguir adelante, pero realmente no puedo. Cuando estás totalmente paralizado, no puedes hablar, no puedes andar, no puedes mover los ojos. ¿Cómo le haces saber a alguien que sufres? Habría sido un infierno", expresa el ex profesor de informática en el documental.

Y agrega: "Si no lo hago ahora, me decido por sufrir, por reforzar el sufrimiento de mi familia y por morir de una manera claramente más dolorosa".

 

A continuación, los responsables de Dignitas, que le cobraron a Ewert 4500 dólares por ayudarlo a morir, le suministran una mezcla de sedantes letal que el enfermo absorbe con una pajita rosa, dado que sus brazos ya estaban paralizados, y luego acciona con la boca un reloj con temporizador, que desactiva la respiración asistida 45 minutos después. Poco antes de cerrar sus ojos para siempre, Ewert se despide con un simple "gracias".

Ya antes de su emisión, el documental generó una fuerte polémica en Gran Bretaña, en donde fue duramente condenado por organizaciones antieutanasia, como Asistencia, No Muerte, cuyo director, Peter Saunders, lo tildó de "voyeurismo macabro" y de "intento cínico de impulsar los índices de audiencia televisiva".

Por su parte, Domenica Roberts, de la Alianza Pro Vida, afirmó que resulta "triste y peligroso mostrar este tipo de cosas en televisión", ya que se envía el mensaje de que la vida de algunas personas "no tiene ningún valor".

El caso llegó incluso al debate parlamentario que se realiza todos los miércoles en la Cámara de los Comunes, donde el primer ministro británico, Gordon Brown, afirmó que "detrás de estos temas muy difíciles hay familias e individuos en circunstancias muy complejas que deben tomar decisiones terribles que nadie querría tomar".

"Pero -continuó-, específicamente sobre el programa, creo que es muy importante que estos temas sean tocados de forma inteligente y sin sensacionalismo. Espero que los canales recuerden que tienen una responsabilidad para con la audiencia pública, y por supuesto, la temática será evaluada por los organismos de control de la televisión."

En tanto, Barbara Gibson, la directora del canal Sky Real Lives, que emitió el documental, defendió el film al argumentar que éste da una visión informativa, elocuente e instructiva" del tema.

El suicido asistido está tipificado como delito en Gran Bretaña y acarrea una pena máxima de 14e años de cárcel. En Suiza, por el contrario, está permitido desde 1940 si lo lleva a cabo alguien que no sea médico. 


PATRICIA TUBELLA  -  Londres 
 
"Optar por seguir vivo era lo mismo que elegir el camino de la tortura, en vez de finalizar este viaje y emprender uno nuevo". Craig Ewert, un académico jubilado de 59 años, pronunciaba esa sentencia ante las cámaras minutos antes de morir por voluntad propia, en la primera emisión de un suicidio asistido en la historia televisiva del Reino Unido. La difusión del polémico documental, anoche, coincidía con el anuncio de que la justicia británica no imputará a unos padres que ayudaron a morir a su hijo de 23 años, enfermo terminal, en la misma clínica de Zurich a la que acudió Ewert.

Ambos casos atizaron el debate sobre el derecho a una muerte digna, al tiempo que abrían interrogantes sobre la necesidad de revisar la ley que condena la práctica de la eutanasia en las islas. La polémica obligó incluso al primer ministro, Gordon Brown, a salir a la palestra. "Es importante" abordar la cuestión "con sensibilidad y sin ninguna tentación de sensacionalismo", dijo. Pero se negó a intervenir en la emisión del suicidio asistido. "Debe analizarlo el regulador de las comunicaciones una vez que el documental haya sido transmitido".

Ewert padecía una enfermedad neurológica incurable que produce la progresiva paralización del cuerpo. Los médicos le daban entre dos y cinco años de vida. "No estoy cansado de vivir y me gustaría seguir adelante, pero lo cierto es que no puedo". Justificaba así su decisión de acudir a la organización suiza Dignitas, donde se filmó en 2006 el documental televisado por Sky Real Lives.

La grabación mostraba cómo recibe un vaso con una dosis mortal de somnífero, que ingiere con una pajita. Luego acciona con la boca un reloj contemporizador que desactiva la respiración asistida, cierra los ojos y dice: "Gracias". Fallece 45 minutos después.

La dureza de las imágenes provocó un alud de críticas contra el canal, acusado de hacer amarillismo con un tema de tal gravedad, pero su responsable, Barbara Gibbon, respondía que su objetivo pasaba por ofrecer una visión "informativa, fácilmente comprensible e instructiva sobre una cuestión que cada día afecta a más personas". Grupos contrarios a la eutanasia reaccionaron contra "esta fascinación macabra por el turismo de la muerte", crítica avalada por el director del organismo regulador de la programación, John Beyer. "Los informadores deberían ser objetivos", dijo. "De lo contrario, pueden influir en la opinión pública e inducir a otros a seguir los mismos pasos".

Al frente de los defensores de la emisión, figura la propia esposa de Ewert, Mary, convencida de que el documental ayudará a la gente a "afrontar sus temores" ante el "tabú" de la muerte. Ella misma aparece en la filmación junto al que fue su marido 37 años, apoyándole en su decisión de no pasar el resto de sus días en "una tumba viviente". En uno de los momentos de la grabación, Craig le da su último beso antes de beber el líquido, y Mary le responde: "Buen viaje. Te veré alguna vez".

 

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