Galaradones y disputas | 07 OCT 08

Todo sobre los Nobel de Medicina 2008

El premio más esperado: distinguen a un alemán y a dos franceses.

Un Nobel por la lucha contra los virus

Harald zur Hausen descubrió el virus que causa el cáncer de cuello uterino, Luc Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi, el VIH

Françoise Barré-Sinoussi / Foto: AP

El Premio Nobel de Fisiología o Medicina fue este año para tres virólogos europeos que descubrieron los agentes causales del cáncer de cuello de útero y el sida, y cambiaron para siempre la historia de dos enfermedades con impacto global.

La decisión de la Academia Sueca de Ciencias distingue al alemán Harald zur Hausen, descubridor del virus del papiloma humano (VPH), respalda los logros de un científico conocido internacionalmente como el francés Luc Montagnier, que actualmente preside la Fundación Mundial para la Investigación y Prevención del Sida, y rescata la figura poco conocida fuera de los ámbitos académicos, pero que cumplió un papel protagónico en la identificación del VIH, de Françoise Barré-Sinoussi.

Zur Hausen, de 72 años, recibirá la mitad del premio, dotado este año con 1.400.000 dólares; Montagnier, de 76, y Barré-Sinoussi, de 61, compartirán la otra mitad.

Pero esta edición de los Nobel deja también un gran perdedor: el norteamericano Robert Gallo, que el año último había compartido con Montagnier el premio Príncipe de Asturias y que durante casi una década mantuvo una agria disputa con el científico francés por la paternidad del descubrimiento del virus de la inmunodeficiencia humana. El Instituto Karolinska no lo menciona en su anuncio.

Una hipótesis provocativa

Zur Hausen, de la Universidad de Heidelberg, fue laureado por sus trabajos que, en la década del 70 y principios de los ochenta, derribaron las teorías prevalecientes en ese momento de que los virus no podían causar el cáncer. Convencido de que los tumores cervicales malignos se debían a un virus cercano del que producía las verrugas, trabajó diez años hasta que en 1983 identificó el VPH 16 en 1983 biopsias de mujeres que habían padecido la enfermedad. Un año más tarde, identificó el subtipo 18 que, junto con el anterior, es responsable del 70% de los casos de esta enfermedad que provoca anualmente la muerte de 300.000 mujeres en todo el mundo. En la Argentina, se registran todos los años 4000 casos y 2000 muertes por cáncer cervical.

"Hay más de cien tipos de VPH y no todos actúan en la zona genital -explica la doctora Silvina Witis, jefa de ginecología de Lalcec-. Los tipos 6 y 11 son los que causan las verrugas en la vulva. El 16 y el 18 son los considerados malignos, porque resultan un factor necesario para el cáncer de cuello uterino, pero no suficiente. Hay casos en los que se produce una remisión espontánea. Cuando no ocurre eso, el virus tarda entre 10 y 20 años en producir cáncer, por eso uno puede detectar una lesión premaligna con un simple Papanicolaou y curar a la paciente. Los tipos 16 y 18, sumados al 31 y al 45, causan el 80% de los tumores cervicales."

Tras las huellas del virus

A comienzos de los años ochenta, cuando el sida era aún una misteriosa enfermedad que destruía el sistema inmunológico de hombres que tenían sexo con hombres, hemofílicos y heroinómanos, Montagnier fue convocado para crear un equipo de investigación que rastreara su origen.

La búsqueda dio sus frutos a comienzos de 1983, sólo dos años luego de que se informara de los primeros casos, cuando el grupo anunció el aislamiento del virus causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida. La primera firma del trabajo que se publicó en Science es la de Françoise Barré-Sinoussi.

"Aunque en los comienzos de la epidemia Montagnier y Gallo disputaron por los honores de haber descubierto el VIH, en realidad la que hizo el trabajo y le llevó la novedad a Montagnier fue Barré-Sinoussi -cuenta el doctor Pedro Cahn, ex presidente de la Sociedad Internacional de Sida-. La menos conocida es la persona más importante de esta historia. Para nosotros es un particular orgullo porque integra el consejo de dirección de la Sociedad."

Barré-Sinoussi y Montagnier le siguieron las huellas al VIH en muestras de glóbulos blancos extraídos de los nódulos linfáticos de los pacientes. Fue allí donde detectaron la actividad de la transcriptasa reversa, una enzima que permite la replicación del virus.

Sus descubrimientos abrieron las puertas al diseño de pruebas de diagnóstico y de detección del VIH en las donaciones de sangre. Los de Zur Hausen, por su parte, permitieron el desarrollo de dos vacunas que previenen el cáncer de cuello uterino, pero que todavía no son ampliamente accesibles por su costo.

"Nunca antes fueron la ciencia y la medicina tan rápidas para descubrir, identificar el origen y ofrecer tratamientos para una enfermedad", destaca el Comité Nobel en su anuncio.

La célebre llamada desde Estocolmo encontró a Zur Hausen, en Alemania; a Montagnier, en Costa de Marfil, y a Barré-Sinoussi, en Camboya. La directora de la Unidad de Regulación de Infecciones Retrovirales del Instituto Pasteur y autora de más de 200 trabajos científicos se convierte así en la 36a mujer en recibir el Nobel entre 745 laureados.

Nora Bär (La Nación)


Robert Gallo y la disputa por el VIH

Seguramente, uno de los más sorprendidos por la decisión de premiar a Françoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier por el descubrimiento del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) fue al estadounidense Robert Gallo, que durante años protagonizó una disputa con el equipo francés.

"Felicito a los laureados y me alegro de que mi amigo de larga data y colega, el doctor Luc Montagnier, así como su colega Françoise Barré-Sinoussi, hayan tenido ese honor -dijo, sin embargo, Gallo a la agencia AFP-. Estoy agradecido por la declaración de Montagnier esta mañana de que yo también lo merecía."

El 20 de mayo de 1983, en un artículo publicado en Science , el equipo dirigido por la doctora Barré-Sinoussi describió un nuevo virus llamado LAV, sospechoso de ser el causante del sida. Casi un año más tarde, en abril de 1984, la ministra de Salud de los Estados Unidos, Margaret Heckler, anunció que el equipo dirigido por Gallo en los Institutos Nacionales de Salud había descubierto el virus del sida, llamado HTLV-III, y desarrollado un análisis de sangre para los portadores.

Gallo, que en 1974 había identificado el primer retrovirus humano (HTLV), recibió el reconocimiento de sus pares hasta que se demostró que el HTLV-III y el LAV eran idénticos. Montagnier le había enviado una muestra del LAV para analizar, que podría haber contaminado las muestras utilizadas por Gallo. Tras diez años de disputa, ambos investigadores hicieron las paces.

Fabiola Czubaj (La Nación)

El Nobel para Montagnier entierra la vieja pugna sobre el hallazgo del VIH

Premio de Medicina a los descubridores del virus del sida y del papiloma humano.
ALICIA RIVERA  - Madrid. EL PAÍS 

El científico francés Luc Montagnier recibió ayer justa satisfacción a su descubrimiento del VIH, el virus que causa el sida, en forma de Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2008. Queda zanjado así al más alto nivel el contencioso que mantuvo durante años respecto a la paternidad del hallazgo con el estadounidense Robert Gallo (entonces en el Instituto Nacional del Cáncer de EE UU). Este último fue considerado codescubridor del virus junto con Montagnier hasta que se demostró que el laboratorio del americano, con o sin su consentimiento, había presentado como propio el patógeno aislado por el equipo francés. En la comunicación del Instituto Karolinska, que da este Nobel, ni siquiera se hace referencia a Gallo, aunque en la información ampliada sobre los precedentes del hallazgo y su trascendencia cita al virólogo estadounidense, junto con "otros grupos de investigación", por sus trabajos clave sobre retrovirus. El VIH ha matado a 25 millones de personas desde que se aisló por primera vez hace 25 años.

Eso sí, Montagnier comparte el máximo galardón con su compatriota Françoise Barré-Sinnoussi, que a principios de los años ochenta trabajaba con él. Ella dirige ahora un laboratorio en el Instituto Pasteur de París y él es profesor emérito de la Universidad de París y director de la Fundación Mundial para la Investigación y la Prevención del Sida.

El Nobel de este año reconoce asimismo a un tercer virólogo, también europeo: el alemán Harald zur Hausen (Universidad de Düsseldorf), director del Centro de Investigación del Cáncer alemán, por el descubrimiento del virus de papiloma humano, causante del cáncer cervical, el segundo más común y el quinto que más muertes causa entre las mujeres del mundo.

Los tres científicos europeos recibirán en Estocolmo el próximo mes de diciembre las medallas y diplomas del más importante premio científico del mundo y se repartirán el millón de euros con que está dotado (la mitad para los dos franceses y la otra mitad para el alemán).

"Los tres galardonados han descubierto dos nuevos virus de gran importancia, lo que ha permitido avanzar en la salud mundial", declaró ayer Jan Andersson, del Instituto Karolinska.

Montaigner, de 76 años, estaba ayer en Costa de Marfil dando una conferencia cuando recibió la noticia del Nobel y comentó: "Llega en un momento en que se ha progresado mucho en la investigación, pero no lo suficiente porque la epidemia aún está ahí. Estamos en África y mucha gente infectada no tiene acceso a la medicina".

Barré-Sinnoussi, una científica de 61 años, profundamente dedicada a su trabajo y de la que sus colegas del Instituto Pasteur destacaron ayer su modestia como rasgo notable de su personalidad, declaró ayer que la polémica con Gallo pertenecía al pasado. "Es un conflicto a olvidar. Además, los equipos americanos fueron importantes en el descubrimiento del virus, y eso debe ser reconocido". Para los que han dado el galardón está clarísimo: "No había duda acerca de quién hizo el descubrimiento fundamental", dijo ayer Maria Maucci, miembro de la Asamblea Nobel del Karolinska.

Montagnier y Barré-Sinnoussi -también trabajaba con ellos Jean Claude Chermann- aislaron el virus que provoca el sida en 1983 y lo llamaron LAV. Poco después, Gallo anunció su hallazgo, bautizándolo HTLV-III. Después se descubrió que era el mismo virus y que los franceses habían enviado unas muestras al laboratorio de los estadounidenses que contaminaron su hallazgo. Finalmente, el virus se denominó VIH y Gallo, investigado por varios comités por malas prácticas científicas en su país, aunque no se le declaró culpable, perdió el título de codescubridor del virus del sida.

No por ello, una vez concluida la disputa, Montagnier, un hombre calmado, dejó de colaborar científicamente con el más vehemente Gallo. Mientras tanto, Barré-Sinnoussi permanecía a la sombra de la popularidad de su colega francés, y ahora sale a plena luz con este Nobel.

Zur Hausen, de 76 años, se enfrentó a los dogmas vigentes en los años setenta y postuló que el virus del papiloma humano (HPV) provocaba cáncer cervical. Dedicó una década a esta búsqueda y, en 1983, logró aislar el virus en biopsias de cáncer cervical. Su trabajo permitió el desarrollo de vacunas profilácticas contra la infección por HPV. 


El Mundo, España 

OPINIÓN
Mejor tarde que nunca

Montagnier y Barré-Sinoussi (Foto: Reuters | AP)
SANTIAGO MORENO*

MADRID.- La concesión del Premio Nobel de Medicina de este año a los descubridores del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), causante del SIDA, no es sorprendente. Más bien, sorprende lo tarde que se ha reconocido con el Premio un descubrimiento que ha salvado la vida de millones de personas en el mundo y ha impedido la mayor extensión, ya enorme, de una epidemia sin precedentes.

Tras la descripción de los primeros casos de sida en el mundo, en 1981, se inició la búsqueda del agente causal de la nueva enfermedad. Algunas claves rápidamente orientaron la investigación hacia un agente infeccioso y hubo datos tempranos que hicieron pensar en un virus como primera posibilidad. Sin embargo, sólo algunos investigadores pensaron en los retrovirus, un grupo de virus que se habían asociado raramente con enfermedades en el humano.

Como todas las grandes ideas, esa asociación era atrevida, pero se mostró cierta. En un ganglio inflamado de una persona afecta de la enfermedad, el equipo del Instituto Pasteur, en París, con los doctores Barré-Sinoussi y Montagnier a la cabeza, lograban identificar un retrovirus, que rápidamente se identificó como el causante de los trastornos que sufrían las personas con SIDA. Corría el año 1983, y se establecía el primer récord de los que goza la investigación en sida: la rápida identificación del agente causal de una nueva enfermedad.

No es difícil imaginar los beneficios que siguieron al descubrimiento del VIH, como se dio en llamar al nuevo virus. Se inventaron pruebas diagnósticas que permitieron saber quien estaba infectado, y se descubrió que había muchas personas infectadas no enfermas, capaces de transmitir la enfermedad. La realización de la prueba permitía también excluir productos sanguíneos (sangre para transfundir, factores de coagulación para administrar a hemofílicos, etc.) que podían estar contaminados con el VIH. Y, sobre todo, permitió la investigación de fármacos capaces de actuar frente al virus y ser eficaces en las personas enfermas. En última instancia el hallazgo de estos medicamentos es lo que ha salvado la vida de muchas personas infectadas y las continuará salvando en el futuro. El descubrimiento del VIH, además, permite que hoy se esté investigando intensamente sobre una vacuna para su prevención y en tratamientos que permitan su completa erradicación.

Debe reconocerse que el descubrimiento del VIH no ha estado exento de polémicas, ahora resueltas. Al mismo tiempo que los investigadores del Instituto Pasteur de París hacían su descubrimiento y lo publicaban, un grupo de investigadores norteamericanos, liderados por el doctor Robert Gallo, en Bethesda (EEUU), hacían lo propio y publicaban casi simultáneamente su descubrimiento. Se discutió, por este motivo, a quién atribuir la paternidad del descubrimiento del virus del sida y, con frecuencia, se ha considerado una paternidad compartida por los dos grupos. Una auditoría pondría de manifiesto que los investigadores franceses se habían adelantado y la concesión de este Premio Nobel parece cerrar la cuestión. A mi parecer, es justo admitir, sin embargo, que las investigaciones del grupo del doctor Gallo fueron igualmente novedosas y orientadas en el buen sentido.

 

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