Ilustración: Violeta Lópiz
PATRICIA MATEY
MADRID.- La mayoría de las mujeres, por no decir todas, reconoce que los sofocos son un síntoma propio de la menopausia, aunque no los hayan experimentado nunca. ¿Pero qué sucede con otros signos, como el aumento de peso o la sequedad vaginal? ¿Cómo pueden estar seguras de que ha llegado su cese de la menstruación? Y ¿Qué pueden hacer para sobrellevar esta etapa de la forma más confortable posible?
Primero deben saber que la menopausia no es una enfermedad sino una etapa natural de la vida en la que se produce una serie de cambios hormonales que pueden producir alteraciones en su cuerpo. Y, segundo, tienen que entender que no están solas. Cuatro millones de españolas de entre 45 y 55 años están experimentando o acaban de iniciar los cambios de esta etapa, cada año, cerca 270.000 se inician es este momento de la vida.
Pese a la larga lista de folletos, conferencias o manuales en los que se informa sobre qué es y cómo se puede abordar la menopausia, los expertos consultados por elmundo.es coinciden en que todavía existe un porcentaje de la población femenina que está desorientada y desinformada en este tema.
De hecho, mientras que algunas mujeres menopáusicas asumen resignadas los síntomas asociados a este fenómeno fisiológico universal; otras, en cambio, se amparan en terapias cuya validez y seguridad no han sido constatadas por ningún estudio científico. Corroboran estas afirmaciones los datos estadísticos que establecen que más de la mitad de las féminas españolas entre 40 y 50 años no acude al ginecólogo.
Sin embargo, la identificación de los primeros síntomas de la menopausia es crucial para que ellas puedan ayudarse a sí mismas. Es importante, por ello, que conozcan, ante todo, que el término menopausia se refiere específicamente al momento en que cesa la menstruación: normalmente dos años antes o dos después de los 50. Se habla de menopausia precoz, cuando se produce antes de los 40 o tardía, si se sobrepasan los 55.
El climaterio, sin embargo, es el periodo anterior y posterior a ella y tiene una duración de entre cinco y 15 años.
Avisos
La llegada de la menopausia se delata, normalmente, por alteraciones en el ciclo menstrual (muy cercanos o demasiado alejados, además de cambios en el flujo, por exceso o por defecto). Pero hay otros síntomas:
- sofocos y sudores nocturnos
- insomnio
- sequedad vaginal
- dolores articulares
- fatiga
- pequeñas pérdidas de memoria
- molestias intestinales
- sequedad en los ojos
- picor en la piel
- facilidad para sufrir infecciones urinarias
- Los cambios de humor
Al cese de los ciclos menstruales también se le culpa de otra serie de consecuencias físicas y psíquicas para la mujer, pero lo cierto es que la ciencia aún no ha podido establecer con plena seguridad que exista una asociación directa entre menopausia y ciertos problemas psicológicos. Es el caso, por ejemplo, de los cambios de humor. Algunos especialistas insisten en que la menopausia irrumpe en la vida de la mujer en una época en que también se producen otros cambios importantes que pueden influir en su estado mental.
Sopesar que se ha llegado a la mitad de la vida, comprender que el papel de madre ha cambiado, máxime para aquéllas que han dedicado su vida a la familia, sobrellevar la marcha de casa de los hijos [el conocido como síndrome del nido vacío] o enfrentarse a los cambios físicos propios de la edad, pueden provocar también trastornos del estado de ánimo.
Es la llamada teoría del dominó. "La razón de los cambios de humor de las mujeres estaría explicada por las distintas piezas del dominó. La primera en caer son los sofocos, que al provocar la sudoración nocturna despierta a la mujer y le impide descansar bien. La falta de sueño (la segunda pieza) provoca el malestar durante el día, la irritabilidad, la ansiedad y la depresión", explica Javier Haya del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Santa Cristina de Madrid.
Pero el síntoma que más controversia genera es la disminución del deseo sexual. Un estudio publicado en 'The Journal of Sex Research', y realizado por científicos de la Universidad de Pensilvania (EEUU) establece que no son los cambios hormonales en gran medida los que inhiben el apetito sexual femenino, sino la imagen que ellas tienen de su propio cuerpo.
Tras entrevistar a 307 mujeres de entre 35 y 55 años, los investigadores encontraron que un 21% estaba descontenta con su propio cuerpo. Sin embargo, un 72% confesó que su disfrute en las relaciones íntimas era altamente placentero.
Asimismo, otros trabajos indican que una de las razones principales por la que algunas mujeres que han cumplido el medio siglo admiten un abandono parcial, y en ocasiones total, de las relaciones sexuales es por falta de pareja. En otras ocasiones, son los trastornos que afectan al varón, los que provocan la disminución de los encuentros íntimos. Y, en bastantes otras, el padecimiento de enfermedades crónicas.
Sí se debe reconocer en cambio que la caída en la producción de estrógenos desencadena una serie de consecuencias fisiológicas que pueden interferir no tanto con el deseo sino con el disfrute del sexo. Es el caso de la atrofia y la sequedad vaginal, con acortamiento y estrechamiento de dicho órgano, que pueden provocar dolor durante el coito.
MENOPAUSIA II
Combatir los síntomas es posible
PATRICIA MATEY
MADRID.- Una de las razones fundamentales por las que la población femenina puede estar desorientada respecto a los tratamientos médicos contra la menopausia es porque desde en esta última década se han sucedido las investigaciones sobre la Terapia Hormonal Sustitutoria (THS) [mezcla adecuada de estrógenos y progestágenos] que han puesto sobre la mesa los riesgos asociados a su uso a largo plazo.
De hecho, los Institutos Nacionales de la Salud de EEUU anunciaban a principios del mes de marzo nuevos datos aportados por la investigación Women's Health Initiative que confirman que los riesgos asociados al consumo de la THS, incremento de las posibilidades de sufrir accidente cerebrovascular y cáncer de mama, permanecen a los cinco años de dejar su consumo.
La excepción la constituye la enfermedad cardiovascular. "A los tres años de suspender el tratamiento algunos de los riegos como es la patología coronaria desaparecen, pero no el del resto de enfermedades", aseguran los autores del trabajo, liderados por Gerardo Heiss, de la Universidad de California (EEUU), que ha sido publicado en el 'JAMA'.
Trabajos como estos han motivado que la FDA, la agencia estadounidense del medicamento, recomiende que la THS "no se emplee nunca para prevenir la enfermedad cardiovascular y cuando se indique como tratamiento para los síntomas de la menopausia su empleo se realice por cortos periodos de tiempo".
El jarro de agua fría caído sobre la THS no enturbia el que existan otras alternativas terapéuticas para los síntomas que causa.
Las alternativas terapéuticas
"Las isoflavonas de soja han demostrado claramente su eficacia contra los sofocos en tres metaanálisis. Antes se recomendaba la dosis mínima, 40 miligramos al día, pero era insuficiente. La dosis óptima son 80", aclara el doctor Haya.
Este especialista recuerda que existen dudas sobre su papel en otros síntomas de la menopausia, pero se reconoce su valor a la hora de "reducir el colesterol, mantener la densidad mineral ósea y se está especulando con su posible papel a nivel cerebral, con la preservación de las habilidades cognitivas", añade.
Las isoflavonas de Trébol Rojo también son eficaces contra los calores repentinos que sufren las mujeres pero la evidencia científica de sus cualidades no es tan abundante como la existente en el caso de las que provienen de la soja.
La última novedad fitoterapéutica que se ha añadido a este arsenal terapéutico contra el cese de la menstruación es la 'cimicífuga racemosa'. "Aún no hay datos disponibles sobre sus efectos pero sabemos que a algunas mujeres les va muy bien. Cimi, de insecto, es una planta que los espanta y que crece en forma de racimo de ahí lo de racemosa", apunta el ginecólogo de Madrid.
El experto del Hospital Santa Cristina, recuerda que no se ha podido constatar que los productos de soja tengan un efecto terapéutico contra la menopausia. "La clave del éxito de un tratamiento está en el uso regular y continuo, en las dosis adecuadas, del producto. Con el consumo de alimentos unos días tomas una cantidad y otros, otra. Desconocemos, por lo menos hasta el momento, qué cantidad de isoflavonas lleva cada uno de los productos comercializados, ya que no lo indican en la etiqueta".
Cómo cuidarse en la menopausia
Es importante que llegada esta etapa se acuda a la consulta ginecológica para realizarse un chequeo rutinario. El mismo consejo tendrá que aplicarse para el médico de familia. Es él quien evaluará ciertos factores de riesgo asociados a la menopausia. Uno de ellos es el cardiovascular.
Los estrógenos ejercen un papel protector del corazón y la disminución de su producción cuando llega este momento aumenta su vulnerabilidad. Asimismo se debe valorar la existencia o no de hipertensión, hipercolesterolemia y osteoporosis.
La mujer debe saber, además, que las necesidades metabólicas de energía disminuyen un 5% por cada década, lo que se traduce invariablemente en una necesidad menor de aporte calórico.
Llevar una dieta sana y equilibrada -con un aporte adecuado de calcio junto con vitamina D, para prevenir la osteoporosis posmenopáusica- y realizar ejercicio físico son las mejores recetas en esta época de la vida.
"Tan sólo es necesario exponerse al sol diez minutos al día, que dé en las manos y en la cara para lograr que se produzca la cantidad de vitamina D que necesitamos. También es aconsejable recordar a las mujeres que tienen intolerancia a la lactosa o que no les gusta la leche que pueden obtener el calcio necesario consumiendo latas de sardinas o recurrir a los suplementos farmacológicos, que se toleran muy bien y son baratos", aconseja Javier Haya.