'The Lancet'

Un tercio de las muertes infantiles es por mal nutrición

Así lo afirman hoy cinco estudios.

Más de un tercio de las muertes anuales de niños menores de 5 años en el mundo y un 11% del total de las enfermedades en esa población se deben a la falta de nutrición maternal e infantil, según publica hoy la revista británica The Lancet .

Cuatro de cada cinco chicos que sufren deficiencias nutricionales viven en 20 países, escribe Richard Horton, director de la prestigiosa publicación científica. Y precisa que, entre los que necesitan medidas urgentes, están Birmania, Uganda, la India y Sudáfrica.

En una presentación en Londres de una serie especial dedicada al tema, Horton subrayó la necesidad de poner en marcha programas nacionales e internacionales para remediar la situación, que calificó de "injustificable".

Los signos de la subnutrición -una de las formas de la malnutrición- son delgadez, el retraso del crecimiento y la deficiencia de vitaminas y minerales esenciales. El mejor período para prevenir la subnutrición es entre el embarazo y los 2 años, una edad después de la cual un chico sufre "daños irreversibles para el desarrollo hacia la edad adulta", explicó Horton. Las consecuencias incluyen baja estatura, y en las mujeres, bajo peso.

Además, los niños que han sufrido falta de nutrición hasta los 2 años y después aumentan rápidamente de peso, tienen más riesgo de sufrir enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación.

Situación local

En la Argentina, las estadísticas difundidas ayer por el Ministerio de Salud indican que la tasa de mortalidad infantil en 2006 fue de 12,9 chicos por cada mil nacidos vivos.

El licenciado Sergio Britos, director asociado del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni), explicó ayer a LA NACION que la desnutrición está vinculada directamente con la pobreza y que el problema no sólo afecta a la Argentina.

Según Britos, "el espacio o momento más oportuno para evitar una malnutrición son los nueve meses de embarazo y hasta los dos años de vida del niño. Este período es clave porque es cuando el crecimiento es más rápido y se forman las funciones cognitivas".

Y agregó que entre las posibles medidas de prevención de la malnutrición están "que las madres tomen conciencia de que deben adoptar la rutina del control médico y mantener la lactancia durante los primeros seis meses de vida del bebe". Indicó también que, a partir del sexto mes, el bebe debe recibir una alimentación complementaria. "Es indispensable incorporar al menú de los hijos carnes, frutas y verduras -explicó-. La desnutrición ocurre cuando la alimentación es inadecuada y tiene que ver más con la calidad que con la cantidad de alimentos."

Es que aun cuando las personas comen suficiente cantidad de alimentos, pueden padecer malnutrición, si esos alimentos no tienen las cantidades apropiadas de micronutrientes, vitaminas y minerales para cubrir las necesidades diarias. La malnutrición se manifiesta de varias formas, según el tipo de nutrientes ausentes en el menú diario, la cantidad de tiempo que dura esa nutrición insuficiente y la edad en que esto ocurre.

Su forma más común es la llamada deficiencia proteico-energética, que ocurre cuando la dieta carece de energía y proteínas suficientes. La deficiencia de micronutrientes, principalmente vitaminas y minerales, es otra forma de malnutrición y sus señales orgánicas más frecuentes son la anemia por deficiencia de hierro, la falta de vitamina A, folatos y zinc.

Julieta Bravo

LA CIFRA
3,5 Millones 
 
Es la cantidad de niños menores de 5 años que mueren en el mundo por falta de nutrición.  

 


 

El Mundo, España

Malnutrición materno-infantil, una lacra social y económica

El 80% de los niños desnutridos vive en 80 países de Asia, África y Latinoamérica

Cada año fallecen 3,5 millones de menores de cinco años por una mala alimentación. 

Una madre y su hijo en un centro de alimentación cerca de Nairobi, Kenia. (Foto: Radu Sigheti | REUTERS) CRISTINA DE MARTOS

MADRID.- Una alimentación pobre durante el embarazo y la infancia tiene consecuencias a largo plazo que muchas veces son irreversibles. Un tercio de las muertes de niños menores de cinco años de debe a la malnutrición que sufren ellos mismos y sus madres. Pero hay más, los que sobreviven a esta situación, se convierten en adultos peor educados, con menos ingresos, menos capacidad de trabajo y más propensos a padecer enfermedades.

Tres millones y medio de niños menores de cinco años fallecen cada año por causas relacionadas con la desnutrición así como el 11% de las enfermedades infantiles, según explica una serie de artículos en la revista 'The Lancet'. Tener un bajo peso para una altura determinada o una talla pequeña para la edad son dos indicadores de que la alimentación es muy deficiente. Ambos, junto a nacer con poco peso, son los factores de riesgo que más mortalidad provocan en este colectivo, 2,1 millones anuales.

Los bebés nacidos a término (más allá de la semana 37 de gestación) con un peso inferior a dos kilos tienen un riesgo de mortalidad ocho veces mayor que los que superan los 2.500 gramos. Esta restricción del desarrollo fetal se da cuando la situación nutricional de la madre es mala.

Si una mujer tiene un índice de masa corporal (IMC) bajo (menos de 18,5), las posibilidades de que el bebé tenga problemas para crecer con normalidad en el interior del útero aumentan. Además, la baja estatura materna, señal de una mala alimentación, incrementa en un 60% los partos por cesárea con el riesgo que conlleva, más aún en países en los que la asistencia obstétrica es precaria o inexistente.

Otro factor materno que influye en la nutrición del niño está relacionado con el periodo de lactancia. Las autoridades sanitarias internacionales recomiendan amamantar de forma exclusiva a los hijos durante los seis primeros meses de vida y en combinación con otros alimentos hasta los dos para aumentar la supervivencia de los pequeños. De cumplirse el primer requisito, el millón y medio de muertes que se le atribuyen (12% del total) se reduciría.

Consecuencias en la edad adulta

Los gobiernos "están fracasando a la hora de alcanzar a los sectores poblacionales que necesitan estas intervenciones"

La hambruna durante la infancia altera la fisiología y el desarrollo cognitivo y físico de forma irreversible. Hasta tal punto, que los que la han sufrido alcanzan una altura menor, un nivel educativo más bajo, tienen menos poder adquisitivo y una descendencia de bajo peso.

Estos riesgos aumentan cuando los niños malnutridos hasta los 24 meses empiezan a ganar peso rápidamente en años posteriores. En estos casos, se producen cambios en el metabolismo lipídico y de la glucosa y en la tensión arterial, que suponen un incremento del riesgo cardiovascular y de patologías crónicas.

"Concluimos que el daño sufrido a una edad temprana provoca una incapacidad permanente que puede afectar a generaciones futuras –señalan los autores de uno de los estudios-. Es probable que su prevención conlleve importantes beneficios en la salud, la educación y la economía".

Revisión de las estrategias

El 80% de los menores de cinco años malnutridos vive en veinte estados, la mayor parte en África, Asia y Latinoamérica. La solución no es una entelequia pero pasa por el compromiso de los gobiernos que, explica otro de los trabajos, "están fracasando a la hora de alcanzar a los sectores poblacionales que necesitan estas intervenciones". Solo dos de los países más afectados por la desnutrición colocaron la cuestión como su máxima prioridad.

"Los programas que han demostrado ser eficaces deben aplicarse a escala rápidamente. El periodo que va desde el embarazo hasta los 24 meses de vida es crucial para reducir la malnutrición y sus efectos adversos", concluye.

Los planes de Naciones Unidas son reducir a la mitad las personas que padecen hambre, en dos tercios las muertes de menores de cinco años y en tres cuartos las maternas, entre otros Objetivos del Milenio. Intensificar la actividad en los países más afectados es la única forma de alcanzar estas metas.

"¿Qué podemos hacer? –se preguntan los autores del cuarto documento-. No existen recetas simples para reducir la desnutrición, aunque implantar cuatro o cinco de los programas cuya eficacia está demostrada [como añadir yodo a la sal o los suplementos de vitamina A] tendría efectos cuantificables".