En la escuela | 01 OCT 07

Bullying, el acoso invisible

La nota que se publica aquí fue seleccionada en el Certamen Nacional “Periodistas por un día”, que organizan el Programa Escuela y Medios del Ministerio de Educación de la Nación y la Asociación de Editores de Diarios de Buenos Aires (Aedba).

LA NOTA PREMIADA DEL CONCURSO PERIODISTICO PARA ESTUDIANTES SECUNDARIOS

“Fui victima del bullying durante muchos años, desde la primaria. Me sentía molestada, ofendida, despreciada por mis propios compañeros. Cuando era muy chica tuve parálisis cerebral, que me dejó secuelas. Por eso tengo dificultad para caminar”, recuerda Yas, estudiante de una escuela media de la ciudad de Buenos Aires. ¿Qué es el bullying? Esta palabra en inglés se generalizó para designar un fenómeno bastante común entre los estudiantes: el acoso y el maltrato. Es un maltrato que una víctima recibe de un victimario, que cruelmente cumple con el objetivo de asustarlo y someterlo con burlas y agresiones de distinto tipo. Esto provoca la exclusión social del agredido.

El bullying, acción bastante común en las escuelas primarias y secundarias, es “un comportamiento prolongado de insulto verbal, rechazo social, intimidación psicológica o agresión física de uno o unos niños hacia otro que se convierte en víctima”, dice María Zysman, psicopedagoga del equipo Bullying Cero Argentina.

No todo acto agresivo entra en la categoría de bullying. Para que se cumplan se tienen que dar una serie de condiciones:

- Una víctima, casi siempre indefensa, que es objeto de ataques reiterados de parte de uno o varios compañeros.

- Desigualdad de poder, ya que siempre hay un “fuerte” que se impone a un “débil”.

- Repetición: el acto agresivo se reitera, sucede durante un tiempo largo y de forma reiterada.

El bullying puede manifestarse de diferentes maneras, o sea que existen diversos tipos de acoso:

- Físico: “Lo golpeaba en la cabeza cada vez que no me convidaba golosinas” –dice Mariano, de 15 años–. Yo era chico y tenía un tío joven que me decía que los hombres tienen que hacerse valer por la fuerza. Le creía porque era mi tío y era más grande que yo. El era mi modelo y entonces yo agarraba a alguien de punto. A este pibe lo tenía loco. Le quitaba todo lo que se compraba: chicles, caramelos. Si no, lo golpeaba.”

- Verbal: “Cuando estaba en 4o grado mi mamá me llevó al oculista porque no veía bien. La maestra me había sentado en el primer banco y me cargaban porque era alta. El oculista me recetó anteojos. El día que los tuve, fui recontenta al colegio porque ahora me iba a sentar atrás. Pero cuando me vieron me empezaron a gritar ‘Cuatro ojos, ahí viene la Cuatro ojos’ y cosas así. Me sacaba los anteojos y no veía, y si me los ponía se burlaban de mí”, cuenta Gladis, de 15 años.

- Psicológico: “Yo traigo plata y me compro algo en el buffet, todos los días. Vienen los de 4o y me rodean para sacarme lo que compré. A mí me da mucho miedo.” (Testimonio de Alan, 13 años.)

- Social: “Te cuento que yo iba a una escuela de Fuerte Apache, en la EGB. Ahí a todos nos gustaba la cumbia, la cumbia villera, ¿viste? Cuando terminé la EGB mi vieja quiso que me pasara al lado de Capital para terminar la secundaria. Fui a una escuela de Devoto. Como me gustaba la cumbia me empezaron a decir ‘villera’ y cosas peores. No podía soportarlo, pero no quería contarle a mi vieja para que no se armara lío.” (Romina, 15 años).

El acoso escolar es una forma más de discriminación, fenómeno muy extendido en la sociedad actual. Según María José Lubertino, titular del Inadi, en la ciudad de Buenos Aires más del 30 por ciento de las personas entrevistadas señala haber vivido situaciones de discriminación.

El acoso escolar no es nuevo. Existió desde siempre. En la época de nuestros abuelos, según nos cuentan ellos, las “cargadas” se hacían casi en secreto. “Siempre se tomaba a uno de punto, al narigón, al gordo, al muy alto, o al muy bajito, pero esto tenía poca carga agresiva, era más bien motivo de risa y ahí quedaba”, recuerda un abuelo.

 

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