Varones laboralmente activos | 11 JUN 08

La siesta disminuye el riesgo de mortalidad coronaria

Este hábito quizá ayuda a liberar las tensiones derivadas del trabajo.

Introducción

La hipótesis de que la siesta puede reducir el riesgo de enfermedad coronaria (EC) fue propuesta de acuerdo con pruebas ecológicas que indicaron que en los países en los que es un hábito –en particular, los de la cuenca mediterránea y América Latina–, las tasas de mortalidad debidas a coronariopatías son inferiores. Un estudio de casos y controles realizado en Grecia ya había aportado pruebas poco sustentables al respecto; lo mismo sucedió con otro ensayo similar realizado en Costa Rica. En ambos casos no se halló una relación inversamente proporcional entre la siesta y la mortalidad de causa cardiovascular y aun de otra etiología sino que, por el contrario, se informó sobre una asociación positiva o directamente proporcional. Sin embargo, al contrario de la somnolencia, que indica trastornos del sueño, estos estudios no cumplieron los criterios requeridos para evaluar el papel que la siesta desempeña en la mortalidad de causa coronaria entre individuos sanos.

Los estudios de casos y controles son de dudosa efectividad para investigar la EC porque las muertes súbitas no pueden ser incluidas en las series de casos. La actividad física es un factor importante de confusión porque está inversamente asociado con las coronariopatías y la correspondiente mortalidad; lo mismo sucede con la siesta. En estos estudios se encuentra disponible más información pero no se la ha detallado lo suficiente para reducir la posibilidad de confusión residual. La mayor parte de los ensayos de cohortes se realizaron con sujetos ancianos ya al momento de ser incorporados. Por lo tanto, con mayor probabilidad presentaban comorbilidades asociadas en forma directa con la frecuencia con la que duermen la siesta y la mortalidad global de causa coronaria.

Este hecho introduce un importante factor de confusión que vicia la asociación siesta-mortalidad por coronariopatía. Esta relación fue evaluada por los autores de este artículo en una cohorte de adultos griegos en quienes se consignó actividad física habitual, comorbilidades, factores de riesgo para mortalidad debida a causa coronaria y dieta. Además, evaluaron la asociación entre siesta y mortalidad por EC en sujetos jóvenes sanos que, al momento del estudio, trabajaban, se encontraban desocupados o integraban un grupo de retirados de la actividad laboral. No se incluyeron mujeres porque en Grecia, con frecuencia y a edad todavía relativamente temprana, optan por dedicarse a tareas domésticas en su propio hogar.

Metodología

Fueron incorporados 28 571 voluntarios entre 20 y 86 años, entre 1994 y 1999, de 10 países europeos. Se les preguntó si dormían siesta, la duración promedio y la frecuencia semanal; luego respondieron sobre la frecuencia con que participaban en actividades laborales y de ocio y, de acuerdo con la primera información, se calculó aproximadamente la energía consumida durante un día promedio. También se consignó información sobre la dieta, en particular si se seguían los hábitos de la cuenca mediterránea, ya que este régimen alimentario está asociado con mortalidad por varias causas, entre ellas, la EC. Asimismo, se registraron las características sociodemográficas, antropométricas y el estilo de vida de los participantes.

El 94% de la cohorte inicial fue seguida hasta diciembre de 2005. Luego de la exclusión por diferentes razones restaron para efectuar el análisis 23 681 sujetos, cuyo promedio de seguimiento fue de 6.32 años. Las causas de muerte de los fallecidos durante ese período se obtuvieron de los certificados de defunción correspondientes.

 

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