Estudio en Mujeres Ancianas

El síndrome metabólico como factor de riesgo cardiovascular

Análisis de la incidencia de síndrome metabólico y los cambios en el espesor carotídeo en una cohorte seguida durante 12 años.

Los pacientes afectados por el síndrome metabólico presentan obesidad abdominal, hipertrigliceridemia, hipercolesterolemia, hipertensión y resistencia a la insulina (con hiperglucemia o sin ella). Este síndrome es un importante factor de riesgo para el desarrollo de enfermedad cardiovascular aterosclerótica y diabetes tipo 2, y tiene una incidencia creciente que se incrementa con la edad. En los EE.UU. su prevalencia es del 24% en los adultos jóvenes pero aumenta al 42% en los mayores de 70 años.

El espesor de la capa íntima-media de las arterias carótidas medido por ecografía es un indicador confiable de aterosclerosis en etapas preclínicas, con una sensibilidad aun mayor que la de la angiografía en estas etapas. La evaluación ecocardiográfica es segura, económica, no invasiva y puede predecir el riesgo de infarto de miocardio y ACV.

Representa un método más conveniente que la angiografía para valorar la progresión de la enfermedad aterosclerótica. En varios estudios transversales se ha encontrado una asociación entre síndrome metabólico y el espesor de la capa íntima-media carotídea, pero pocos estudios prospectivos evaluaron la relación de este síndrome con la progresión de este espesor. Los autores del estudio investigaron, en una población de mujeres mayores de 70 años, la asociación del síndrome metabólico con los cambios en el espesor de la capa íntima-media carotídea a lo largo de 12 años de seguimiento.

Materiales y métodos

Participaron en el estudio 113 mujeres seleccionadas inicialmente entre 1991-1992 y que luego fueron revaluadas de la misma manera en el año 2003. A todas las pacientes se les extrajo sangre venosa en ayuno para medir glucemia, colesterol, triglicéridos y HDL. Se utilizó la fórmula de Friedewald para obtener el valor de LDL. De acuerdo con el protocolo MONICA, a cada paciente se le midió la altura, el peso y la circunferencia de la cadera y se obtuvo el índice de masa corporal (IMC). Se utilizaron los criterios norteamericanos (criterios del National Cholesterol Education Program [NCEP]) para el diagnóstico de síndrome metabólico. Estos criterios fueron: hipertensión arterial ≥ 130/85 mm Hg y/o tratamiento antihipertensivo, glucemia ≥ 110 mg/dl, HDLc < 50 mg/dl, triglicéridos ≥ 150 mg/dl y circunferencia de cadera > 88 cm. Para diagnosticar el síndrome se debían reunir al menos 3 factores de riesgo.

Ecografistas entrenados practicaron las ecografías para las mediciones del espesor de la capa íntima-media de las arterias carótidas. Las mediciones se realizaron en la bifurcación carotídea porque es la zona donde se ubican con mayor frecuencia las placas de ateroma.

Las diferencias demográficas, metabólicas y clínicas entre las participantes se analizaron con la prueba de la t o con la de Mann-Whitney para variables continuas y la prueba de chi cuadrado para variables categóricas. Para medir los cambios metabólicos, clínicos y en el espesor de la capa íntima-media a lo largo de los años de estudio se utilizó la prueba de la t de muestras pareadas o la prueba de Wilcoxon para variables continuas y la prueba de McNemar para variables categóricas. Se realizaron análisis de regresión lineal para evaluar la asociación independiente de factores de riesgo metabólicos individuales a nivel basal con los cambios carotídeos.

Resultados

En el inicio del estudio la prevalencia de síndrome metabólico fue de 13%. Estas mujeres tenían un incremento del 18% en el espesor de la capa íntima-media carotídea con respecto a aquellas que no tenían el síndrome (1.21 mm frente a 1.03 mm, p = 0.06). Al comienzo del estudio no se diagnosticaron casos de diabetes.

Tras 12 años de seguimiento, el 46% de las participantes presentaba síndrome metabólico.

A lo largo de esos años algunos parámetros aumentaron mientras que otros disminuyeron. Los parámetros que aumentaron fueron circunferencia de la cadera (10%), IMC (2%) y la glucemia (11%). Los que disminuyeron fueron LDLc (16%), HDLc (21%), presión sistólica (8%) y diastólica (19%). Se incrementó también el uso de fármacos hipolipemiantes de 7% a 36% y el empleo de antihipertensivos de 23% a 56%.

El 11% de las pacientes presentaba diabetes. El espesor medio de la capa íntima-media carotídea se incrementó 21% a lo largo del estudio (1.05 ± 0.31 mm a 1.27 ± 0.38 mm, p < 0.001).

Se realizaron ajustes por edad, presencia de enfermedad cardiovascular, actividad física, tabaquismo, consumo de alcohol, nivel de LDLc, uso de fármacos hipolipemiantes, espesor de la capa íntima-media carotídea y puntaje de riesgo de síndrome metabólico. Después de estos ajustes el aumento promedio del espesor de la capa íntima-media fue 2 veces superior en las pacientes con síndrome metabólico respecto de quienes no lo presentaban.

Tras realizar ajustes por diámetro de cadera y por nivel de triglicéridos este incremento se reducía, pero tras ajustar por glucemia, HDLc y presión sistólica no sufría variaciones.

Ochenta y ocho mujeres no tenían síndrome metabólico al comienzo del estudio. En ellas, cuanto mayor era el número de factores de riesgo que adquirían a lo largo de los 12 años mayor era el incremento promedio en el espesor de la capa íntima-media carotídea. Este incremento fue 2.4 veces superior en las mujeres con al menos 2 factores de riesgo respecto de aquellas sin esos factores. El análisis por regresión lineal (no ajustado) estableció que los factores de riesgo asociados con el aumento del indicador carotídeo fueron edad, nivel de triglicéridos, circunferencia de cadera y espesor de la capa íntima-media basal.

Discusión

En opinión de los autores el estudio demostró que en las mujeres evaluadas la aparición del síndrome metabólico se asoció con progresión en el espesor de la capa íntima-media carotídea. Estos cambios carotídeos fueron similares a los encontrados en otro estudio reciente del cual participaron adultos varones pero de menor edad. Los hallazgos del presente estudio son relevantes para la salud pública en virtud del rápido incremento en la población anciana en los países occidentales y del elevado riesgo de enfermedad cardiovascular en este grupo de edad.

La progresión de la enfermedad aterosclerótica aumenta en forma evidente con la edad, sobre todo en las mujeres después de la menopausia. Esto determina que la enfermedad cardiovascular se convierta en la principal causa de muerte. La prevalencia de accidente cerebrovascular (ACV) se incrementa en ambos sexos, pero el riesgo a lo largo de la vida de morir por ACV es el doble en las mujeres. Las que presentan síndrome metabólico tienen 2 veces más riesgo de padecer un ACV isquémico o un accidente isquémico transitorio.

En el estudio la prevalencia de síndrome metabólico aumentó de 13% a 46% en 12 años.

El peso corporal de las mujeres no cambió sustancialmente, pero el diámetro de la cadera se incrementó 10%. Esto puede atribuirse a cambios progresivos relacionados con el envejecimiento que provocan una reducción de la masa muscular y un aumento de la adiposidad corporal, sobre todo en la zona abdominal. Se sabe que la obesidad abdominal predice la aparición de síndrome metabólico, aterosclerosis y enfermedad cardiovascular.

En el estudio, las mujeres con síndrome metabólico tenían un IMC y un diámetro de cadera mayores, lo que destaca la importancia de la obesidad abdominal. En estos pacientes se recomienda implementar cambios en el estilo de vida, a través de la promoción del ejercicio físico regular y de modificaciones en la dieta, para mantener un peso corporal adecuado y evitar la pérdida de masa muscular.

El largo período de seguimiento y el hecho de tratarse de mujeres ancianas extraídas de una cohorte poblacional son puntos fuertes del estudio. Entre las limitaciones que presenta el trabajo aparece un probable sesgo de selección: las mujeres seleccionadas pueden haber sido más saludables que las de la población general. Las que participaron en el estudio tenían mejor educación y menos factores de riesgo metabólicos que las mujeres excluidas en el proceso de preselección. Además, sólo una pequeña proporción de participantes eran fumadoras. Durante el estudio se incrementó el uso de antihipertensivos y de fármacos hipolipemiantes, lo que contribuyó a controlar 2 factores de riesgo importantes, como la hipertensión y la hipercolesterolemia. Entre los factores que probablemente contribuyeron a subestimar la asociación entre el síndrome metabólico y los cambios carotídeos están el tamaño reducido de la muestra (n = 113), el tratamiento de los factores de riesgo y la mejor condición general de las participantes.

Conclusión

Según los autores el estudio demostró que la presencia del síndrome metabólico en las mujeres ancianas puede predecir la progresión del espesor de la capa íntima-media carotídea, un indicador confiable de la etapa preclínica de la enfermedad aterosclerótica.

SIIC