Entrevistas Intramed | 15 NOV 06

La cuestión Gay

¿Es la sexualidad un destino o una elección? ¿Qué diferencia lo homosexual de lo Gay? ¿Qué es el imperativo heterosexista? ¿Por qué se rechaza la tolerancia? ¿Qué produjo el SIDA en la homosexualidad?
Autor/a: Daniel Flichtentrei para IntraMed 
INDICE: 

Ocurre muchas veces, pero siempre vuelve a sorprendernos. Cuando creemos tener claras las ideas respecto de algún tema, basta encontrarse con una persona sensible, inteligente y con un alto grado de formación académica para que descubramos otro tema. Para que se desnude toda la simplificación y el pensamiento rudimentario con que frecuentemente organizamos las representaciones acerca de la realidad.

Ernesto Meccia es sociólogo, egresado con Diploma de Honor de la UBA. Master en Investigación en Ciencias Sociales y candidato a Doctor en Ciencias Sociales de la UBA. Ha dictado numerosos cursos y seminarios de la especialidad mientras se desempeña como Profesor adjunto en la carrera de Comunicación Social y en el Ciclo Básico Común. Acaba de publicar un libro: “La cuestión Gay”, Gran Aldea editores. Allí aborda la complejidad de la experiencia humana de las elecciones sexuales y la oscura atmósfera de ocultamiento y discriminación que hasta ahora ha impedido pensar con libertad acerca de ellas.

Emplea con naturalidad las herramientas conceptuales de la sociología y las pone al servicio de pensar –con sus categorías propias- el mundo en el que vive. Desde la perspectiva de Pierre Bourdieu o Erving Goffman mira con lucidez el mundo Gay y extrae conclusiones reveladoras. La discriminación explícita o latente, las transformaciones que la epidemia del SIDA ha estimulado en las concepciones sobre la sexualidad. Rechaza la “tolerancia” y reclama con vehemencia el “reconocimiento”, la escucha y la visibilidad de personas que han hecho una elección sexual adulta. Impugna el “imperativo heterosexista” y argumenta con razones sólidas y fundamentadas. 

Es siempre una experiencia estimulante el diálogo con una persona comprometida y con un bagaje cultural que lo respalda. IntraMed sostuvo un diálogo con Ernesto Meccia que abre las puertas a un tema en permanente redefinición. La puesta en crisis de lo ya dicho a través de años de historia descorre el velo del prejuicio y nos permite reflexionar con menos limitaciones.

· Entrevista a Ernesto Meccia:

· ¿Por qué éste libro hoy es posible y hace veinte años no?
 
E.M: Te puedo presentar al menos tres factores:

Primero porque en la década del 80 hubo una epidemia espantosa que se llamó SIDA que nos obligó a repensar muchos temas, tanto en un nivel cotidiano como político. Además, el SIDA, le hizo saber a la sociedad que estaba secretamente encantada por el sexo, encantada en el sentido de que  el sexo tenía un misterio digno de ser revelado: que es una esfera de actividad autónoma, dadora por sí misma de felicidad, que no necesariamente tiene que atarse a otro fin. En este sentido, que hoy exista un libro que se refiera a la sexualidad puede atraer a los lectores porque ellos seguramente no sospechan que el libro los estará alertando sobre los presuntos peligros del sexo... recordemos la cantidad de libros moralistas que trataban sobre el sexo. Al contrario, verán en el libro un aliado, un elemento que los ayudará a descifrar qué quieren y a entender qué buscan, sin castigarlos.

Segundo porque me parece que la cuestión gay tiene cabida en la actualidad porque estamos viviendo un proceso cultural que habla de un respeto irrestricto a las decisiones y elecciones individuales y, en este caso, la sexualidad en los  últimos tiempos apareció  como una cuestión de  elección individual. El cuerpo ya no es más  un destino para las personas, el sexo tampoco es más un destino, por el contrario, son objeto de exploración para hacer las elecciones que más nos den placer.

Tercero esta tal vez sea la cara más triste de la moneda,  porque hoy por hoy “lo gay” vende mucho. Entró en un circuito comercial que está en franca expansión y tendríamos que reconocer que este costado comercial nos brinda algunas pistas para entender la ciudadanización tibia y relativa que los gays tienen en la Argentina y en el mundo.


· En tu libro describís la fractura entre un discurso público tolerante y una vida privada donde la discriminación todavía está presente.

E.M: Bien entendida, la política tiene que llevarnos a pensar las utopías. De la mano de la política gay se inauguró un nuevo orden de lo pensable. Imaginemos -para comparar- una persona gay que hoy tenga cuarenta y cinco años y que recién se  enteró hace dos años que puede aspirar en algunos países al matrimonio o que puede unirse civilmente, que tiene la ley de su lado; con un chico gay que hoy tenga veinte años que ya tiene desde el vamos todo eso a su favor. Estas discusiones por los derechos inimaginales para los gays hasta hace poco tiempo fueron precipitadas por las organizaciones de los gays. Estas discusiones que se dan en el campo político están adelantadas con respecto a la realidad: a eso es a donde debe llevarnos la política bien entendida, la buena política tiene ésta función de adelantarse a lo que está retrasado. Es lógico, el lastre asqueroso que dejaron siglos de instituciones heterosexista aún permanece y va a permanecer todavía.


· En la esfera de la vida cotidiana…

E.M: Sí, claro. En el libro me interesa resaltar que la sociología no tiene que buscar cierres ni realizar lecturas de la realidad con el formato de fábulas fáciles. Todo está en permanente transformación y eso se nota mucho en la vida cotidiana, donde a pesar del retraso con respecto a la política, las personas se animan a pensar distinto, a realizar cosas que antes no imaginaba. Todo amerita lecturas paradojales, lecturas contradictorias, lecturas antinómicas, dilemáticas, toda esa zona intermedia es lo que tenemos que tener en cuenta hoy para dar cuenta de la cuestión gay.


· ¿Existen diferencias entre lo homosexual y lo gay?

E.M: Yo hablo de la “experiencia homosexual” y de la “experiencia gay”. Cuando hablo de “experiencia” estoy diciendo que cuando hablamos de sexualidad no tenemos que hablar de acto sexual, no tenemos que hablar de un pene en una vagina, o de un pene en un ano (entre tantas otras posibilidades). Por el contrario, tenemos que hablar de cómo las personas le atribuyen valor o disvalor a lo que hacen con sus órganos sexuales. En este sentido el sexo o la sexualidad es una experiencia, no es un acto. Cuando hablo de la experiencia homosexual me refiero al valor que a sus actos sexuales les atribuían las gentes de generaciones pretéritas. La experiencia homosexual es una especie de legado, es algo que viene del pasado: al sencillo acto de hacer tal o cual cosa con tu sexo, con tu cuerpo, tu conciencia le adhería imágenes y palabras negativas, desvalorizantes, que provenían del imaginario social de entonces. Pero la experiencia no es algo que se da de una vez y para siempre y para todos. Cuando hablo de la experiencia gay (o de la gaycidad) me estoy refiriendo a otra forma de atribuir sentido a los actos sexuales: las generaciones actuales de gays tienen a mano otras imágenes y otras palabras con las que investir sus actos sexuales, imágenes más dignificantes que aquellas que formaban parte de la “experiencia homosexual”. Por supuesto, la experiencia gay no es una experiencia llena de felicidad, pero sí tenemos que recalcar que se trata de una experiencia mucho menos traumática que la experiencia homosexual, heredera de la desnaturalización de la discriminación. En el marco de la experiencia gay, es harto probable que si una persona gay es agredida, considere la ofensa como lo que es: una ofensa; antes, en el marco de la experiencia homosexual, las ofensas más terribles, impunes y gratuitas eran a menudo consideradas como algo “merecido” por los mismos gays.


· ¿Existía la homosexualidad antes de que se hable de ella o es una pura construcción discursiva?

E.M: Justamente, ese es un gran tema de discusión. Si la sexualidad son los actos, por supuesto que existió desde siempre, si la sexualidad es un sentido social que le atribuís al acto, la homosexualidad, o el homosexual como una figura unitaria que tiene tales o cuales características (es histérico, es perverso, es neurótico) sólo existe desde hace dos siglos, gracias a la Medicina, la Psiquiatría y el Estado.


· Entonces existe como una construcción...

E.M: Exactamente, una construcción discursiva y  esto nos tiene que llevar a hacer algunas precisiones teóricas sobre el estatuto del discurso. ¿Qué hace el discurso: representa la realidad o construye la realidad? Si el discurso representase la realidad, la Medicina y el Psicoanálisis sobre finales del siglo XIX habrían alumbrado ese objeto homosexual que fue perverso desde siempre. Pero no fue ésto lo que ocurrió. Lo que hicieron la Medicina, la Psiquiatría y el Estado fue construir la perversidad y hacer vivir al “perverso” como perverso, quiero decir que a partir de que estos discursos fueron puestos a circular, no solamente fue posible que un heterosexual le diga “perverso” a un homosexual, sino que el mismo homosexual se sienta un perverso y, en consecuencia, (además de vivir discriminado por los heterosexuales) vivió auto-discriminado y auto-oprimido. El discurso no representa la realidad, tiene a veces el temible poder de construirla.

 

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