La obesidad (O) es una de las mayores amenazas para la salud infantil en USA. La prevalencia de O, (IMC mayor del percentilo 95), en niños de 6 a 17 años, es 11%, y la de sobrepeso (S), (IMC entre los percentilos 85 y 95) es 14%. A pesar del crecimiento alarmante de la prevalencia no se toman medidas de salud pública para la prevención y tratamiento. El abordaje de la O siempre se hacen forma individual, sin considerarlo un problema social.
Vivimos en una sociedad preocupada por la comida. Año a año salen al mercado nuevos productos alimenticios. En la sociedad hay 2 mensajes opuestos: "es bueno comer" y "es malo ser gordo". Durante la lactancia y la primera infancia el mensaje es claro, y los padres eligen para sus hijos los alimentos más saludables, sin dudarlo.
A partir de los 2 años de vida, el mensaje acerca de la comida cambia dramáticamente. Los niños son blanco de la publicidad y se estima que están sometidos a 10000 publicidades anuales de comida, 95% son de comidas rápidas y golosinas. Los preescolares ya son "consumidores por influencia", y la publicidad apunta a que ellos los reconozcan y elijan. A medida que avanzamos en la edad escolar el mensaje publicitario se vuelve más agresivo. Las golosinas están fuertemente asociadas con fiestas y vacaciones y los programas infantiles tienen mucha publicidad de golosinas y snacks.
Muchos artículos advierten a los padres sobre la O y la importancia de promover una alimentación saludable y más actividad física. Sin embargo, también se los advierte que si insisten mucho con perder peso, aumenta el riesgo de ansiedad, depresión o trastornos alimentarios asociados a la O. Como el 60% de los chicos O desarrollan por lo menos 1 factor de riesgo cardiovascular (HTA, dislipemia, insulino-resistencia) y el 20% 2 o más, la recomendación general es prevenir la O.
Los chicos nacen con una predisposición genética para preferir sabores dulces, rápidamente desarrollan preferencia por lo salado, y rechazan lo amargo y lo ácido. Se cree que esto es un efecto protector, la preferencia por lo dulce promueve la ingesta de alimentos con más calorías y el rechazo de los amargo los protege de tóxicos. Los padres se enfrentan con la dificultad de hacer que sus chicos vayan contra sus preferencias biológicas y limiten los alimentos muy dulces o salados, tan disponibles y promovidos fuera de casa.
Comentarios
Para ver los comentarios de sus colegas o para expresar su opinión debe ingresar con su cuenta de IntraMed.