La creó un argentino

Una técnica revoluciona la operación de carótida

El cirujano argentino Juan Carlos Parodi, uno de los directores del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA), creó una nueva técnica que evita las embolias cerebrales durante las angioplastias de carótida.

 Esta intervención mínimamente invasiva (se ingresa en el organismo a través de una pequeña incisión en la arteria femoral), que permite liberar de ateromas -placas obstructivas- el principal vaso que irriga el cerebro, previene el accidente cerebrovascular (ACV) o stroke , segunda causa de muerte en nuestro país.

Hasta la llegada de la nueva técnica de Parodi, la angioplastia de carótida tenía una importante falla: cuando la malla metálica o stent rompe la placa de ateroma que obstruye la arteria, siempre se desprenden coágulos y partículas que pueden dirigirse al cerebro y producir una embolia.

En un porcentaje que, según la idoneidad de los cirujanos varía entre el 10 y el 70% de los casos, estos desprendimientos producen graves consecuencias: lesiones neurológicas (déficit cognitivo), hemiplejia, afasia, ceguera.

Al eliminar el riesgo de embolia, el aporte de Parodi quita de la angioplastia carotídea la complicación más común y riesgosa de la intervención.

"La técnica se llama sistema de protección cerebral durante la angioplastia carotídea, aunque también se la conoce con la sigla PAES, que significa Parodi Antiembolism System -afirma el autor de la novedad, un experto mundialmente reconocido en cirugía vascular-. El trabajo fue publicado en el Journal of Vascular Surgery, la principal revista americana de cirugía vascular, es decir, no cardíaca. La técnica se aplica en todo el mundo y se realizaron 600 casos."

Parodi, también creador de una técnica para tratar el aneurisma de aorta abdominal que se usa hace 12 años, indicó que desde 1987 existen intentos para evitar la embolización durante la angioplastia carotídea.

Pero el punto central no era tan sencillo: ¿cómo lograr que la carótida no llevara hacia el cerebro, órgano que irriga, las partículas desprendidas del ateroma apenas roto por el stent?

Juan Carlos Parodi ganó el desafío. La hipótesis no era complicada. Si conseguía invertir el flujo circulatorio de la arteria carótida -es decir, que la sangre fuera para abajo en lugar de ir, irremediablemente, hacia arriba- cualquier particulado durante la disolución de la placa ateromatosa no llegaría al cerebro.

La técnica Parodi permite, una vez invertido el flujo sanguíneo, colocar el stent y abrir la arteria obstruida (estenosis). Las partículas que se desprendan circularán por la arteria como si fuera una vena y al pasar a través de un filtro quedarán atrapadas antes de que la sangre reingrese al torrente por la vena femoral. "El particulado está formado por placa aterosclerótica, fibrina, plaquetas, macrófagos, células espumosas, partículas calcificadas; todo eso habría migrado al cerebro", afirma el cirujano.

El doctor Parodi explica que en nuestro país las angioplastias de carótida son tan frecuentes como las de coronarias, de las que se realizan alrededor de diez mil por año. Si bien esta técnica es mínimamente invasiva, ambas arterias pueden intervenirse también por procedimientos quirúrgicos a cielo abierto.

Pacientes de alto riesgo

"La angioplastia carótida es una técnica relativamente nueva, que se aplica en pacientes de alto riesgo -afirma el cirujano-. En un trabajo sobre mortalidad y complicaciones de la cirugía abierta se vio que había un grupo de pacientes que se beneficiaban con la técnica mínimamente invasiva. Por ejemplo, si tuvieron insuficiencia cardíaca, edema agudo de pulmón hipertensivo, requirieron revascularización coronaria, o si padecen compromiso renal serio o enfermedad crónica obstructiva. Edad mayor a 80 también es sinónimo de alto riesgo. Y se prefiere angioplastia, además, en pacientes ya operados, o que tienen radioterapia en el cuello, para evitar abordarlos a través de un área que será de difícil cicatrización."

No siempre las obstrucciones o estenosis (angostamiento) de carótida producen síntomas claros. "Algunos pacientes -explica Parodi- pueden experimentar un fenómeno llamado amaurosis fugax : el ateroma se va desprendiendo lentamente y libera partículas que van hacia la arteria oftálmica y pueden afectar la visión, o bien sufren una obstrucción y quedan afásicos o hemipléjicos. En ese caso, conviene indicar cirugía o angioplastia, al igual que cuando no existen síntomas, pero la arteria carótida está obstruida en más del 80% de su diámetro."

El especialista recomienda que aquellas personas con antecedentes de dislipidemia familiar o que sean hipertensas, diabéticas o fumadoras deberían realizarse chequeos después de los 50 años para detectar una posible obstrucción carotídea.

"El ateroma empieza a formarse en los lactantes -dice Parodi-. Hay células llamadas macrófagos que se meten por debajo del endotelio, el tejido que tapiza internamente las arterias, captan grasa y elaboran otras células llamadas espumosas . A partir de ahí se desarrolla la placa aterosclerótica, hasta que se complica pasados los 50 años. Pero cuando da problemas, ya es vieja: tiene, al menos, unas 3 décadas."