Tiempos de inteligencia y de intolerancia

En la Viena de los salones y su mentado circulo de pensadores

Historia de una época donde la ilustración y la barbarie se rondan una a la otra

Autor/a: Dr. Oscar Bottasso

Gutta cavat lapidem, non vi, sed saepe cadendo[1]

Proverbio del mundo clásico

Inmersa en un tiempo de crisis política, social y cultural, la Viena que cabalgaba entre el fin de siglo XIX y el comienzo de la nueva centuria también albergó una intelectualidad capaz de imprimir a la ciudad un estatus de notorias transformaciones. Imbuidos de una excepcional fuerza creadora en los campos del pensamiento, las ciencias, y las artes sus protagonistas llegaron a conformar un admirable entramado de sitios de encuentro y debate. Entre los espacios donde se fomentaba tal malla relacional descollaba el salón tutelado por Berta Zuckerkandl-Szeps (Viena 1864-París 1945); salonnière, escritora, y periodista.

Su padre Moritz Szeps era el propietario del Neue Wiener Tagblatt, y muy partidario de una alianza Austro-francesa a través de sus conexiones con políticos galos como Georges Clemenceau. Berta creció en un ámbito donde ese tipo de temáticas primaban en la agenda familiar impactando muy favorablemente sobre la educación de los 5 hijos. A los 22 años contrajo matrimonio con el anatomista Emil Zuckerkandl y en 1895 nació el único descendiente, Fritz Zuckerkandl. Emil era muy conocido en el campo de la anatomía, en parte por su descubrimiento de la fascia que cubre el riñón. También era músico, afeccionado a las artes y fiel defensor de la causa cultural y feminista de su esposa.

El casamiento de su hermana Sophie con Paul Clemenceau, hermano del primer ministro francés Georges, hizo que Berta efectuara reiteradas visitas a París, frecuentando el salón regido por Sophie para así conocer a figuras como Auguste Rodin y Maurice Ravel. Berta decidió pues hacer lo propio en su ciudad. El primer salón estuvo ubicado en el distrito 9, (1889-1897); el segundo en una zona próxima (1897-1903); en tanto que el tercero en las afueras de la ciudad (1903-1914). Tiempo después se trasladó al Palais Auspitz (1916-1938), perteneciente a destacadas personalidades y amigos cercanos. En aquellos sitios desfilaron celebridades como Gustav Klimt, Arthur Schnitzler, Richard Beer-Hofmann, Franz Werfel, Hugo von Hofmannsthal, Alban Berg y Egon Wellesz. Berta también mantuvo amistad con Josef Hoffmann, arquitecto personal de la familia, y Otto Wagner. La animaba un firme compromiso de apoyar a los artistas vanguardistas, especialmente los denominados secesionistas[2]. Alma Mahler-Werfel y Gustav Mahler se conocieron precisamente en uno de sus salones en noviembre de 1901.

Desafortunadamente, el ímpetu y la emoción de los primeros años de la Secesión habían mermado durante la época de la primera guerra, al igual que las exposiciones artísticas. Concluida la conflagración, y con la anuencia de los Partidos Socialista y Conservador austríacos, esta polifacética mujer estableció contactos informales con la contraparte francesa en calidad de diplomática no oficial. En ese contexto, se opuso fuertemente al movimiento de anexión de su país a Alemania.

Con vientos que seguían soplando en contra, para la década del 30 el salón había perdido su brillo, fundamentalmente a raíz de un situación financiera dificultosa. Dado su condición de judía en 1933 incluso dejó de recibir los derechos de la Alemania nacional-socialista por sus trabajos de traducción.

Lejos de bajar los brazos, a principios de 1938, debatió ávidamente sobre el destino de su nación con el historiador Egon Friedel, el dramaturgo von Horvath, y otros miembros de la intelectualidad vienesa. Unos días más tarde Egon se arrojaría desde una ventana ante el acecho de los nazis.

Anexada Austria a la Alemania de Hitler, tuvo que huir a Francia donde residía su hijo Fritz. Allí, mantuvo estrecho contacto con otros refugiados connacionales. Al producirse la ocupación del país en 1940 la distinción de la Legión de Honor otorgada en 1929 le facilitó escapar a Argelia junto a su hijo, donde ejerció un activismo antinazi, particularmente a través de emisiones radiales. Tras la conquista de Argel por los aliados hacia fines de 1942, trabajó en una estación radiofónica creada por dichas tropas. En septiembre de 1945 regresó enferma a París y falleció el 16 de octubre de 1945.

La actividad de Berta como anfitriona del salón fue sólo un costado de aquella valerosa mujer. También escribió artículos sobre arte para el Wiener Allgemeine Zeitung, Ver Sacrum y otros medios como una lúcida portavoz de la Secesión Austríaca. Tras la muerte de su marido en 1910 y sobre todo después de la Primera Guerra Mundial, Berta se inclinó más hacia su lado periodístico, a la par del rol como analista de política exterior. Como tal, publicó numerosas entrevistas con dirigentes internacionales de alto rango, en tanto que su labor de traductora la llevó a convertir al alemán cerca de 120 obras francesas. Dedicarse al periodismo no sólo le facilitaba promover el arte y la cultura austriacos, sino que la apartaba del ahogo financiero; valiéndose del hecho que, el periodismo constituía para ese momento una de las pocas actividades aceptables para las mujeres de clase media. Lo cual no la eximió de críticas y ocasionales burlas por parte de los habituales señorotes, que finalmente terminaron respetándola por la valía de sus comentarios.

Casi en soledad esta mujer trabajó para batallar contra la ignorancia artística de su público y derribar los muros de las sofocantes y obsoletas tradiciones. En su crítica innovadora, Berta transformó una simple nota en un página cultural dirigida a quebrar la barrera de los convencionalismos reinantes y poner en contexto el mérito de tal o cual obra de arte. Sus esfuerzos en favor de la renovación anticiparon el desarrollo del nuevo Wiener Stil, que pretendía ir más allá del entonces en boga Art Nouveau.

Pero aquella ciudad de memorables salones también supo del tan mentado Círculo de Viena (1924-1936), una suerte de cruce entre filósofos con formación científica e investigadores atraídos por la filosofía, que bajo el liderazgo de Moritz Schlick abordó cuestiones centrales de esa particular encrucijada. Entre los miembros de la primera hora se hallaban los matemáticos Hans Hahn, Theodor Radacovic y Gustav Bergmann, el físico Philipp Frank, el sociólogo Otto Neurath, el filósofo Viktor Kraft, y desde 1926, el gran Rudolf Carnap. Se incorporaron estudiantes de Schlick (Friedrich Waismann, Herbert Feigl y Marcel Natkin), al igual que otros de Hahn (Karl Menger y Kurt Gödel). A lo largo de los años, se sumaron posteriores discípulos como Josef Schächter, Walter Hollitscher, Heinrich Neider, y Josef Rauscher, el jurista y filósofo Felix Kaufmann al igual que el psicólogo Egon Brunswik.

A partir de 1934, con el antisemitismo y el irracionalismo narcotizando la sociedad, el Círculo ingresó en un período de alta peligrosidad. No sólo se cerró a principios de ese año la Sociedad Ernst Mach (su primera sede), sino que se fue produciendo una continua sangría de sus integrantes sea por emigración, exilio forzado y decesos a punto tal que apenas un pequeño grupo pudo continuar las reuniones hasta 1936. La lista comprende escapados/emigrados hacia EE.UU (Feigl, Carnap, Menger, Frank, Kaufmann, Brunswik, Bergmann y Gödel), Reino Unido (Neurath y Waismann), Suiza (Hollitscher luego al Reino Unido), y Palestina (Schächter). En tanto que Hahn falleció en 1934 y Schlick fue asesinado en 1936.

Por fuera de las diferencias contextuales presentes en situaciones como las descriptas, en todas ellas subyace el denominador común de la intolerancia. Una lastimosa antítesis del término latino tolerantia (derivado de tolerare), cuyo significado consistía en aguantar, soportar, ser condescendiente y así sobrellevar los disgustos de la vida sin dejarse abatir por ellos, hoy también extensible a la aceptación de diferencias. Ante cuestiones de religión, política, economía, ciencia, o artes, las personas tolerantes respetan la visión del otro, y no imposibilitan su expresión para así garantizar la saludable libertad de opinión.

Tuvieron que pasar muchas décadas antes de que se reconociera el papel destacado de Berta en la conformación del modernismo vienés. Por suerte hoy ocupa el sitial que siempre mereció. En 2009, en el Distrito 9 de Viena, se le impuso su nombre a una calle.

Por su parte el fin del Círculo de Viena como tal no significó, sin embargo, la extinción de su influjo. Varios de los emigrados consiguieron que el empirismo lógico pudiese impactar sobre la filosofía analítica de la ciencia gracias a la actividad que desarrollaron durante la postguerra.

¿Estamos aludiendo a pretéritas anécdotas? En modo alguno, este mundo sigue siendo de duro entendimiento y en su terquedad para asimilar las crueles lecciones de la historia no hace más que refrendar aquel aserto de Willa Cather que Lelouch trascribe al inicio de “Los unos y los otros”: solo hay dos o tres historias en la vida de los seres humanos y se repiten tan cruelmente como si nunca hubieran ocurrido.

Arropada de una retórica grandilocuente la lacra de la intolerancia adquiere hoy, incluso, ribetes cuasi pandémicos. Y aunque la coyuntura aparezca tan problemática, caminar en pos del establecimiento de una sociedad abierta es igualmente insoslayable, porque de cohabitar armoniosamente se trata. Es más en aquellas donde la práctica consigue afianzarse también cabe atender a lo que Karl Popper designó como la paradoja de la tolerancia. En buen romance, para preservar una convivencia civilizada, no se puede hacer caso omiso de los intransigentes, ya que de lo contrario nos expondremos al arbitrio de sus desequilibrios. Diletantes de noches oscuras y cerradas sin interés alguno en aceptar sino erradicar todo aquello que desencaje con sus estándares.


[1] La gota perfora la piedra, no por fuerza, sino cayendo una y otra vez

[2] La Asociación de Artistas de la Secesión austríaca, se fundó en 1897 bajo la dirección de Gustav Klimt y otros 19 miembros vieneses. Se opusieron a la orientación historicista de la academia de arte, a la falta de innovación y a favor de la libertad de creación. Desde 1898 contaron con una casa y un órgano de difusión Ver Sacrum. Su objetivo era promover un arte comprometido como parte integral de la cultura.

[1] Una de las tantas “fuerzas” de la concepción Galénica

[2] Las arterias están distendidas, porque están llenas, como bolsas y odres, y no están llenas, por hallarse distendidas como fuelles.

[3] Un ejercicio anatómico sobre el movimiento del corazón y la sangre en animales

[4] Ejercitaciones anatómicas primera y segunda sobre la circulación de la sangre para Jean Riolan hijo, 1649


Autor: Dr. Oscar Bottasso. Médico, investigador superior del CONICET y del Consejo de  Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina.
*IntraMed agradece al Dr. Oscar Bottasso su generosa colaboración.
 

 

 


* La imagen es un cuadro pintado por Vilma Lwoff-Parlaghy