Nuevo libro del Dr. Carlos Alberto Yelin

El maridaje de la medicina y la literatura

En su nuevo volumen, el autor propone indagar sobre la particular relación entre su oficio y la escritura. Su recorrido ofrece un rico marco para la reflexión.

El Prof. Dr. Carlos Alberto Yelin lanzó su nuevo libro El maridaje de la medicina y la literatura (Homo Sapiens ediciones), que indaga sobre la particular relación entre la práctica médica y la escritura, en un viaje histórico que permite develar el pensamiento de decenas de sus colegas que, además de su profesión, se volcaron con pasión a las letras.

En este volumen, Yelin recopila la vida y los aportes tanto a la medicina como a la literatura de los personajes que desarrolla en escena, mediante los cuales configura un marco que invita a la reflexión.

Los lectores encontrarán también parte de la historia de su autor, desde su Santiago del Estero Natal hasta su desarrollo profesional y docente de casi seis décadas.

“Quizá las más profundas y valorables observaciones  la formulan aquellos que transitaron el ejercicio profesional y luego se volcaron al fascinante mundo de las letras”, dice Yelin en El Maridaje de la Medicina y la Literatura.

Aquí, IntraMed comparte un fragmento a modo de anticipo

Capítulo 3º: Las modalidades de los Médicos-Escritores

Los perfiles desiguales en los autores.

Aunque en adelante seamos más explícitos en el análisis, mencionamos las tres categorías con las que R. Ramirez Camacho, un escritor docente de la Universidad Autónoma de Madrid, comienza un acertado artículo sobre el tema que nos ocupa (Seminario médico, 2017.Vol. 62) para analizar el vínculo entre la medicina y la literatura y se propone ser enunciativo: 1ºEscritores Médicos 2º Médicos Escritores y 3º Médicos que Escriben. Coincidiendo con ese dato, en el transcurso de los años, comenzamos a indagar y así  encontrar una lista demasiado extensa y asombrosa, muy superior a la prevista. Ya la pregunta básica del nexo entre la medicina y la literatura tenía una argumentación sólida para ser profundizada. Especialmente para esa etapa de nuestra vida en donde la erudición literaria era muy modesta.

Son numerosas y en ambas direcciones las razones que vinculan ambas tareas humanísticas. El médico por razones profesionales debe escribir mucho, desde las simples recetas o indicaciones de estudios, las historias clínicas, o los necesarios informes, que relatan el resumen de la enfermedad del paciente. Allí, habitualmente no sólo se describen los síntomas y signos que experimenta el paciente; también su repercusión emocional, psicológica, y socio-familiar. No resulta extraño que nazca en el protagonista una tendencia a reproducir en notas personales para ejercer una modalidad de medicina narrativa. Especialmente cuando la circunstancia que trae al paciente tiene un significado mayor que la limitada consulta.

Un ejemplo actual constituye la inevitable tristeza y su asociada depresión que se instala como consecuencia de la Pandemia, ahora aquietada pero sin detenerse, que nos agobia tanto a enfermos como a quienes la asistimos. La ausencia de perspectivas futuras, la presencia constante del eventual contagio de la enfermedad, la inexorable posibilidad de la muerte promueven una esperable anhedonia que en ocasiones paraliza al paciente. Existen también numerosas situaciones que aumentan la motivación para inclinarse a abordar la temática en forma más amplia, como la indeseable tendencia a disminuir  el solidario humanismo que forma parte de manera constante en nuestro quehacer cotidiano.

La destreza del que cura y la habilidad del que escribe transitan por sendas paralelas. El que escribe ilustra al otro y los dos aprovechan la simbiótica influencia. Aquel que posea el oficio de escritor será más eficiente para consolar al que padece el desconsuelo y el calvario del sufrimiento. Algo semejante ocurrirá cuando se invierta la situación, y el médico logre absorber la riqueza de la cultura que brinda la lectura. Sospechamos que uno de los factores favorecedores constituye el avance progresivo de la tecnología que con la pandemia reduce el riesgo de contagio. Hemos tenido ocasión de ocuparnos en forma detallada del tema en un artículo publicado en el periódico  local "La tecnología en la Medicina y en la vida" (27/04/21 Diario La Capital, de Rosario) Allí aclaramos que no es nuestra intención quitarle valor a la tecnología que constituye un auxilio de incalculable valor y de imprescindible vigencia, tanto como necesaria en la tarea cotidiana. Su aplicación ha configurado un progreso maravilloso, que tuvimos la ocasión de presenciar debido a nuestra prolongada actividad, que cumple más de medio siglo en el presente. Pero si eso se traduce en un menor contacto, y en una reducción en el interés del médico por adentrarse en la inseguridad y el agravado aislamiento del enfermo, las consecuencias resultan indeseables. Son motivaciones reales para que el médico descargue el conflicto, con estilo catártico, en una crónica que quede como documento y alivie en parte la angustia que le provoca la frustración.

Hay numerosas causas que fomentan la pérdida del compañerismo en la relación médico paciente: a) la limitación del tiempo de consulta (10 minutos en el sistema médico de Inglaterra y España); b) la interferencia de instituciones (Obras sociales o empresas de salud prepagas) que presionan al médico; o c) podemos agregar la impronta de la magra retribución por su actividad.


Biografía del autor:

 

 

*Dr. Carlos Yelin. Nacido en Santiago del Estero, vive en Rosario desde el inicio de su carrera. Comenzó la docencia al año siguiente de ingresar a la Facultad de Medicina. A la vez, es un apasionado por la tarea de consultorio. Además de docencia de grado, dirigió en postgrado la actividad académica del Doctorado de Medicina en la Universidad Nacional de Rosario. Ha publicado en el país y en el exterior ponencias cientí­ficas diversas. Fundador de la Sociedad de Medicina Interna, continúa con el dictado de conferencias y cursos, intentando renovar y actualizar el estilo de la enseñanza de la medicina.