Escepticemia por Gonzalo Casino | 30 JUN 23

La travesía del arándano

Sobre el paso de la botica tradicional al tratamiento científico con este fruto rojo
Autor/a: Gonzalo Casino 

El arándano rojo americano fue un alimento fundamental en la dieta de los pueblos indígenas de América del Norte. Todavía conserva parte de ese estatus en el banquete del Día de Acción de Gracias, pues el tradicional pavo relleno al horno se suele acompañar con una salsa de arándanos rojos. Los indios usaban también estos frutos como ingrediente de un alimento hipercalórico, el pemmican, una especie de primitiva barrita energética que ahora quieren recuperar los defensores de la paleodieta. Además, basándose en una tradición de raíces empíricas, los indios los utilizaban como laxantes y para tratar los calambres estomacales, las infecciones de orina y la fiebre. De todas estas indicaciones de botica precientífica, la que mejor se ha ido consolidando es la de prevenir y tratar las infecciones urinarias, no sin una dificultosa travesía por los rigurosos mares de la investigación científica.

Tras siglos de uso empírico, conocer a ciencia cierta si los arándanos rojos previenen o no las infecciones de orina es algo importante. Estas infecciones afectan a más de 150 millones de personas cada año, en su mayoría mujeres, y en muchos casos son recurrentes. Sin embargo, en una fecha tan reciente como 1998, cuando se revisó la investigación disponible sobre esta cuestión, las pruebas científicas eran muy limitadas. Se sabía que un componente de estos frutos impedía la fijación de bacterias en las paredes de la vejiga, pero faltaban ensayos clínicos para saber si realmente eran útiles para prevenir las infecciones urinarias.

¿Lo sabemos ahora? La verdad es que solo a medias, y todavía con limitaciones y preguntas relevantes sin respuesta. Tras publicarse, en abril de 2023, la sexta actualización de una revisión Cochrane sobre esta cuestión, sabemos que los productos a base de arándanos rojos probablemente ayudan a prevenir las infecciones urinarias, pero solo en algunos grupos: mujeres con infecciones frecuentes, niños y personas susceptibles a estas infecciones tras someterse a una operación. Como indica el adverbio “probablemente”, en estos tres grupos de personas podemos estar moderadamente seguros de que los arándanos funcionan, aunque no por completo, y no se puede descartar que nuevos estudios puedan modificar el efecto observado hasta ahora.

 

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