Literatura | 22 ENE 23

¿Por qué Bartleby desestabiliza a su entorno?

No encajar en ninguna categoría o escaparse de los roles sociales prefijados puede desconcertar y hasta exasperar. ¿Hoy se diagnostica aquello que es diferente?
Autor/a: Celina Abud Fuente: IntraMed 

Foto: Ilustración de Helena Pérez García / Estación Libro

Bartleby, el escribiente, el cuento de Herman Melville publicado por primera vez de forma anónima y por entregas en la revista Putnam's en 1853 y completo en la antología The Piazza Tales en 1856 (sin mucho éxito comercial), fue considerado años más tarde por el escritor francés Albert Camus como “el primer texto existencialista”. A la vez, se ha convertido en un símbolo de la literatura estadounidense de la época, marcada por la modernización y los consecuentes cambios en las tareas y los espacios laborales. Pero muchos coinciden en que es un gran enigma que obliga a los lectores al pensamiento. ¿Qué podemos reflexionar?

La historia es contada por un abogado de nombre desconocido que contrata a Bartleby como copista. Al principio, resulta un empleado ejemplar, pero cuando el narrador le pide que chequee un documento, algo que significa un pequeño cambio en las tareas que había hecho con prolijidad y dedicación, Bartleby contesta “Prefiero no hacerlo” (I would prefer not to, según la construcción original). Desde entonces, esa se convierte en casi la única frase que dice, incluso cuando esta reacción puede resultar inentendible para el entorno y perjudicial para sí mismo.

Hay quienes suponen que Bartleby podría ser una manifestación extrema del desencanto que Melville experimentaba frente al mundo moderno. También comparan el hecho de que el escritorio de Bartleby estuviera ubicado en un costado, contra una ventana, a que Melville hubiera escrito ‘en el filo’, sin encontrar el éxito en las ventas ni un lugar entre sus pares.

En un análisis publicado en la revista GQ, el periodista Noel Ceballos, aventura: “La pasividad de Bartleby no tiene espacio en el sistema legal y económico de la Norteamérica de su época, mucho menos en Wall Street, del mismo modo que Melville no tenía espacio en la intelectualidad literaria o las listas de los más vendidos”.

Pero algunos lectores suelen interpretar a las manifestaciones de Bartleby como un diagnóstico. Con todo hay que analizar el contexto en el que el texto fue escrito. Por supuesto que el cuento va hacia los extremos, pero ¿pueden ser las actitudes de Bartleby comparables a la anhedonia, que hoy aqueja a muchos jóvenes? ¿Es casual que estas respuestas –o no respuestas– se den en un proceso de modernización, con consecuentes transformaciones en las tareas laborales y en la vida misma?

Si hablamos de llevar ciertas premisas hasta el absurdo, el filósofo francés Giles Deleuze consideró al texto de Melville como “violentamente cómico” y de esa forma se rebeló contra las interpretaciones simbólicas que otros analistas podrían haberle atribuido. En su ensayo Bartleby o la fórmula, dijo: “Bartleby no es una metáfora del escritor, ni es el símbolo de cualquier cosa. Es un texto violentamente cómico y lo cómico es siempre literal”.

Y agregó: “Un hombre delgado y lívido ha pronunciado la fórmula que enloquece a todo el mundo. ¿Pero en qué consiste la literalidad de la fórmula?” En primer lugar destaca la formalidad, pero después su rareza, porque si bien la construcción I would prefer not to, es gramatical y sintácticamente correcta, “su abrupta terminación, NOT TO que deja inacabado lo que rehúsa, le confiere un carácter radical, una especia de función límite”.

Deleuze sugirió que la fórmula, “que no es ni una afirmación ni una negación” es desestabilizante para el abogado, quien no titubeaba en declarar que su primera virtud era la prudencia y la segunda, el método y que a la vez se definía como “eminentemente seguro”. La conducta de Bartleby, tan misteriosa como incomprensible resulta insoportable de tolerar para el narrador, por lo que por fuera de la literalidad, trata de encontrar explicaciones, como cuando se dice que el copista le estaba destinado por “un desconocido propósito de la Divina Providencia”. 

“Nada exaspera más a una persona seria que una resistencia pasiva. Si el individuo resistido no es inhumano y el individuo resistente es inofensivo en su pasividad, el primero, en sus mejores momentos, caritativamente procurará que su imaginación interprete lo que su entendimiento no puede resolver”, escribió Melville en su cuento. Y Deleuze confirma: “El abogado se sentiría aliviado si Bartleby no quisiera, pero Bartleby no rechaza, tan solo rehúsa una no-preferencia”.

 

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