El entorno de vida nocturna fue el impulsor de la propagación de COVID-19 en Tokio, Japón, durante las etapas tempranas de la irrupción del virus mientras que los entornos domésticos y de atención médica se encontraban en el curso inferior de las cadenas de transmisión.
Así lo postuló un preprint publicado en la revista The Lancet, en la que los autores también concluyeron que “se debe priorizar la vigilancia y las contramedidas dirigidas a la vida nocturna para interrumpir la transmisión de COVID-19, especialmente en la etapa inicial de una epidemia”.
La propagación de COVID-19 requiere múltiples “eventos supercontagiadores” (SSE, por sus siglas en inglés) dentro de las cadenas de transmisión. Sin embargo, “hay una escasez de estudios sobre la interconexión heterogénea de las SSE que ocurren en diferentes entornos sociales utilizando grandes datos epidemiológicos del mundo real”.
Para obtenerlos, un equipo de la Universidad de Tohoku, Japón, analizó 44.054 casos confirmados en Tokio entre el 23 de enero de 2020 y el 5 de diciembre de 2020. Luego, identificaron los vínculos epidemiológicos y clasificaron su ocurrencia en siete entornos de transmisión: importado, vida nocturna, restaurantes, lugar de trabajo, hogar, atención médica y otros. El objetivo era dilucidar los factores asociados con la generación de SSE y la transmisión posterior.
Se identificaron entornos de transmisión en 13.122 casos, incluidos 6.768 casos domésticos, 2.733 en entornos de atención médica y 1.174 casos relacionados con la vida nocturna.
“Nuestro estudio detectó más de 6.600 entornos de transmisión, y era más probable que los entornos de vida nocturna y atención médica involucraran ≥ 5 casos. Los casos de vida nocturna aparecieron en la fase más temprana de las epidemias, mientras que los casos domésticos y de atención médica aparecieron más tarde”, señalaron los autores.
Figura 1. Número diario de casos de COVID-19 por diferentes ajustes de transmisión basados en la fecha de comienzo
“Después del ajuste por el entorno de transmisión, el sexo, el grupo de edad, la presencia de un síntoma y la ola, los casos domésticos y de atención médica tenían menos probabilidades de generar una transmisión posterior en comparación con los casos de la vida nocturna (odds ratio ajustado: 0,03 [IC del 95 %: 0,02 –0·05] y 0·57 [IC 95%: 0·41–0·79], respectivamente)”.
Por último, agregaron que los entornos domésticos facilitaron la transmisión intergeneracional, mientras que los entornos no domésticos comprendían principalmente la transmisión entre el mismo grupo de edad.