Ser Médico, ayer, hoy y mañana | 03 DIC 18

¡Feliz Día del Médico!

IntraMed les desea muy feliz día a todos los colegas que forman parte de una comunidad de pares que comparten la pasión por la medicina

Celebramos el Día del Médico con el homenaje permanente de IntraMed a un maestro de la medicina cuya memoria sigue viva en todos los colegas que valoramos la inteligencia, la honestidad intelectual y el amor a la medicina.


Ser Médico, ayer, hoy y mañana
Por Dr. Alberto Agrest  

Ayer, mi ayer al que me referiré es el año 47 (del siglo XX por si hay dudas) en el que me gradué, ser médico significaba entonces haber adquirido los conocimientos teóricos en la facultad y los conocimientos prácticos y destrezas en los hospitales. Los interlocutores válidos eran entonces los pacientes y los colegas; los ingresos honorables eran los que  abonaban los pacientes privados y los relativamente bajos salarios hospitalarios a los que recién se accedía después de largos años de trabajo honorario como concurrente por lo general por unas 3 a 4 horas de trabajo diario. El resultado de esos ingresos era lograr una vida de clase media, media o alta, gozando del respeto de la sociedad y el afecto de los pacientes y de sus familiares.

Estar al día en los conocimientos en esa época exigía pocas horas de estudio diarias, alcanzaban las revistas de publicación mensual o bimestral y los libros que demoraban 2 o 3 años en editarse a pesar de lo cual se los podía considerar actualizados si estaban en inglés o francés, las traducciones al castellano demoraban todavía 1 o 2 años más no obstante lo cual eran considerados actualizados por gran parte del cuerpo docente. Quedaba tiempo para la lectura culta: novelas, cuentos, ensayos, historia y un poco de filosofía y con la lectura tiempo para la reflexión mientras la página abierta esperaba que volviéramos a ella.

Evidentemente el conocimiento médico avanzaba a pie y con paso de paseo. Los médicos podían ser clínicos y cirujanos y abarcar varias especialidades. Para los clínicos la experiencia, conocimientos basados en evidencias demostrativas observacionales sólo se lograba por la anatomía patológica o el laboratorio y se adquiría  con los enfermos hospitalizados, estando a cargo de 6 camas en las que los pacientes solían estar internados 1 o 2 meses y frecuentemente mucho más tiempo.

Los consultorios externos y las guardias nutrían una experiencia mucho más numerosa pero también con evidencias muy pocas veces demostrativas excepto las que iba dando el tiempo. Una suerte de protoevidencia era el “anda bien”.

La tarea médica era la de curar, aliviar o confortar, la prevención era tarea de los higienistas. Quedaba tiempo para la investigación que se realizaba por el deleite de crear conocimiento sin ninguna retribución por ese trabajo.

En la década del 50 el salto de Newton a Einstein comienza a verse en la vida diaria. Los efectos de las fuerzas inversamente proporcionales a los cuadrados de las distancias  se sustituyen por energías directamente proporcionales al cuadrado de las velocidades para llegar a hoy cuando estamos cada vez más cerca de lo que está lejos y cada vez más lejos de lo que está cerca.

"...Estamos cada vez más cerca de lo que está lejos y cada vez más lejos de lo que está cerca"

El progreso exponencial del conocimiento y la velocidad de acceso a la información con un retroceso apenas aritmético de las capacidades (si se es afortunado), a lo que se agrega una reducción del tiempo disponible para la información, una multiplicación del número de pacientes para cubrir necesidades económicas y en consecuencia menor tiempo para cada paciente ha puesto a enorme tensión la relación del médico con el conocimiento y con los pacientes. La menor relación con el conocimiento se ha canalizado en la especialización, en la subespecialización y ya en la sub sub especialización mientras la tensión de la relación con los pacientes ha provocado una fragmentación y ruptura de la misma.

Por otra parte el médico se ha colocado, o ha sido colocado a la cabeza de la prevención. El resultado es que ser médico hoy es muy diferente que haberlo sido antes y seguramente muy diferente de lo que será en un futuro nada lejano.

A la responsabilidad ética de antaño con la propia conciencia, se le ha sumado la responsabilidad legal de hogaño con pacientes hostiles estimulados por abogados y se le añadirá la responsabilidad económica mañana, mañana que ya es hoy, demandada por gerentes que en lugar de estar perplejos ante los elevados y hasta inalcanzables costos de ganar meses o días de sobrevida están ocupándose de utilizar los aportes de los afiliados en actividades más lucrativas o convertir a sus afiliados en clientes de otras actividades paralelas de las empresas.

A su hábito tradicional de enfrentar los problemas activos de un paciente concreto se le ha agregado enfrentar problemas probabilísticos y al futuro siempre incierto la prevención le demanda más acciones destinadas a defenderse de presiones sociales o judiciales que acciones sensatas que valoren la importancia para cada paciente en particular.

La investigación que requiere recursos técnicos costosos y una organización casi industrial y empresarial ha reemplazado el deleite por un duro esfuerzo por satisfacer un rendimiento científico y económico que justifique las inversiones y el estipendio de los investigadores. Mientras tanto gran número de investigadores clínicos se han convertido en agentes cuya misión es conseguir pacientes para los estudios que requiere la industria médica.

El tiempo de la lectura culta parece haberse esfumado y nada en el continuo devenir de palabras e imágenes espera nuestra reflexión substituida debido a la presión del tiempo por alguna idea relámpago.

Ayer, hoy y mañana no son sólo cambios cronológicos sino cambio de pautas culturales, sabemos que no podemos detener el tiempo pero creemos ingenuamente que podemos defender de la erosión las pautas culturales que hemos creído dignas.

El médico vivía la pauta cultural de la entrega generosa y la sabiduría que hoy debe cambiar por la pauta de la efectividad y la eficiencia. El esfuerzo debe ser conciliar ambas culturas y el desafío es cómo hacerlo.
Siendo éste un Congreso de Salud y esta reunión sobre la pauperización de la medicina quisiera referirme a qué ha hecho la medicina para reducir la pobreza y qué ha hecho también para contribuir a ella.

Reducir la pobreza se consigue aumentando la riqueza y debe entenderse que la salud es una de las formas de la riqueza de las poblaciones. Así como existe una línea de pobreza digna existe una línea de salud digna debajo de esa línea el estado de salud es indigno, es indigna la desnutrición, es indigna la morbimortalidad infantil que supera las cifras de los países desarrollados, es indigna la existencia de enfermedades prevenibles que resultan de fallas sanitarias higiénicas elementales como el acceso a agua potable, es indigno morirse de enfermedades que se curan, es indigno no poder aliviar el sufrimiento y es indigno no recibir confort en la agonía.

 

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