Por Dr. Carlos Trotta
Corren tiempos dolorosamente peligrosos para el personal sanitario.
Diariamente nos enteramos y padecemos ataques físicos y verbales, secuestros y muertes, en servicios de emergencia, ambulancias y centros de salud.
“La tasa de asaltos en trabajadores de la salud es mas alta que en otras ocupaciones: 8 cada 10.000 comparada con 2 cada 10.000 en los lugares de trabajo en general”. (The Lancet, 19-4-2014).
Situaciones hasta hace pocos años impensables por su salvajismo se han casi naturalizado por su frecuencia y reiteración.
Lo que está sucediendo con las organizaciones médicos-humanitarias es una muestra más. Agresiones incomprensibles a primera vista ya que además resultan afectadas precisamente aquellas poblaciones a las que se está asistiendo y acompañando porque son víctimas de catástrofes naturales, epidemias, hambrunas o conflictos armados con su secuela de heridos, discapacitados, muertos y desplazados (mas de 51 millones en el 2013 según cifras del ACNUR).
La Organización Médicos sin Fronteras debió de retirarse de Somalia, después de 20 años allí, por la muerte de 16 integrantes de su personal y el secuestro de 2 enfermeras que se prolongó por 18 meses.
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