Supresión de la menstruación | 04 MAY 05

Efectos de un esquema prolongado de anticonceptivos orales

Se considera la evidencia publicada respecto de la efectividad, efectos colaterales y riesgos de la supresión de la menstruación.
Autor/a: Dres. Hitchcock C, Prior J Womens Health Issues. 2004 Nov-Dec;14(6):201-11.

La utilización de anticonceptivos orales (AO) para suprimir la menstruación (AO por tiempo prolongado) ha sido ampliamente discutida en los últimos años. Las mociones para extender los esquemas de AO con el objetivo de suprimir la menstruación refieren una variedad de argumentos para presentarla como una patología y medicarla. El argumento principal es la conveniencia y la elección, particularmente de las mujeres que consumen AO; la menstruación es presentada como una molestia innecesaria y hasta como un riesgo para la salud. Asimismo, el énfasis sobre las experiencias de las mujeres que presentan condiciones clínicas como síntomas premenstruales severos, endometriosis, exacerbación de las migrañas, epilepsia u otras condiciones debilitantes serias también constituye una parte importante para la  medicación de la menstruación.  

En este artículo se efectúa una revisión de la literatura disponible sobre el empleo prolongado de AO. El objetivo principal fue documentar los efectos sobre los patrones de sangrado. También se presentan los datos disponibles relacionados con la seguridad, y se considera la información que las pacientes necesitan para una correcta toma de decisiones. Uno de los interrogantes gira en torno a si los problemas frecuentemente relacionados con los esquemas convencionales de AO son diferentes a los producidos con el patrón prolongado; también es necesario establecer si los efectos del uso prolongado sobre la fisiología reproductiva son reversibles. Debido a las preocupaciones relacionadas con la estimulación estrogénica prolongada, es fundamental la información sobre la seguridad en la mama y el endometrio. Por último, hay preocupaciones respecto de los efectos del empleo prolongado de AO sobre el crecimiento normal de las adolescentes y su desarrollo reproductivo. Se evalúan todos los estudios disponibles que consideran estos aspectos.

Métodos

Se realizó una revisión bibliográfica de los artículos publicados en MEDLINE acerca del uso prolongado de AO para suprimir el sangrado menstrual hasta abril de 2003. De cada artículo se registró el diseño experimental, la estrategia de selección, las características de los participantes y las razones por las que fueron realizados. Se incluyó el tipo de AO, el esquema empleado, la duración del mismo y los grupos de estudio. También se describen las preguntas y los resultados de cada investigación.

Resultados

Se hallaron 10 artículos sobre el empleo de AO por un período mayor a los 21 días convencionales de píldoras activas. Cuatro estudios emplearon un diseño de cohorte en los que se les solicitó a las mujeres comenzar un esquema prolongado de AO y evaluar el sangrado y el goteo intermenstrual en una tarjeta diaria. Uno de ellos empleó un diseño transversal para comparar los efectos de tres formulaciones diferentes de AO sobre la supresión menstrual. Las mujeres comenzaron utilizando un esquema convencional de AO y luego lo prolongaron a 42 días de píldoras activas seguidos por 7 días sin píldoras. Los autores observaron un control del sangrado menstrual significativamente menor con la extensión de un AO tricíclico respecto de cualquiera de las otras dos formulaciones de AO monofásicos.

En el primer estudio (Cachrimanidou y colaboradores, 1993) controlado, multicéntrico, aleatorizado, de 12 meses de duración (63/7; n = 198) en el que se comparó el patrón prolongado de AO con el esquema convencional (21/7; n = 96), se empleó un AO que contiene 150 mg de desogestrel y 30 mg de etinilestradiol. Participaron 284 mujeres sanas, con un promedio de edad de 24 años (entre 18 y 39). El 85% de las participantes de cada grupo utilizaba AO en el momento del estudio (66%) o lo habían empleado anteriormente. Se utilizó una tarjeta diaria para registrar la toma de las tabletas, el goteo intermenstrual y el sangrado inesperado. Además, las pacientes completaron un cuestionario retrospectivo sobre los cambios en los síntomas al final del estudio o cuando se retiraban prematuramente. Los investigadores compararon bloques de 63 píldoras activas y los días libres de hormonas (70 días para los AO prolongados, 84 días para los AO convencionales).

Todas las mujeres presentaron sangrado por deprivación, el cual tuvo una duración significativamente mayor con el esquema convencional de AO respecto del régimen prolongado. El sangrado esporádico durante la toma de las píldoras activas fue de mayor duración en las mujeres que utilizaron el esquema prolongado. Lo mismo sucedió con el goteo intermenstrual. La cantidad de sangrados irregulares disminuyó luego del año en todos los grupos. En las nuevas usuarias se observó una tendencia a padecer más episodios de sangrado esporádico (significativa durante el consumo de los primeros 9 envases) y de goteo intermenstrual que las usuarias frecuentes, con el esquema prolongado.
Los autores refirieron que el tabaquismo no influyó sobre el sangrado esporádico ni sobre el goteo intermenstrual y que no detectaron efectos estadísticamente significativos del tiempo o del tratamiento sobre los niveles de hemoglobina o las cifras de tensión arterial. Sin embargo, no presentan los datos principales. Las mujeres en el grupo de extensión de AO tuvieron un aumento significativo del peso desde el comienzo hasta el final de los 3 primeros meses y también luego de los 12 meses. El aumento del peso en el grupo de AO convencionales no fue estadísticamente significativo. Los efectos colaterales informados, las tasas de interrupción y las razones de ésta fueron diferentes entre ambos grupos. Un mayor número de mujeres abandonó el esquema prolongado (42%) respecto del convencional (33%). La mayoría de las razones fueron similares para ambos grupos; pero una cantidad significativamente mayor de mujeres interrumpió el régimen prolongado por problemas de sangrado (13.1% vs. 2.1%, p < 0.1) y un mayor número de pacientes interrumpió el patrón convencional debido a cefaleas (9.4% vs. 1.5%, p < 0.01).
Respecto de los patrones de cambio de los síntomas, la única diferencia significativa entre los grupos fue que las mujeres en el esquema convencional de AO tuvieron mayor tendencia a comunicar cambios adversos (aumento o disminución) en las cefaleas. Un pequeño grupo de pacientes (< 15%) comunicaron cambios (aumento o disminución) en la tensión, náuseas, mareos, depresión o acné. Mujeres pertenecientes a ambos grupos refirieron cambios similares en la frecuencia e intensidad de la dismenorrea, pero no fue la mayoría. Aproximadamente el 20% refirió disminución de los calambres menstruales, mientras que el 6% informó un aumento. Las mujeres que completaron el estudio mostraron una preferencia por el esquema prolongado de AO (78.7% de 108), mientras que aquellas que lo interrumpieron prefirieron el patrón convencional (64.2%) o no tuvieron ninguna preferencia (11.9%). Esta diferencia resultó estadísticamente significativa.
Los mismos autores publicaron también un artículo en el que compararon el metabolismo de los lípidos y los factores relacionados con el riesgo de trombosis en un grupo de nuevas usuarias de AO, distribuidas aleatoriamente según un régimen prolongado (63/7) o un esquema convencional (21/7), con un tamaño final de muestras de n = 13 y 7, respectivamente. La globulina transportadora de hormonas sexuales (SHBG) y la transportadora de corticosteroides aumentaron de 3 a 4 veces con ambos esquemas de AO, pero no se observó una diferencia significativa entre los grupos. El colesterol total tendió a aumentar significativamente en el grupo con

 

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