El objetivo principal de la endodoncia es la correcta desinfección de los conductos radiculares antes de la obturación de los mismos. El hipoclorito de sodio (NaOCl) es un irrigante con adecuadas propiedades que contribuye a un efectivo debridamiento quimiomecánico.
Actúa como lubricante para la instrumentación, neutraliza los productos tóxicos, tiene acción disolvente y detergente.(1) Además, es reconocido como un efectivo agente contra un amplio espectro de microorganismos patógenos: bacterias (aerobios y anaerobios), hongos, esporas y virus, incluyendo el de la inmunodeficiencia humana;(2)reportándose una actividad antimicrobiana residual que se puede extender hasta por 72 h.(3) Empero, su utilización puede resultar en complicaciones. Investigaciones y experiencias clínicas han demostrado que el NaOCl es tóxico para los tejidos, puede desencadenar reacciones de hipersensibilidad o decolorar elementos utilizados en la práctica endodóntica.(4-6)
La solución de NaOCl está disponible en diferentes concentraciones (0.5% a 5.25%). Estudios han demostrado que las capacidades antibacterianas y disolventes de una solución de NaOCl al 5.25% disminuyen cuando la misma es diluida, al mismo tiempo se reducen sus efectos tóxicos. Un irrigante ideal sería aquel que tenga efectos antibacterianos máximos y toxicidad mínima.
El NaOCl no reúne estas condiciones; así, una solución al 5% es fuertemente bactericida pero altamente tóxica y una solución al 0.5% aunque es menos irritante sus efectos antimicrobianos están disminuidos.(7,8)
El objetivo de este trabajo es discutir las consecuencias de inyectar en forma accidental la solución de NaOCl fuera de los conductos radiculares y presentar un caso clínico de este accidente.