La infección nosocomial o intrahospitalaria es aquella que adquiere un paciente durante su hospitalización y que no la tenía previamente ni la estaba incubando en el momento de la admisión. Las infecciones nosocomiales en Ginecología y Obstetricia son una amenaza potencialmente grave; corresponden en la mayoría de los casos a invasión y crecimiento polimicrobiano (1,2). La endometritis y la infección de la herida quirúrgica son los tipos más frecuentes (3).
Se asocian con un aumento marcado en la estancia hospitalaria, lo cual se correlaciona con un significativo incremento en los costos derivados de la atención médico - quirúrgica (4).
Por el gran impacto que representan es de capital importancia desarrollar estrategias para su disminución. Se debe mejorar la vigilancia epidemiológica, establecer programas adecuados de asepsia y antisepsia y contar con la cooperación de todo el personal de los servicios de atención a las pacientes, para prevenir e identificar precozmente los cuadros de infección nosocomial e instaurar el tratamiento adecuado(5).
Los riesgos de infección consecutivos a procedimientos instrumentales ginecológicos y obstétricos, con fines diagnósticos o terapéuticos practicados en el interior del útero o en la cavidad abdomino-pélvica, entrañan un problema potencial y en ocasiones una evidente realidad (2) por la presencia de gérmenes procedentes del tracto genital inferior - flora residente- o del medio ambiente hospitalario.
Las infecciones nosocomiales se iniciaron con la creación de los hospitales (nosocomios); los primeros episodios de sepsis puerperal se conocieron en Gran Bretaña entre los años 1760 y 1761, poco tiempo después de abrirse las maternidades (6). Al identificarse el hecho de la posibilidad de contagio y transmisión de gérmenes con la diseminación de las infecciones, se creó la necesidad de mantener la limpieza, estimular el desarrollo de técnicas estériles y el manejo aséptico de las heridas. Fue Joseph Lister (1827) el primero en utilizar el lavado de las manos antes de realizar procedimientos quirúrgicos y el ácido fénico para la desinfección del instrumental y del ambiente operatorio (7).
La infección nosocomial es el resultado de la competencia entre los mecanismos de defensa del huésped y la Virulencia de los gérmenes, con un predominio de los últimos (8). Es clásica la formula establecida por Gibb y Sweet (9,10), relacionada con la diseminación bacteriana y el establecimiento de infección. La ecuación es la siguiente
INFECCIÓN = Número de bacterias x virulencia x medio de cultivo / Mecanismos de resistencia del huésped.
Usualmente las pacientes ginecológicas u obstétricas que padecen infección nosocomial, han estado predispuestas a la misma, por la introducción de cuerpos extraños en su organismo en general o en forma particular en el interior del aparato genital por la alteración quirúrgica o iatrogénica de las barreras cutáneas o mucosas (8). A diferencia de las infecciones nosocomiales de otras áreas, el estado inmunológico raramente se encuentra alterado.
La infección nosocomial después de cirugías ginecológicas, es la que se presenta en la paciente luego de su hospitalización, no encontrándose presente ni en fase de incubación al momento del ingreso; está en directa relación con el acto operatorio o procedimiento médico diagnóstico o terapéutico desarrollado (3). La infección nosocomial puerperal es aquella que se presenta en la paciente después de la expulsión del producto de la concepción y que se manifiesta por fiebre, taquicardia y presencia de un foco infeccioso relacionado con el procedimiento obstétrico. La endometritis seguida de una amnionitis por ruptura prematura de membranas extra hospitalaria, no se considera infección nosocomial.
Artículo comentado por la Dra. Alicia M. Lapidus, editora responable de IntraMed en la especialidad de Tocoginecología.