El reboot de “Sex and the City” | 19 DIC 21

“And Just Like That”: el desafío de adaptarse a otra edad y a un nuevo mundo

Tres de las cuatro amigas icónicas de los 90 vuelven con 55 años. Quienes supieron marcar tendencia, luchan por ser vigentes en un escenario revolucionado por la cultura y también por la pandemia.
Autor/a: Celina Abud 

(Aclaración: al momento de escribir la nota sólo se habían estrenado los primeros dos capítulos de “And just like that” vía streaming. Se sumarán cada semana).

Una de las series ícono de fines de los ‘90s que supo dejar su impronta en los tempranos 2000 fue Sex and the City. No faltaba grupo de amigas que no se reuniera en alguna casa cuando se estrenaba una nueva temporada por cable. No importaba que las espectadoras no estuvieran en la treintena como en el caso de sus protagonistas (salvo Samantha, que pisaba los 40); cualquiera podía sentirse identificada con las historias de amor (tóxico, frustrado, romántico, de mandato), comunes a cualquier etapa de la vida y a cualquier época de la historia. Y también con las historias de sexo (muchas veces silenciadas) que estas cuatro mujeres contaban en confesiones desopilantes.

Tampoco era un obstáculo para la identificación el estilo de vida glamoroso de las amigas, que por los departamentos que habitaban en pleno Manhattan, sus consumos y pasatiempos, debían ser muy pudientes. De hecho, para justificar los gastos de Carrie Bradshaw (Sarah Jesica Parker) siendo periodista y columnista de sexo en el diario The New York Star, decían que su alquiler del monoambiente en el Greenwich Village era bajo por ser “de renta controlada” y que la posibilidad de tener ahorros se había esfumado en su colección de zapatos, entre ellos los legendarios Manolo Blahnik.

Mucho pasó desde el fin de la serie en esta ficción –dos películas, bastante fallidas– y en el mundo, desde diversas transformaciones culturales hasta la pandemia de COVID-19, algo que las tiras ya no pueden ignorar (al menos que estemos frente a una distopía o un mundo paralelo). Ante este contexto de transformaciones vertiginosas se estrenó And just like that (2021, HBO MAX), que muestra a tres de las cuatro amigas (Kim Katrall, que interpretaba a Samantha, quedó afuera por conflictos que arrastraba con la protagonista de la serie, Sarah Jessica Parker) a sus 55 años, en un mundo vertiginoso.

No tocaremos aquí cuestiones argumentales para evitar los spoilers o no repetir lo que ya se publicó hasta el hartazgo en otros sitios. En su lugar, haremos un análisis sobre la lucha de estas amigas para mantenerse vigentes. Hablaremos sobre cómo Carrie, que se jactaba de correr en tacos con tal de lucirlos, parece quedar atrás en un mundo vertiginoso. De cómo Charlotte, la más romántica y tradicional de todas (y también por eso, la más burlada entre sus amigas) es quizá la que se siente más cómoda en su propia piel (aunque se prevé que en los próximos capítulos le esperan nuevos desafíos). Y de cómo Miranda duela una forma de ser, siempre con una copa en la mano.

Recordemos primero a Carrie, la columnista pero también periodista de moda que se jactaba de no tener celular. De hecho, la escena final de Sex and The City muestra cuando ella camina por la calle y atiende ¡al fin! un teléfono móvil en el que, con un llamado, se devela también cómo se llama su tóxico pero incondicional amor apodado durante toda la serie “Mr. Big” (el nombre más simple que el idioma inglés podría ofrecer: John).  

Hoy, una de las primeras escenas de And just like that muestra a una Carrie con un celular sacando una foto a alguien curiosamente vestido, porque ¿qué ícono de la moda actual prescindiría del Instagram? “Empecé como algo para mí, sacar fotos de gente de looks singulares”, dice frente a sus amigas, como justificándose, cuando en realidad se justifica con la audiencia, con la época, con el cachetazo del cambio. Ella sabe que para “existir” hay que hacer ciertas concesiones, incluso en convicciones fuertes que podían confundirse con ideologías.  

Charlotte (Kristin Davis) sigue siendo fiel a su apodo de “la princesa del Upper East Side” (el área más costosa de Manhattan) y aparece con dos vestidos de Oscar De la Renta para sus hijas, que compró para el concierto de piano de Lilly, una de ellas. Lilly lo recibe feliz, pero Rose, su hermana, odia la prenda y la adapta a su estilo (le pone una remera arriba y un gorro tipo animal), lo que anticipa un aprendizaje que debe hacer, o bien sobre género o sobre cánones de belleza.

Miranda (Cynthia Nixon), por su parte, parece tener una disputa entre lo que piensa y lo que siente. Quiere dejar el derecho corporativo para hacer un curso de posgrado más humanitario. Si de looks hablamos, ya no luce su cabello rojo tradicional sino que se deja las canas (algo que hoy no está del todo claro si es por empoderamiento o moda). De hecho, cuando Charlotte le pregunta si piensa volver a teñirse para empezar la facultad, Miranda le contesta que el pelo no la define. Pero cuando se queda sola con Carrie, le pregunta si su cabello le queda bien. Carrie contesta: “Fabuloso”.

 

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