Estimado editor,
Leemos con gran interés el elegante editorial de Shankar-Hari et al. [1] sobre la necesidad de estudios aleatorizados sobre el uso de plasma de convalecencia en la infección por coronavirus (COVID-19). Los autores describen problemas de seguridad asociados con la administración de plasma de convalecencia, informando efectos secundarios de las transfusiones de plasma tanto inespecíficos (infección, sobrecarga circulatoria, lesión pulmonar) como específicos de la enfermedad (mejora viral).
Sin embargo, es de suma importancia resaltar que COVID-19 representa un escenario único donde el plasma convaleciente puede ser dañino por otra razón esencial. De hecho, el plasma se administra comúnmente a pacientes con coagulopatías y / o hemorragia, ya que contiene factores procoagulantes. Es importante destacar que los pacientes con COVID-19 se encuentran en el otro extremo de los trastornos de la coagulación, y se ha demostrado sistemáticamente que desarrollan una enfermedad protrombótica con alto riesgo de embolia pulmonar [2].
Aunque el pretratamiento de laboratorio del plasma de convalecencia con métodos destinados a inactivar posibles virus residuales (como el azul de metileno) puede reducir también sus efectos procoagulantes [3], la presencia de incluso pequeñas cantidades de factores de coagulación puede desencadenar la cascada de la coagulación. potencialmente perjudicial para los pacientes con COVID-19.
Por lo tanto, es fundamental determinar qué tratamientos (si) se han realizado durante la preparación del plasma de convalecencia para reducir la cantidad de factores de coagulación.
De todos modos, creemos que las transfusiones de plasma deben administrarse cuidadosamente en pacientes con COVID-19 para evitar una potenciación innecesaria de su estado protrombótico ya existente.
En este sentido, no compartimos por completo el reciente entusiasmo generado por un estudio preimpreso no revisado en el que el plasma convaleciente se administró a más de 5000 pacientes con COVID-19 grave o potencialmente mortal [4]. De hecho, estos resultados deben tomarse con cautela ya que la baja incidencia notificada de efectos adversos graves se refiere a un período de tiempo de observación extremadamente corto (4 h). Este período es demasiado corto para dar cuenta de los deterioros debidos a la progresión del estado protrombótico, que podría generar potencialmente no solo embolia pulmonar sino también otros eventos sistémicos como la isquemia cerebral. Curiosamente, la eficacia del plasma de convalecencia para el tratamiento de la influenza grave ha sido muy cuestionada por un metaanálisis reciente publicado en la revista [5].
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