Introducción |
Los recientes sucesos en psiquiatría ponen de relieve un abismo creciente entre la ciencia básica y la clínica. El progreso en el conocimiento del cerebro no se ha reflejado en mejores resultados clínicos. La mayoría de las terapias actuales con alguna eficacia surgieron hace ya décadas.
Nuevos tratamientos prometedores no han resultado de utilidad cuando se probaron en los pacientes, o han mostrado efectos adversos potenciales que limitan su aplicación, pues pueden llegar hasta provocar trastornos refractarios al tratamiento graves.
La investigación de los mecanismos cerebrales que intervienen cuando una persona se enfrenta a una amenaza estímulos con posibilidad de dañar el organismo, ha mostrado altos grados de conservación en los mamíferos, lo que probablemente sea el reflejo de las ventajas evolutivas de un circuito de procesamiento de amenazas que funciona eficientemente.
Los autores expresan que “este trabajo brinda una oportunidad única para desarrollar tratamientos nuevos destinados a las afecciones que implican alteraciones en el procesamiento de las amenazas, especialmente los denominados trastornos de ansiedad.
Sin embargo, la investigación en esta área ha sido decepcionante como fuente de tratamientos novedosos.” Ellos sostienen que este estado de cosas es el resultado de la manera en que el miedo y la ansiedad han sido concebidos, y ofrecen un nuevo marco para abordar el problema.
Durante mucho tiempo se ha supuesto que en el cerebro de los mamíferos existe un "sistema del miedo" innato y que este sistema, en presencia de una amenaza, genera tanto el sentimiento consciente de “miedo" como las respuestas conductuales y fisiológicas típicas de tales experiencias.
En su lugar, se proponen marcos sistemáticos con dos conjuntos de circuitos para generar sensaciones conscientes por un lado, y para controlar el comportamiento y las respuestas fisiológicas a las amenazas por el otro. El primer sistema comprende áreas corticales, y el segundo, regiones subcorticales como la amígdala, aunque ciertas áreas corticales interactúan y regulan el procesamiento en estas regiones.
Mientras que el primer sistema genera sentimientos conscientes, el segundo funciona en gran medida en forma inconsciente. La fusión de estos circuitos y sus funciones ha obstaculizado la extensión clínica de la investigación básica.
Si bien el circuito actual es considerablemente más complejo que el implicado en la clasificación de dos sistemas, el marco representa un modo útil de aumentar el conocimiento para reestructurar los esfuerzos traslacionales de la investigación, para lograr una comprensión matizada más profunda que la que existe actualmente sobre cómo los mecanismos cerebrales dan lugar a sentimientos normales y patológicos de miedo y ansiedad, y los síntomas conductuales y fisiológicos que acompañan estas experiencias subjetivas.
Observaciones sobre la terminología |
Los términos "miedo" y "ansiedad" se usan de muchas maneras.
Con respecto al miedo, más comúnmente se refiere a un estado subjetivo, una sensación que se experimenta ante una amenaza
También se describen comportamientos, como expresiones faciales, congelación, escape y evitación, así como cambios fisiológicos que acompañan a tales comportamientos. El uso del mismo término para ambos estados, subjetivos y respuestas objetivas, implica que se hallan entrelazados en un circuito neuronal común.
Tanto los autores como otros sostienen que esta suposición es incorrecta que los diferentes procesos referidos con el término "miedo" reflejan diferentes mecanismos y no las operaciones de un "centro del miedo" o "circuito del miedo".
Debido a que la terminología precisa es esencial para el progreso científico, los autores proponen que el uso de términos del estado mental, como miedo y ansiedad, sea limitado a su significado principal, en contraposición a sus significados extendidos, es decir, a estados mentales sentimientos subjetivos de miedo y ansiedad.
Ellos también proponen que se eviten esos términos del estado mental al hacer referencia a los comportamientos y respuestas fisiológicas, que también pueden ocurrir cuando se siente temor o ansiedad.
En consecuencia, los autores denominan:
La confusión también resulta del uso intercambiable de los términos miedo y ansiedad. Para evitar tal confusión, los autores proponen usar una distinción común en forma regular el estado mental al que se denomina miedo se utilizará para describir los sentimientos que ocurren cuando la fuente del daño, la amenaza, es inmediata o inminente, y el término ansiedad se utilizará para describir los sentimientos que ocurren cuando la fuente del daño es incierta o distante en el espacio o el tiempo.
El concepto del circuito del miedo innato |
Se suele decir que el miedo es una función innata de las áreas subcorticales del cerebro. Esta visión deriva de la idea de que los seres humanos heredan de los animales, ciertas emociones básicas expresadas universalmente, a menudo descritas como productos del denominado sistema límbico cerebral.
Por ejemplo, con frecuencia se dice que el miedo es un producto de la zona límbica denominada amígdala, a la cual se le suele decir "centro del miedo" o, en términos más modernos, el centro de actividad de un "circuito del miedo".
Una amenaza que se presenta en forma inmediata activa el núcleo lateral de la amígdala, el cual, mediante conexiones con el núcleo central de la amígdala, inicia la expresión de reacciones conductuales defensivas, como la congelación y el apoyo de las reacciones fisiológicas defensivas.
A través de las conexiones entre la amígdala lateral y la amígdala basal, y desde allí con el núcleo accumbens, se controlan acciones defensivas como la evitación. A pesar de que los componentes clave de este circuito son subcorticales, la capacidad de los circuitos para controlar las reacciones y las acciones de defensa es modulada por ciertas áreas corticales.
Por ejemplo, la extinción de las respuestas defensivas, provocada por el aprendizaje de las amenazas, está regulada por las conexiones de la corteza prefrontal medial ventral y el hipocampo con la amígdala.
Los hallazgos en los seres humanos coinciden con los datos de la investigación en animales. Por lo tanto, las personas con daño amigdalino no presentan reacciones corporales a las amenazas.
Por otra parte, los estudios de imágenes funcionales muestran que las amenazas activan la amígdala en personas sanas e inducen una activación exagerada de la amígdala en los pacientes con trastornos de ansiedad .
Por otra parte, el núcleo accumbens ha sido implicado en acciones defensivas como la evitación en los seres humanos. El área cortical medial regula hacia b ajado la amígdala en los seres humanos sanos, y esta capacidad se debilita en las personas con trastornos de ansiedad.
Estos hallazgos son comúnmente vistos como apoyo a la idea de que la amígdala es un eje en un circircuito del miedo conservado evolutivamente que, en presencia de una amenaza, controla los sentimientos de temor y las respuestas conductuales y fisiológicas.
La suposición de que en presencia de una amenaza, el mismo circuito controla los sentimientos conscientes de miedo y, el comportamiento, y las respuestas fisiológicas es expresado con énfasis por Panksepp. Él señala que "el miedo es un estado aversivo de la mente y que la principal fuerza motriz para este componente subjetivo del miedo parece ser un sistema de miedo subcortical.”
Dado que las respuestas conductuales y fisiológicas, y los sentimientos subjetivos del miedo provocados por una amenaza son vistos como productos del mismo circuito, debería ser posible, de acuerdo con Panksepp, identificar el "circuito del sentimiento" en los seres humanos, mediante el estudio de las respuestas conductuales y fisiológicas en animales o en seres humanos.
Pero si, como argumentan los autores, diferentes circuitos subyacen en dos consecuencias de la detección de las amenazas, el estudio de las respuestas conductuales o fisiológicas no revelará los circuitos responsables de los sentimientos.
Tal como los hallazgos que demuestran que la amígdala detecta y controla las respuestas conductuales y fisiológicas ante las amenazas inmediatas han apoyado a la amígdala como el eje del circuito del miedo, otros hallazgos sobre las respuestas ante amenazas inciertas han llevado al concepto de un circuito de ansiedad.
Por lo tanto, en los últimos años, la investigación en animales ha sugerido que, cuando las amenazas son inciertas, está comprometido el núcleo del lecho de la estría terminal (NLET), lo que resulta en la inhibición del comportamiento y la evaluación del riesgo.
Los estudios por imágenes en los seres humanos sanos y en los seres humanos con trastornos de ansiedad confirman la contribución del NLET en el procesamiento de la incertidumbre. Por lo tanto, el NLET ha llegado a ser para la ansiedad lo que la amígdala es para el miedo, un eje del circuito fuera del cual surge el sentimiento de ansiedad.
Cuando los defensores de las explicaciones subcorticales usan los términos miedo y ansiedad no siempre significa lo mismo. Para ciertos neurocientíficos contemporáneos, las emociones no son experiencias subjetivas sino estados fisiológicos centrales ("estados centrales", para abreviar) que intervienen entre un estímulo desencadenante y las respuestas conductuales y fisiológicas.
Acerca de esta visión del estado central del miedo, Fanselow y col. sostienen que el objetivo de la ciencia debería ser "reemplazar las explicaciones subjetivas imprecisas por explicaciones fundadas más científicamente".
Este enfoque ignora los estados subjetivos para evitar los problemas científicos que resultan de atribuir experiencias a los animales, pero lo hace a expensas de construir la experiencia subjetiva fuera de los límites, como un tema científico en los seres humanos.
Esta es una deficiencia seria de cualquier enfoque que trate de traducir la investigación animal a los problemas clínicos humanos.
Las experiencias subjetivas de miedo o ansiedad son típicamente los problemas que llevan a las personas a buscar ayuda; por otra parte, las terapias se juzgan exitosas, en gran medida, en función de su capacidad para cambiar estas experiencias.
Las versiones más débiles del estado central, acotan los autores, que permiten que el estado central contribuya tanto a los sentimientos de miedo como a las respuestas corporales, son esencialmente la visión del “circuito del miedo", y están sujetas a las críticas mencionadas anteriormente.
Modelo tradicional del "Centro del miedo" versus modelo de "Dos sistemasde "Miedo"* |
Figura 1
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Problemas con el miedo subcortical y el centro de ansiedad/visiones del circuito |
La amígdala contribuye al miedo en forma indirecta, pero no es un centro del miedo innato
Que un área del cerebro como la amígdala controle el comportamiento y las respuestas fisiológicas a las amenazas no significa que la experiencia del miedo surja de esta área del cerebro. En otras palabras, es una suposición, no un hecho, que ambas consecuencias de la detección de las amenazas sean producto de un solo circuito. Y esta suposición se contradice con varios grupos de hallazgos.
Los cuatro grupos de hallazgos disocian los circuitos que subyacen en el sentimiento de los circuitos que subyacen en las conductas defensivas y las respuestas fisiológicas. ¿Cómo se explica ésto si la amígdala es el centro del miedo? se preguntan los autores.
Por lo tanto, dicen, “sostenemos que la amígdala no es en sí misma responsable de la experimentación del miedo. Su intervención puede ser más apropiadamente considerada como la de detección y respuesta a las amenazas presentes o inminentes.
La amígdala contribuye al miedo en forma indirecta, pero no es un centro del miedo innato en el cual se filtra el miedo. Y el NLET no es en sí mismo el responsable de la experimentación de la ansiedad, sino una parte clave de un circuito de defensa innato que detecta y procesa las amenazas inciertas.
El NLET contribuye a la ansiedad en forma indirecta, de manera que la amígdala contribuye indirectamente a las consecuencias del miedo ? las consecuencias de su activación generan señales que modulan los circuitos que son responsables directos de los sentimientos subjetivos de miedo y ansiedad.”
Control neuronal de las reacciones y acciones provocadas por amenazas presentes e inciertas |
Figura 2
Panel A: la amígdala es el eje central de los circuitos que controlan las reacciones y acciones provocadas por una amenaza inmediata. La amígdala lateral (LA) recibe información sensorial sobre la amenaza. Las conexiones desde la LA hasta el núcleo central de la amígdala (CeA) controla las reacciones mientras que las conexiones desde LA hasta el núcleo basal (BA) y de allí al striatrum ventral (núcleo accumbens, NAcc), controlan el rendimiento de las acciones, como escapar y evitar. |
El surgimiento de la experiencia consciente desde los circuitos corticales |
La experiencia consciente deriva de manera cognitiva de procesos no conscientes
Se ha logrado un progreso significativo en la investigación neurocientífica, en los fundamentos cognitivos y neuronales de las experiencias subjetivas. Este trabajo asume que la experiencia consciente deriva de manera cognitiva de procesos no conscientes que permiten que las regiones corticales representen nuevamente la información de orden inferior, y que esta re-representación permite la percepción consciente del procesamiento no consciente de los estímulos externos.
Los autores proponen que los sentimientos subjetivos de miedo o ansiedad no son el producto de circuitos subcorticales que subyacen en las respuestas defensivas sino que dependen de los mismos circuitos que subyacen a cualquier otra forma de experiencia consciente ? a saber, circuitos en la denominada corteza de asociación de orden superior, que son responsables de los procesos cognitivos, como la atención y la memoria de trabajo.
Están incluidas las áreas de la corteza prefrontal lateral y medial, así como la neocorteza parietal. Las áreas prefrontales laterales pueden ser especialmente importantes ya que han sido más consistentemente implicadas en la percepción consciente, están interconectadas con las otras áreas corticales clave, están particularmente bien desarrolladas en los primates, y tienen atributos únicos en los seres humanos.
La ínsula, otra región frontal, ha sido implicada en la experiencia consciente de las sensaciones somáticas y puede ser particularmente relevante para las amenazas señaladas por las perturbaciones en el medio fisiológico del organismo y en las formas de ansiedad iniciadas por estímulos interoceptivos.
Cuando el individuo es consciente de un estímulo visual, los circuitos parietal y prefrontal están ocupados, y cuando la percepción de la situación disminuye, los circuitos no están comprometidos. Las teorías principales proponen dos formas diferentes de que esta arquitectura neuronal se eleve a una experiencia consciente.
En la teoría del espacio de trabajo global, la experiencia subjetiva emerge a través de circuitos de reentrada ampliamente distribuidos, con áreas prefrontales jugando un papel especialmente destacado. En la teoría del orden superior, la experiencia subjetiva surge de un circuito más delimitado, involucrando especialmente al núcleo prefrontal, que apoya pensamientos acerca de la información de orden inferior.
Durante la atención, la memoria de trabajo, y sus circuitos subyacentes de apoyo de la conciencia, puede estar comprometida sin generar un contenido consciente. Más allá de la representación no consciente en la memoria de trabajo, se requiere una capa adicional de representación cognitiva, que probablemente también involucra a la corteza frontal.
La diferenciación de las características neuronales del procesamiento cognitivo que resultan o no de la consciencia introspectiva es un desafío significativo y un gran objetivo para la investigación actual.
Los autores expresan que, de acuerdo con los hallazgos descritos hasta ahora, que cuando las personas sometidas a un estudio de imágenes cerebrales son conscientes de una amenaza visual, las áreas prefrontal y parietal están activas, pero cuando la percepción del hecho se debilita, las áreas prefrontal y parietal no lo están.
Es importante destacar que, como también se señaló antes, en dichos estudios, la amígdala está comprometida incluso cuando las personas no tienen un conocimiento consciente de la amenaza y no informan sentir miedo. Esto tiene dos implicancias importantes.
Por lo tanto, los autores sostienen que tanto los estados emocionales como los no emocionales de la conciencia provienen de las redes de la conciencia cortical. Bajo este concepto, la diferencia entre un estado de conciencia emocional y no emocional refleja los diferentes tipos de entradas a la red de la conciencia cortical de los dos tipos de estados: las entradas requeridas para sentir una emoción provocada por una amenaza son más elaboradas que las requeridas para percibir un estímulo no amenazante.
Mientras que la sensación de miedo no surge directamente de los circuitos subcorticales que controlan las respuestas conductuales y fisiológicas a las amenazas, los circuitos contribuyen en forma indirecta a la sensación de miedo, al generar respuestas como la excitación cerebral y corporal, que pueden afectar la función de la memoria de trabajo.
Redes de Conciencia Cortical |
Figura 3
Comentarios
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