Cronobiología y rendimiento escolar | 11 FEB 20

Científicos recomiendan comenzar las clases una hora más tarde

Participaron de la investigación Diego Golombek y Juliana Leone, referentes del Laboratorio de Cronobiología.
UNQ


María Juliana Leone y Diego Golombek

“Nuestro trabajo acerca de los relojes biológicos, en principio de laboratorio, nos llevó a plantear algunas hipótesis en el campo, en la vida real. Sabíamos que los adolescentes tienen un desfase en cuanto a su reloj biológico y también que esto ocasiona ciertas dificultades para el turno mañana en la escuela secundaria. Lo pusimos a prueba en un colegio de tres turnos y ahí estamos: jugando con ideas que provienen del pensamiento científico pero aplicadas en la sociedad”, señala Diego Golombek, uno de los autores del paper publicado en la prestigiosa revista Nature (Human Behaviour) y referente del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ).

Sucede que la ciencia, en su afán de estudiarlo todo, ofrece –desde hace tiempo– una clasificación que sirve para comprender cómo afectan las actividades cotidianas a los cronotipos, es decir, las preferencias horarias dictadas por los relojes internos de cada quien. Los más activos durante la mañana son denominados “alondras”, mientras que los que rinden mejor de noche son etiquetados como los simpáticos “búhos”.

Aunque la cronobiología enseña que las personas tienen relojes distribuidos por todo el cuerpo, el más importante de todos reside en el cerebro y es modulado, a su vez, por factores externos como la luz. Pero, ojo, que la cosa no se mantiene inmutable; por el contrario, se ajusta –se sincroniza– a lo largo de la vida, siendo la adolescencia el momento donde la tendencia se inclina más hacia lo nocturno.

Desde esta perspectiva, ¿qué analizaron? La investigación procuró demostrar la influencia del cronotipo en el rendimiento académico y en el sueño de estudiantes adolescentes. Para ello, la muestra fue compuesta de 753 alumnos de 1° y 5° año que asisten en los tres turnos (mañana, tarde y noche) a un colegio de la Ciudad de Buenos Aires. Como referencia, escogieron Matemática y Lengua porque son las dos asignaturas presentes en ambos cursos y transversales a todas las comisiones.

Frente a esta situación desplegaron algunas líneas de exploración. “No es que los matutinos [alondras] son mejores en cualquier momento del día, sino que son evaluados por la mañana cuando su horario interno está mejor alineado con el horario escolar. A los nocturnos [búhos] muchas veces se los toma como ‘vagos’ cuando, en verdad, lo que sucede es que son puestos a examen en horarios que no son adecuados para su cronotipo”, describe María Juliana Leone, también investigadora del Laboratorio de Cronobiología. Y, luego, continúa con el razonamiento: “Sabíamos por estudios previos que el turno mañana no era ideal para los adolescentes porque poseen un cronotipo nocturno. Ello hace que duerman poco y en horarios inadecuados. Nuestra hipótesis era que la interacción entre el horario escolar y el cronotipo modula el rendimiento académico, es decir, las notas que obtienen”.

 

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