Tres años de cárcel | 30 DIC 19

Condenan a científico chino que creó bebés modificados genéticamente

Un tribunal de Shenzhen declara a He Jiankui culpable de editar de forma ilegal genes de embriones con fines reproductivos
Autor/a: Jaime Santirso, Nuño Domínguez  Materia, El País, Madrid

El científico chino He Jiankui, creador de los primeros bebés modificados genéticamente, ha sido sentenciado esta mañana a tres años de cárcel y a pagar una multa de tres millones de yuanes (380.000 euros). Un tribunal de Shenzhen le ha declarado culpable de “llevar a cabo, de manera ilegal, la edición genética de varios embriones humanos con fines reproductivos”. La información, adelantada por la agencia de noticias oficial, Xinhua, también confirma que fueron tres los niños nacidos como resultado del experimento. He estará vetado de por vida para el desempeño profesional de cualquier actividad relacionada con el mundo sanitario.

He Jiankui, conocido a raíz del suceso como “el Frankenstein chino”, anunció en noviembre de 2018 que había manipulado dos embriones humanos por medio de una técnica de edición genética, conocida como CRISPR, con el propósito de lograr que fueran inmunes al virus del sida. Las gemelas, que recibieron los nombres de Lulu y Nana, habían nacido “semanas atrás” y se encontraban “en perfecto estado de salud”.

Tras dos días de silencio, el genetista, empleado de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Shenzhen y formado en las universidades estadounidenses de Rice y Stanford, confesó la existencia de una tercera fecundación en una cumbre científica celebrada en Hong Kong. “Estoy orgulloso, estoy orgullosísimo”, declaró entonces.

He Jiankui enfrentó entonces una enorme cantidad de críticas por parte de sus colegas, la mayoría de los cuales pusieron en duda sus afirmaciones y lamentaron su falta de ética a la hora de llevar a cabo un procedimiento ilegal en la mayoría de países del mundo, China entre ellos. A las protestas se unió el Nobel de Medicina David Baltimore, quien calificó su proceder de “irresponsable”. 122 académicos de la comunidad científica china publicaron una declaración conjunta en la que afirmaban que “cualquier intento” de hacer cambios en embriones humanos mediante modificaciones genéticas es “una locura”, y que el nacimiento de estos bebés representaba “un alto riesgo”.

Este lunes, el tribunal de Shenzhen ha sentenciado que He “ansiaba fama y fortuna”, y que se saltó “las regulaciones nacionales sobre investigación científica y gestión médica de manera deliberada”. La sentencia también establece que He falsificó documentos y proporcionó información falsa, “rebasando todas las líneas éticas”, para así lograr la implantación de los embriones modificados genéticamente.

Junto a él han sido condenados dos colaboradores, Zhang Yili y Qin Jinzhou, trabajadores de dos instituciones médicas de la zona. Los tres acusados han aceptado los cargos. Asimismo, varias personas involucradas en el procedimiento, cuyo número final no ha trascendido, han sido incluidas en listas negras y tendrán vetado de por vida el desempeño de cualquier otro empleo relacionado con el mundo médico.

"Esta sentencia supone un mensaje muy esperado por la comunidad científica", resalta Lluis Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología y experto en el uso de la tecnología CRISPR. "Es una condena importante que acalla las críticas que decían que en China eran posibles todo tipo de experimentos sin que hubiera consecuencias. Esta sentencia demuestra que no es así y, más allá de los años de cárcel y la multa, lo más relevante es que se inhabilite de por vida a Jiankui para realizar más investigaciones en este campo", opina el científico.

Un dato clave de la sentencia es la existencia de un tercer bebé cuyo genoma fue modificado por el equipo de Jiankui. La identidad y el sexo de este tercer bebé son desconocidos.

Cada una de las células de una persona llevan en su interior una copia de su genoma, un conjunto de 6.000 millones de letras de ADN que son el libro de instrucciones para el correcto funcionamiento de todas las funciones vitales. Hay multitud de erratas en ese genoma que pueden provocar enfermedades. Jiankui intentó modificar el genoma de los embriones para reproducir una errata beneficiosa: 39 letras de menos en el gen CCR5 que confieren a su portador inmunidad ante el virus del sida. El problema es que la técnica CRISPR no es perfecta, sino que también puede introducir erratas adicionales que pueden ser peligrosas para la salud del bebé. Además es frecuente que CRISPR no edite todas las células, sino solo una parte, generando así seres humanos con dos genomas diferentes.

 

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