“…cuando de pronto un conejo de ojos rosados pasó velozmente a su lado. Nada extraordinario había en todo eso, y ni siquiera le pareció nada extraño oír que el Conejo se dijera a sí mismo: ‘Dios mío que tarde voy a llegar’… (La niña) se levantó de un brinco porque de pronto comprendió que jamás había visto un conejo con chaleco y con un reloj en su interior. Ardiendo de curiosidad, corrió a campo traviesa detrás de él, justo a tiempo de ver cómo se colaba por una gran madriguera (un gran agujero negro) que había bajo un seto.”
He dudado en poner este texto entre comillas. De pronto me he decidido a hacerlo a pesar de haberme dado algunas pequeñas licencias, muy pequeñas.
El hecho es que la niña pensó un instante y decidió no seguir al conejo, regresó al picnic reflexiva y más tarde, ya en su casa, se enfrascó en las tareas del colegio. Como buena hija única Katie resultaba ser muy aburrida, sus amigas se referían a ella como ‘la Nerd’ y algunas incluso en tono dañinamente socarrón, como la ‘vieja de matemáticas’.
La escuela primaria de West Lafayette, en el estado de Indiana, resultó un prolongado recreo para Katie que años después ingresó al West Lafayette Junior-Senior High School. En la infancia y la adolescencia de Katie se presentaron algunos ‘conejos con relojes’ a los cuales, por curiosidad, se sintió tentada a seguir.
Comentarios
Para ver los comentarios de sus colegas o para expresar su opinión debe ingresar con su cuenta de IntraMed.