¡Nuevo libro IntraMed! | 19 MAY 19

Cerebro clínico: una mirada crítica sobre la medicina

La Colección IntraMed lanza su sexto libro: un recorrido por los temas de la práctica médica para reflexionar sobre sus fundamentos e incertidumbres en el mundo real
Autor/a: Dr. Daniel Flichtentrei 
  Sinopsis

La medicina se ejerce en la intemperie del mundo

Un libro que intenta unir los territorios de la práctica médica con los del conocimiento académico. Allí donde las certezas del laboratorio científico se disuelven en al incierto, ambiguo y sucio mundo real, en ese espacio es donde se ejerce la medicina. Asistimos a "personas", no a poblaciones; examinamos "cuerpos vividos", cargados de experiencias, no a un conjunto de variables fisiológicas a corregir. Recibimos en nuestros consultorios historias de vida, narrativas del padecimiento humano que no siempre encajan en las categorías que el conocimiento nos propone para clasificarlos. La medicina se ejerce en la intemperie del mundo.

En estos textos se cuestiona la idea que afirma que saber consiste en tener información. La medicina necesita explicar pero también comprender. No es una ciencia cuyo objeto es el "conocimiento en sí", es una práctica cuyo objetivo fundamental es el padecimiento de las personas.

Acá se habla de lo que sabemos, de lo que ignoramos y de la absurda brecha que existe entre los problemas que enfrentamos y el conocimiento que se nos ofrece. Hay reflexiones, a veces desesperadas, que reclaman una medicina situada en el contexto, abierta al mundo. Una disciplina que baje de su "Torre de Babel" para embarrarse los zapatos allí donde haya alguien que sufre.

 

  • "Concentrarse en las causas biológicas inmediatas ignorando los modos de existir que las producen es una forma escandalosa de ceguera voluntaria. Las moléculas, las balanzas, los tensiómetros y las imágenes muestran solo lo que estemos dispuestos a mirar."

    Este libro reúne una serie de columnas publicadas en IntraMed que abordan temas diversos del pensamiento y la práctica clínica. Son reflexiones que se proponen vincular el conocimiento disponible con el ejercicio de la medicina en el mundo real.

    Hay en estas páginas diversas perplejidades, incertidumbres y contradicciones que un médico como tantos otros ha enfrentado a lo largo de su vida profesional y humana. No son textos académicos sino breves ensayos que se ajustan a la definción de un género discursivo que otorga cierta libertad para expresar un punto de vista personal.

    He intentado realizar una exposición de ideas basada en argumentos y, al mismo tiempo, una actitud crítica y un juicio de opinión acerca de asuntos relevantes. Los temas son diversos y han nacido a la luz de mi experiencia en el contacto con los pacientes. El escenario de la asistencia diaria durante más de treinta años se ha prolongado en largas noches de insomnio, en tortuosas reflexiones, en búsquedas a veces desesperadas de conocimiento en los textos médicos, en la literatura y en el diálogo con mis maestros. La pregunta ha sido siempre la misma: ¿estoy haciendo lo correcto?

    Como muchos de estos textos reflexionan sobre cuestiones o sucesos vinculados con el momento en que las escribí, han sido ordenados según la fecha en la que se produjeron. Los gráficos que los acompañan fueron realizados por IntraMed y se remontan a los tiempos de las notas allí publicadas.

    Las reflexiones respecto del propio conocimiento que los médicos recibimos y aplicamos a nuestros enfermos han dominado la agenda de mis preocupaciones. Ejercer la medicina es aplicar una regla general a un caso particular. Poner cosas en la misma categoría es, por definición, dejar de lado cualquier información que pueda distinguir las cosas entre sí. Ese método ha sido al mismo tiempo un recurso útil y una preocupación constante. Las historias personales raramente encajan en su totalidad en las clasificaciones que les aplicamos. El razonamiento médico es más narrativo que taxonómico.

    Esa zona de zozobra e incerteza entre las vidas reales y las ideas abstractas no puede transitarse más que con sensibilidad hacia el padecimiento ajeno. Muchas veces he sentido que el saber del que disponía era insuficiente, a veces equivocado y casi siempre un "Lecho de Procusto" en el que me resistía a recostar a mis pacientes.

    De esos tembladerales proceden estos textos. De la duda y la resistencia a creer sin cuestionar. De la insatisfacción y la ignorancia. Acá no se hallarán ideas reveladas ni recetas a seguir. Apenas un recorrido sinuoso que traza el itinerario de mi propia incertidumbre.

    Daniel Flichtentrei
  • Prólogo de Mario Bunge

    El doctor Daniel Flichtentrei ha retomado la tradición de los grandes médicos argentinos de la generación del 80, Eduardo Wilde, Miguel Cané y Carlos Malbrán. Como esos ilustres hombres-orquesta de la generación de 1880, Flichtentrei es un gran clínico y periodista médico, así como voluntario en la cruzada de los higienistas del 1900 que participaron en la mejora de la sanidad pública.

    A diferencia de sus predecesores, cuyos talentos fueron apreciados por los gobiernos de su tiempo, Flichtentrei nunca fue nombrado ministro ni diplomático. En cambio, ha trabajado incansablemente en la publicación del periódico electrónico IntraMed y como conferencista universitario, además de atender su consultorio cardiológico. Algún día nos contará cómo logra hacer en ocho horas lo que a otros les toma dieciséis.

    Al igual que sus predecesores y de Anton Chejov, Pío Baroja y Gregorio Marañón, Flichentrei escribe sobre su experiencia profesional. Pero, a diferencia de otros escritores-médicos, los personajes de sus relatos, en particular "La verdad y otras mentiras, historias de hospital", no son miembros de la clase acomodada. Los personajes típicos de los cuentos de Flichtentrei son personas humildes, muchos de ellos inquilinos de conventillos o habitantes de villas miseria. Las vicisitudes de estos individuos son tragedias que ningún escritor argentino encumbrado ha contado.

    Yo he tenido el privilegio y el gusto de espiar a un Daniel Flichtentrei poco conocido: el iatromédico o filósofo médico empeñado en ir más allá del dato clínico o de laboratorio, para alcanzar los mecanismos biológicos y sociales de la enfermedad, y uno de los pocos médicos que se han ocupado de políticas y acciones sanitarias desde el punto de vista de un ciudadano que cree que la misión del Estado es facilitar el bienestar el individual.

    La primera vez que nos encontramos, Flchentrei me llevó a conocer a Facundo Manes, el primer psicólogo científico argentino. Flichtentrei quería corregir mi visión pesimista del estudio de la mente en mi patria. Por cierto que lo logró: hoy sé que, además de la Villa Freud, barrio porteño donde se concentran los psicocharlatanes, hay otras vecindades donde se refugian los poquísimos que se atreven a estudiar la mente como un proceso cerebral fuertemente influido por el entorno social. Con este acto, Flichtentrei hacía honor a su apellido, que significa “fiel al deber”.

    De regreso en mi hogar canadiense pensé en escribir, junto con Daniel, una filosofía médica ajustada a la investigación y a la práctica médicas. Daniel recogió el reto y me propuso nuevos temas y enfoques que corrigieron y enriquecieron mi visión del asunto. Pero mientras yo, ya jubilado de la cátedra, podía empezar a trabajar en el libro desde las ocho de la mañana, a esa hora Daniel, en camino desde la madrugada, ya estaba atendiendo algunas de sus múltiples tareas.

    Al cabo de un semestre yo terminé un primer borrador, que Daniel corrigió en detalle y con paciencia. La editorial Gedisa publicó la versión castellana del libro," Filosofía para médicos". Poco después World Scientific Publications, de Singapur, publicó la versión inglesa, Medical Philosophy. Me atrevo a juzgar que, en cuanto a rigor y profundidad, esta obra es muy superior a los ensayos de Pedro Laín Entralgo, el único iatrofilósofo en nuestra lengua conocido por la comunidad médica. Yo no me habría atrevido a emprender esa tarea sin la ayuda de Daniel. En resumen, Daniel y yo somos los padres de la criatura, aunque sólo yo cargo con los errores, omisiones y exageraciones. Gracias, Daniel el de apellido confuciano o kantiano.

    Mario Bunge

 

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