Factores maternos en la dermatitis atópica infantil | 25 FEB 19

La madre naturaleza en el eczema

Comprensión actual de la influencia de factores maternos en el desarrollo de dermatitis atópica infantil
Autor/a: Alexandra R. Vaughn, Paige Tannhauser, Raja K. Sivamani, and Vivian Y. Shi Pediatric Dermatology Vol. 34 No. 3 240–246, 2017
INDICE:  1.  Referencias bibliográficas | 2.  Referencias bibliográficas
Referencias bibliográficas

La dermatitis atópica (DA) es una enfermedad crónica de la piel con una etiología compleja, caracterizada por inflamación de la piel, erupciones pruríticas y liquenificación secundaria a escoriación (1).

Aproximadamente el 20% de los niños y el 3% de los adultos se ven afectados en todo el mundo (2). La causa de la DA es multifactorial y es una combinación de condiciones genéticas, ambientales, de desregulación inmunológica, y de disfunción de la barrera cutánea (3).

La DA es más prevalente en los primeros años de vida, cuando los factores ambientales y la desregulación del sistema inmune pueden afectar las probabilidades de desarrollar atopía.

Los factores maternos que influencian el entorno prenatal y otros factores etiológicos durante el crecimiento del niño posiblemente afectan el desarrollo de la DA.

Esta revisión resume la comprensión actual de los autores de las influencias maternas en el desarrollo de la DA en niños.


? Factores genéticos maternos

La evidencia reciente sugiere que los factores genéticos maternos pueden jugar un rol en el riesgo de desarrollar DA (4,5). Una de las dificultades en la evaluación de los patrones específicos de herencia involucrados en la DA es el gran número de genes y la densa red de proteínas de respuesta inmune.

Además, múltiples variantes genéticas contribuyen a la expresión y función de los genes desregulados (4).

La filagrina es una proteína estructural codificada por el gen de la filagrina (FLG) que desempeña un papel importante en la diferenciación terminal de la epidermis y en la función de barrera de la piel.

La mutación del FLG conduce a alteraciones en la función de barrera, que se caracteriza por una alta pérdida de agua transepidérmica, deshidratación y pérdida de pH ácido dentro del estrato córneo (6).

Esparza-Gordillo y col. (5) demostraron que el riesgo de un niño de desarrollar DA era 1,5 veces más alto si la madre era portadora de una mutación del FLG, aunque este efecto materno del FLG se observó sólo en madres con sensibilización alérgica a polen de hierba, caspa de gato y perro, moho, huevos de gallina, leche de vaca, maníes, pescado y ácaros del polvo, determinada por los altos niveles de Inmunoglobulina E (IgE) sérica alérgeno-específica.

Esto sugiere que una respuesta inmune de la madre al efecto fenotípico de las mutaciones FLG puede influir en el riesgo de DA de su hijo (5).

Aunque parece que el riesgo de atopía es transmitido preferentemente a través de los genes maternos, la base molecular exacta de esto no está clara. Los mecanismos biológicos teóricos incluyen la impresión genómica y el efecto directo del genotipo materno sobre el fenotipo del niño (5).

La impresión genómica se refiere a un fenómeno en el cual cierta información genética heredada de la madre o del padre se expresa mientras que otra se silencia (impronta). En un estudio que incluyó 199 familias con al menos dos hermanos con DA, un evaluación completa del genoma reveló un vínculo significativo entre la susceptibilidad a la DA y el cromosoma 3q21.

Los resultados fueron significativos sólo cuando se asumió que se había producido una impronta paterna (7), sugiriendo un rol de influencia dominante materna en la genética de la atopía.

En un estudio de 654 niños caucásicos con asma, hubo una asociación significativa entre los portadores de haplogrupos mitocondriales europeos comunes, los niveles séricos totales de IgE y la frecuencia de la DA (8).

Este fue el primer estudio que demostró que la variación en la genética mitocondrial puede influir en la diátesis atópica sugiriendo un mecanismo para la fuerte asociación materna con la DA.

La herencia materna también ha sido demostrada en otros estudios genéticos que implican polimorfismos maternos. Walley y col. (9) informaron que un polimorfismo Glu420 a Lys en el gen SPINK5, que codifica un inhibidor de serina proteasa (LEKT1), se asoció significativamente con DA y atopía en dos estudios independientes con familias.

Además, los alelos SPINK5 heredados de la madre se asociaron significativamente con un mayor riesgo de atopía. En resumen, la genética materna parece tener una poderosa influenciaen el riesgo de desarrollo de DA en niños.

Ciertos factores maternos pueden actuar en el período prenatal y durante el crecimiento del niño afectando las probabilidades de desarrollar  atopía


Inmunología materna

Se ha demostrado que varios factores inmunológicos maternos presentes durante el desarrollo fetal afectan las respuestas del sistema inmune en la primera infancia (5,10-12). Herberth y col. (11) estudiaron la influencia de la respuesta inmune materna durante el embarazo sobre el desarrollo de la DA en la descendencia  y demostraron que el factor predictivo materno más fuertepara el resultado de la DA al año de edad fue la presencia de DA materna.

Aunque los niveles maternos de IgE y de citoquinas inflamatorias a las 34 semanas de gestación (incluyendo interleuquina 4 [IL-4], IL-5, IL-6, IL-8, IL - 10, IL - 13, proteína quimiotáctica monocítica - 1, Interferón gamma [IFN-?] y factor de necrosis tumoral α) se correlacionaron con los de los niños al año de edad, no fueron predictores de DA en la infancia.

Otros estudios exploraron la relación entre el ambiente prenatal y el estado inmune en sangre de cordón umbilical en el riesgo de DA (10,12). Las células T reguladoras (Tregs) suprimen las actividades deletéreas de las células T helper (Th) y son esenciales para limitar las enfermedades inflamatorias crónicas (13).

La fiebre del heno materna, los niveles de citoquinas pro-inflamatorias (IL-13, IL-17E, IFN-?) y la exposición al tabaco durante el embarazo se relacionaron con un menor número de Treg en la sangre de cordón de los hijos, y los niños con menos Treg al nacer tuvieron un mayor riesgo de desarrollar DA y sensibilizaciones a alérgenos alimentarios durante el primer año de vida (10).

Adicionalmente, las alergias maternas, descriptas como síntomas de rinitis alérgica y una prueba Phadiatopen sangre positiva específica para alergias por inhalación, se asociaron con un mayor porcentaje de IL-4+/células T CD4+ y una menor relación Treg:Th2 en  sangre de cordón en el nacimiento de sus hijos y se vincularon con un mayor riesgo de desarrollar DA (12).


Nutrición materna

Factores ambientales como la dieta materna durante el embarazo y la lactancia han ganado reconocimiento como importantes en la patogénesis de las enfermedades atópicas.Por ejemplo, algunos estudios han informado que la DA en bebés amamantados mejoró después de que las madres eliminaron de su dieta antígenos ofensivos como el huevo y la leche de vaca (14,15).

Un estudio de cohorte prospectivo de Beckhaus y col. (16) halló que la mayor ingesta de vegetales durante el embarazo se asoció con menores probabilidades de tener eczema en lactantes de 24 meses de edad (Odds ratio = 0,71), aunque una revisión sistemática del Registro de Ensayos del Grupo Cochrane de Embarazo y Parto concluyó que no hay pruebas suficientes para aconsejar a las mujeres que eliminen ciertos alimentos durante el embarazo y la lactancia materna como forma de prevenir el desarrollo de enfermedades atópicas como el asma y al DA en sus hijos (17).

Además, los estudios sobre dietas especiales como la dieta mediterránea (alto consumo de frutas, vegetales y aceite de oliva, con ingesta limitada de manteca y carnes rojas) y la dieta occidental (principalmente de lácteos, carbohidratos refinados, aceite y carnes grasas) durante el embarazo no mostraron una asociación concluyente con el eccema en la descendencia (16).


Probióticos prenatales

La ingesta de probióticos durante el embarazo puede jugar un papel protector contra la DA en la descendencia (18,19). En un ensayo clínico aleatorizado, las mujeres embarazadas con enfermedades alérgicas diagnosticadas por pruebas cutáneas positivas fueron aleatorizadas para recibir Lactobacillus rhamnosus LPR y Bifidobacterium longum BL999 (LPR + BL999), L. paracasei ST11 y B. longum BL999 (ST11 + BL999), o placebo (19).

La suplementación comenzó 2 meses antes de la fecha prevista de parto y se continuó durante la lactancia materna hasta que el niño cumpliólos 2 meses de edad.

El riesgo de desarrollar DA durante los primeros 2 años de vida fue significativamente menor en lactantes de madres que recibieron cualquiera de los dos grupos de probióticos que en los del grupo placebo. Los autores concluyeron que un régimen de prevención con probióticos prenatales específicos en mujeres embarazadas es seguro y eficaz en la reducción del riesgo de DA en lactantes con madres alérgicas (19).


Ácidos grasos

Se halló que el consumo de ácidos grasos durante el embarazo, incluyendo alimentos que contienenácidos grasos poliinsaturados (AGPI) omega-3 y omega-6, modula el riesgo de enfermedades alérgicas en la descendencia (20). La mayor ingesta de AGPI omega-6 que de omega-3 puede provocar un cambio en la respuesta inmune promoviendo las enfermedades alérgicas.

En un estudio realizado por Nwaru y col. (21), se analizó el consumo de ácidos grasos durante el octavo mes del embarazo en más de 2.000 madres y se determinaron los resultados alérgicos (rinitis alérgica, sibilancias, eccema atópico) en la descendencia a los 5 años de edad mediante cuestionarios.

Los autores concluyeron que una dieta materna rica en manteca y con una proporción de AGPI omega-6: omega-3 alta se asoció significativamente con un mayor riesgo de rinitis alérgica en la descendencia.


Vitaminas y antioxidantes

Las vitaminas son esenciales en la función de la piel y actúan como cofactores para asistir a las enzimas y regular los ciclos celulares; algunas actúan como antioxidantes.

En un estudio con una cohorte de nacimientos basada en población, los cuestionarios respondidos por 2.000 mujeres no mostraron asociación entre la ingesta materna de antioxidantes, incluyendo vitamina A, vitamina E, zinc, folato, y riboflavina, durante el embarazo y el eccema durante el primer año de vida de sus hijos.

Los autores también reportaron una asociación negativa significativa entre el consumo de vitamina E materna durante el embarazo en madres con DA y el eccema durante el segundo año del niño. En la misma cohorte, la ingesta materna de vitamina C durante el embarazo se asoció positivamente con eccema durante el segundo año de los niños (22).

Aunque una revisión sistemática de Beckhaus y col. (16) sugirió que la alta ingesta materna de vitaminas D y E y de zinc tuvo un efecto protector contra las sibilancias en la descendencia, no ocurrió lo mismo con la DA. Un estudio separado de Gale y col. (23) sugirió que las madres que tenían una concentración sérica de 25-hidroxivitamina D superior a 75 nmol/L durante su tercer trimestre de embarazo tenían niños con mayor riesgo de desarrollar eccema a los 9 meses de edad.

A la luz de esta evidencia conflictiva, se necesitan más estudios para determinar si la ingesta materna de vitaminas y de antioxidantes durante el embarazo afecta el riesgo de enfermedades atópicas en la descendencia.


Edad materna avanzada

La edad media para el primer embarazo ha aumentado paulatinamente en los últimos 10 años (24). Olesen y col. (25) entrevistaron a más de 500 familias con más de dos hijos y hallaron que el segundo niño tenía más probabilidades de tener eccema que el niño nacido primero. La edad promedio de las madres fue de 25 años al dar a luz al primer hijo y de 28 años al dar a luz al segundo.

Aunque un niño que nace de una madre mayor parece tener una mayor probabilidad de tener DA, la conclusión no se puede dibujar fácilmente. No está claro si se trata de la edad avanzada de la madre o el orden de nacimiento del niño lo que aumenta el riesgo de tener eccema en el segundo hijo.

 

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