Disruptores endócrinos | 16 JUN 16

La contaminación invisible que altera las hormonas

Europa presenta la regulación para los disruptores endócrinos
Autor/a: Núria Jar Agencia SINC


Algunos productos fitosanitarios son sospechosos de contener disruptores endocrinos. Imagen: CIAT/Flickr

Son imperceptibles al ojo humano y se esconden en algunos productos de cosmética, envoltorios de plástico y alimentos. Los llamados ‘disruptores endocrinos’ interfieren en el sistema hormonal y pueden dañar la salud de humanos y otros animales. La ciencia recoge las primeras evidencias de este problema para el que la Comisión Europea propone ahora criterios científicos, con años de retraso.

Se pueden esconder en el plástico de las botellas de agua y de los tuppers. También en ciertos pesticidas, perfumes y cremas cosméticas. Ollas, sartenes y paellas son otros de sus refugios. Son sospechosos de dañar la salud humana, pero hasta hoy la Comisión Europea (CE) no había publicado los criterios científicos para regular los disruptores endocrinos, considerados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una amenaza global a la salud pública.

Algunos productos químicos industriales contienen sustancias que pueden interferir con la producción de hormonas y el metabolismo humano. Son los disruptores endocrinos y, para ser considerados como tales, deben cumplir tres características, según la OMS: una función hormonal, un efecto adverso y una relación de causalidad entre ambos.

Alrededor de unos 800 compuestos químicos son sospechosos de alterar el sistema endocrino, según un informe de 2012 de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo solo se han podido observar los efectos de una pequeña parte de ellos y todavía hay muchos interrogantes, como si afectan o no a la pubertad adelantada. Diversos estudios apuntan a que podrían contribuir al aumento de ciertos tipos de cáncer, sobre todo a aquellos tumores que conciernen a las hormonas: pecho, ovario, próstata, testículos y tiroides.

Actúan como falsas hormonas confundiendo y desequilibrando a nuestro organismo

La lista de posibles patologías relacionadas es extensa, e incluye la obesidad, la diabetes, los problemas tiroideos, el asma infantil, la pérdida de fertilidad, complicaciones en el desarrollo de los niños y daños en el sistema inmunitario y neuronal.

Un reciente análisis publicado en la revista Andrology estima en 163.000 millones de euros el coste del impacto de estos alteradores en la salud de la Unión Europea (UE), lo que supone el 1,28% del Producto Interior Bruto de la UE.

Pero por ahora la asociación entre los perturbadores hormonales y los problemas de salud solo se ha demostrado en animales. Encontrar evidencias parecidas en humanos es más complejo porque numerosos factores ambientales influyen en nuestra salud.

Por fin, la Comisión Europea ha presentado el 15 de junio en la reunión del Colegio de Comisarios una propuesta para la regulación de los disruptores endocrinos. A partir de aquí el Parlamento y el Consejo europeos deberán aprobar los textos y, más tarde, los Estados miembros y las instituciones de la UE tendrán que adoptarlos.

En concreto, la Comisión ha aprobado dos proyectos de medidas con los criterios científicos para identificar los alteradores endocrinos en los productos biocidas y fitosanitarios, y la manera en que debe llevarse a cabo su identificación; junto con un informe de evaluación del impacto.

Según informa la CE en un comunicado, los criterios científicos más exactos se aplicarán inmediatamente. Además, la Comisión pedirá a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y a la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) que comience a examinar las sustancias sospechosas para aplicar los criterios en cuanto se adopten. La Comisión afirma que este será el primer sistema mundial que defina criterios científicos para los alteradores endocrinos en la legislación. Sin embargo, las críticas y la polémica le preceden.

Años de espera y controversia

La semana pasada, los europarlamentarios condenaban el retraso de la Comisión en la publicación de los criterios científicos para identificar y reducir la exposición a estos productos químicos sospechosos de alterar las hormonas, tanto de los humanos como de la vida silvestre. El parlamento recordaba que los criterios científicos llevan listos desde 2013, pero la CE, en lugar de difundirlos, decidió iniciar una evaluación de impacto “no requerida por la legislación de la UE ni apropiada para decidir sobre una cuestión científica”. Ahora, la historia sobre los disruptores en Europa escribe su siguiente capítulo.

La Comisión ha aprobado los criterios científicos para identificar los alteradores endocrinos en los productos biocidas y fitosanitarios

La periodista francesa Stéphane Horel lleva tres años investigando el retraso de la UE en la regulación de los disruptores endocrinos y denunciando la presión de los lobbies sobre las decisiones políticas. Según su trabajo, premiado internacionalmente, la Comisión Europea incumple el Reglamento de productos biocidas al no definir los criterios de identificación de los contaminantes hormonales, que son imprescindibles para que se desarrolle y se aplique una normativa.

Suecia, uno de los países más escandalizados por esta demora, denunció en 2014 a la Comisión Europea. El Tribunal General de la UE le dio la razón y concluyó que el órgano ejecutivo había incumplido con sus obligaciones.

Horel denuncia que “los lobbies han capturado la decisión pública” mediante el chantaje económico de la industria y de la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP). Después de presiones por parte de los científicos y la sociedad, Vytenis Andriukaitis, comisario europeo de Salud y Seguridad Alimentaria, se comprometió en febrero de este año a presentar un estudio de impacto con criterios de identificación antes del verano.

“No solo los políticos pueden dar una respuesta, como ciudadanos nosotros también tenemos mucho que decir”, aseguraba Carme Valls-Llobet, responsable del programa ‘Mujer, salud y calidad de vida’ de la asociación científica sin ánimo de lucro Centro de Análisis y Programas Sanitarios, en la presentación del informe de Horel el pasado mes de febrero en Barcelona. El éxito más claro de la presión social en la regulación de las falsas hormonas es el caso de los parabenos.

 

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