Un grave problema no siempre considerado | 16 MAY 16

Prevención de las caídas

Resumen de la mejor evidencia disponible de los factores de riesgo de caídas en las personas mayores que viven en la comunidad y la forma de evaluar el riesgo
Autor/a: Edgar R Vieira, Richard C Palmer, Paulo H M Chaves Fuente: BMJ 2016;353:i1419  Prevention of falls in older people living in the community
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Introducción

Una caída es un evento durante el cual, sin darse cuenta, una persona queda tendida en el suelo u otro nivel más bajo. Según la OMS, anualmente en todo el mundo, el 28 al 35% de las personas de edad avanzada (≥65 años) sufren caídas, y su prevalencia crece globalmente y con la edad. Las caídas son la causa principal de lesiones, discapacidad relacionada con las lesiones y muerte. En las personas de edad avanzada, la gravedad de las lesiones resultantes varía; el 40-60% de las caídas producen laceraciones importantes, fracturas o lesiones cerebrales traumáticas.

Un estudio longitudinal halló que el 68% de las personas que sufrieron caídas reportó algún daño; en el 24% de los casos se requirió la atención de la salud, el 35% experimentó deterioro funcional y las actividades sociales y físicas se vieron afectadas en más del 15%. Cerca del 95% de todas las fracturas de cadera tiene como causa una caída; el 95% de los pacientes con fractura de cadera son internados en hogares de ancianos (casi el 40% de las admisiones en esos hogares está relacionado con las caídas), y el 20% de los pacientes con fractura de cadera muere dentro del año.

A nivel mundial, las caídas generan grandes costos económicos. Las caídas y el miedo a las caídas también reducen notablemente la calidad de vida. Más del 60% de los cuidadores familiares teme que su familiar de edad avanzada se vuelva a caer. El nivel bajo de autoeficacia en las caídas (una medida del miedo a las caídas) se asocia con un riesgo mayor de caídas posteriores, disminución de las actividades de la vida diaria y reducción de la calidad de vida.

Las caídas pueden desencadenar un ciclo de miedo a las caídas (>25% de los casos), reducción de la actividad física, pérdida de la condición física, deterioro funcional, deterioro de la capacidad para llevar a cabo las actividades de la vida diaria, aislamiento social, menor calidad de vida, depresión, aumento del riesgo de caídas posteriores,  institucionalización. Después de una primera caída, las personas tienen un 66% de probabilidad de tener otra caída dentro del año.

Durante varias décadas, la investigación sobre el envejecimiento se ha centrado en las estrategias para reducir y manejar las caídas. La actual revisión resume las mejores pruebas disponibles sobre los factores de riesgo de caídas en las personas mayores que viven en la comunidad y la forma de evaluar el riesgo de caídas.


Factores de riesgo de caídas en ancianos residentes en la comunidad

Las caídas son el resultado de interacciones entre múltiples factores de riesgo individuales y ambientales. Numerosas investigaciones han identificado a muchos de estos factores de riesgo en esa población las personas mayores que viven en la comunidad, como son las caídas previas, las características demográficas (sexo femenino, edad avanzada), los hábitos de salud, el dolor, las enfermedades crónicas, los medicamentos, los impedimentos físicos, las limitaciones funcionales, las discapacidades y las barreras ambientales.

Factores de riesgo comunes de caídas en personas mayores en la comunidad

Riesgos

Ejemplos

Caídas previas

Durante los últimos 12 meses

Miedo a caerse

Puntaje bajo en la escala de eficacia en las caídas

Trastornos del equilibrio

Aumento del balanceo postural

Trastornos de la marcha y la motilidad

Aumento de la variabilidad de la longitud del paso, tiempo de apoyo solo más corto durante la marcha con doble tarea y mayor duración en la prueba de levantarse y caminar (≥12 segundos)

Dolor

Dolor en los miembros inferiores y los pies

Medicamentos

Polifarmacia (≥4 medicamentos), psicotrópicos, antidepresivos, benzodiacepinas.

Enfermedades cardiovasculares y síncope

Síndrome del seno carotideo, sincope vasovagal, hipotensión ortostática y posprandial, arritmias.

Trastornos cognitivos

Reducciones en la capacidad verbal, procesamiento de la palabra  (función ejecutiva) y memoria inmediata

Incontinencia urinaria

Urgencia miccional nocturna

Accidente cerebrovavscular

Debilidad del miembro parético que altera el control del equilibrio; mayor variabilidad de la longitud del paso, incapacidad para caminar con el miembro afectado

Diabetes

Neuropatía periférica, equilibrio acelerado, disminución de las funciones somatosensitiva, visual, vestibular y cognitiva.


Marcha y equilibrio

Los impedimentos para la marcha y el equilibrio son causas modificables de caídas; Las intervenciones para mejorar la función musculoesquelética son eficaces para prevenir las caídas en las personas mayores que viven en la comunidad. La marcha lenta es un indicador del miedo a las caídas mientas que la discapacidad es un factor de riesgo de caídas, y se utilizan para clasificar a las personas como frágiles (velocidad de la marcha <0,8 m/s con incapacidad para caminar más de 350 metros en 6 minutos).

Las personas que tienen miedo de caerse aumentan su nivel de co-contracción (activación de los músculos agonistas y antagonistas, como los cuádriceps y los isquiotibiales). El aumento de la co-contracción aumenta la rigidez, lo que puede reducir el riesgo de caídas si las alteraciones de la velocidad son pequeñas, como un empujón leve. Pero, también aumenta el riesgo de caídas si la interrupción de la velocidad es más elevada, como cuando se tropieza, porque volver a colocar los pies toma más tiempo y la persona puede no ser capaz de recuperar el equilibrio a tiempo.

Fragilidad y discapacidad

En las personas mayores, las caídas están relacionadas con otros problemas, como la fragilidad, la discapacidad, la incontinencia y las alteraciones visuales y cognitivas. Los marcadores de fragilidad, discapacidad y riesgo de caídas incluyen la incapacidad para levantarse de la silla más de 7 veces en 30 segundos sin utilizar las manos, o tardar más de 50 segundos en subir 10 escalones, y más de 30 segundos en levantarse del piso. Los puntos de corte para la deambulación en personas mayores de la comunidad incluyen ser capaz de caminar 50 m en forma independiente y segura dentro de un lapso razonable, y ser capaz de caminar 365 m en forma independiente, y por lo menos 30 m a 1,3 m/s.

Otros indicadores de fragilidad son la pérdida de ≥4,5 kg en el año anterior, el agotamiento durante ≥ 3 días/semana, una fuerza de agarre <10,4 kg para las mujeres y 14,5 kg para los hombres y, permanecer sentado en silencio o acostado durante la mayor parte de la día.

La asociación de las caídas con la fragilidad y la discapacidad es bidireccional, y ambas comparten factores de riesgo. Las caídas pueden causar lesiones que provocan discapacidad y dar lugar a la pérdida de la aptitud física y, finalmente, a la fragilidad. Por otra parte, los adultos mayores frágiles o discapacitados pueden caerse debido a la falta de equilibrio o de resistencia.

Por otra parte, la discapacidad (como la amputación) puede predisponer a las personas mayores a las caídas. De modo que la detección de y reducción del riesgo de caídas influye sobre el riesgo de fragilidad y discapacidad, y viceversa. Las caídas en las personas mayores frágiles son particularmente preocupantes porque la menor capacidad fisiológica puede aumentar las complicaciones y comprometer la recuperación.

Condiciones comórbidas

Los problemas médicos agudos o crónicos como la osteoporosis, la diabetes, la incontinencia urinaria y la enfermedad cardiovascular son también factores de riesgo de caídas. En los ancianos, el síndrome del seno carotideo, el síncope vasovagal, la hipotensión ortostática y postprandial y las arritmias (bradiarritmias y taquiarritmias) son causas comunes de caídas relacionadas con el síncope. La hipotensión ortostática puede causar desmayos en las personas de más edad.

También un descenso de la presión sistólica de 20 mm Hg después de 1 minuto de permanecer de pie puede ser particularmente informativo sobre el riesgo de caída en los ancianos con hipertensión mal controlada. Asimismo se sospecha que la deficiencia de vitamina D es otro factor de riesgo de caídas en los adultos mayores. La vitamina D es un regulador del metabolismo fosfocálcico; su importancia para la salud ósea está bien establecida y ha habido un creciente interés en la asociación entre la vitamina D y las caídas, pero los resultados son controvertidos. Algunos estudios han hallado una asociación entre las caídas y la deficiencia de vitamina D, pero otros que controlaron los niveles de actividad física no hallaron tal asociación.

Polifarmacia

A menudo, los pacientes que sufren caídas toman medicamentos pero la polifarmacia, definida como el uso de ≥4 medicamentos recetados, y ciertos fármacos específicos─antidepresivos, sedantes e hipnóticos, neurolépticos y antipsicóticos, antihipertensivos y anticonvulsivos─se han relacionado con un riesgo de caídas más elevado.

Evaluación del riesgo de caídas

Historia y examen

Los pacientes no pueden informar espontáneamente sus caídas por varias razones, incluyendo la creencia de que una caída no tiene importancia menos que haya dado lugar a una lesión. Una caída reciente, el antecedente 2 o más caídas en los últimos 12 meses, la dificultad para caminar o las alteraciones del equilibrio y el dolor de los miembros inferiores indican la necesidad de una historia más detallada y la evaluación multifactorial.

Las caídas previas  son predictoras de caídas futuras, por lo que un primer paso importante es solicitar información acerca de las caídas anteriores, porque es esencial investigar la causa de la caída. Se deben evaluar las circunstancias en las que se produjo la caída (como el lugar, el momento, la actividad que se estaba realizando, los síntomas precedentes) y sus consecuencias (lesiones, miedo a caer, dificultad para realizar las actividades de la vida diaria, restricción de la actividad, dolor). Luego deben revisarse todos los medicamentos prescritos y de venta libre y sus posibles interacciones. Por último, se debe interrogar sobre los factores de riesgo importantes, como los problemas médicos agudos y crónicos que son contribuyentes conocidos de las caídas.

Revisión de los fármacos

Los medicamentos pueden ser necesarios para tratar el dolor, el síncope o la hipotensión ortostática (o ambos), y otras condiciones crónicas. Sin embargo, pueden aumentar el riesgo de caídas. Una acción importante para reducir las caídas es revisar los fármacos y reducir el número o dosis (o ambos). La revisión de fármacos debe incluir la evaluación de los medicamentos de venta libre así como los que tienen efectos anticolinérgicos (por ej., antialérgicos y somníferos) y aquellos que pueden ocasionar trastornos del movimiento.

Factores de riesgo médicos

Visión

Los especialistas recomiendan la derivación al oftalmólogo para evaluar la agudeza visual, la capacidad perceptiva espacial, la sensibilidad al contraste y la presencia de cataratas.

Síncope

Por otra parte, las personas mayores en las que se sospecha que sus caídas se deben a un síncope o son inexplicables deben someterse a estudios relacionados con el síncope. Puede ser difícil determinar si ha tenido lugar un síncope, debido a que a menudo no hay testigos de las caídas. La evaluación inicial del síncope puede estar seguida de una evaluación más profunda, teniendo en cuenta una historia clínica detallada, el examen físico, los análisis bioquímicos y hematológicos, el electrocardiograma y el ecocardiograma. En algunos casos, también pueden estar incluidos el masaje del seno carotideo, la pruebas de basculación, el Holter electrocardiográfico de 24 horas y los estudios electrofisiológicos para las arritmias. Puede ser necesaria la derivación a unidades interdisciplinarias especializadas.

Cardiovascular

Un estudio halló que el 44% de las personas mayores atendidas en un servicio de urgencias durante un período de 28 días había experimentado una caída. El 77% de los que sufren caídas inexplicables o recurrentes o la pérdida inexplicada de la conciencia tienen problemas cardiovasculares incluyendo la hipotensión ortostática (19%), la hipersensibilidad del seno carotideo (73%), la hipersensibilidad vasovagal (15%) y las arritmias (8%).

Las causas cardiovasculares de las caídas incluyen el síncope vasovagal, el síndrome del seno carotideo, las arritmias, otras anomalías cardíacas (como la estenosis, la mi cardiopatía, la isquemia y el infarto), y la hipotensión  postprandial  y postprandial. La evaluación de la hipotensión ortostática es un componente de la evaluación multifactorial del riesgo de caídas en los ancianos. Es común hacer el registro de la presión arterial en la posición de pie y sedente, pero una proporción importante de pacientes con hipotensión ortostática puede ser catalogada erróneamente si la presión arterial no se registra en la posición supina. La necesidad de hacer presurometrías repetidas en diferentes posiciones y con minutos de diferencia puede ser una carga, sobre todo en el tiempo limitado del ámbito clínico.

Cerebrovascular

Las personas mayores que sufren un accidente cerebrovascular tienen mayor riesgo de caídas debido a secuelas tales como la disminución de la fuerza y del equilibrio, la negación contralateral (falta de percepción y reconocimiento de la parte del cuerpo opuesta al hemisferio cerebral afectado), los problemas perceptivos (por ej. sensibilidad propioceptiva) y visuales. Un estudio sobre la incidencia y las consecuencias de las caídas en las personas mayores que sufrieron un ACV halló que el 73% (n = 79) se cayó en su casa dentro de los 6 meses del alta hospitalaria.

Diabetes

Las personas con diabetes tipo 2 tienen un riesgo aumentado de caídas en comparación con los no diabéticos. Las caídas en los ancianos con diabetes tipo 2 suelen asociarse con la neuropatía diabética periférica, el equilibrio acelerado y la declinación de la función somatosensitiva, visual, vestibular y cognitiva. La prevalencia de las caídas se asocia directamente con el número de afecciones médicas crónicas como los problemas cardiovasculares, la diabetes, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la depresión y la artritis. Las mujeres mayores que tienen al menos una enfermedad crónica tienen mayor probabilidad de caerse en comparación con las mujeres sin enfermedades crónicas.

Evaluación funcional y motriz

La evaluación de las alteraciones funcionales y motrices puede identificar la necesidad de derivación y orientar las intervenciones para la rehabilitación. Para la evaluación a fondo de la movilidad se requiere experiencia adecuada (por ej., la participación de fisioterapeutas). La detección de las alteraciones de la marcha mediante las pruebas de rendimiento puede ayudar a identificar a las personas mayores que pueden beneficiarse de una evaluación más detallada y del manejo de los problemas motores. Existen varios exámenes para evaluar la función y la movilidad (por ej., la marcha y el equilibrio), siendo los más utilizados los que se resumen a continuación.

Prueba de levantarse y caminar

La prueba cronometrada de levantarse y caminar consiste en medir cuánto tiempo tarda la persona en levantarse de un sillón, caminar 3 m, girar, retornar y volver a sentarse en la misma silla. La prueba es bastante fácil de realizar y tarda menos de 5 minutos. Se ha demostrado que es un indicador fiable y válido del riesgo de caídas. En general, la duración de la prueba >12 segundos se asocia con mayor riesgo de caídas.

Un estudio halló que los adultos mayores que habían tenido una caída previa tardaron 22 segundos en completar la prueba, mientras que los que no sufrieron caídas tardaron 8 s. Utilizando un valor de corte de 13,5 segundos, la prueba tuvo una sensibilidad del 80% y una especificidad del 100%. Sin embargo, la prueba no proporciona información en profundidad de la marcha, y los valores de corte indicativos de un resultado anormal son variados. Existen valores de referencia para diferentes grupos de edad y ara personas con ciertas condiciones de salud. Por ejemplo, el tiempo promedio para los adultos mayores de 60-69 años que habitan en la comunidad fue 8 s; para las personas de 70-79 años, 9 s (8 a 10) y, para las personas de 80-99 años, 11 s (10 a 13). No hay consenso sobre cuál es el puntaje óptimo para identificar a aquellos que se beneficiarían con una evaluación más profunda.

Batería corta de rendimiento físico

La batería corta de rendimiento físico (BCRF) implica cronometrar la caminata de 4 metros al ritmo habitual, cronometrar el tiempo que toma sentarse repetidamente en una silla, y las pruebas de equilibrio con los pies separados, en semitandem y en tándem completo durante 10 segundos. La prueba puede ser realizada fácilmente en diversos contextos y configuraciones, por asistentes médicos y personal capacitado, después de un formación mínima. Esta prueba tarda unos 10 minutos en completarse. Se ha comprobado que la BCRF es una medida fiable y válida de la motilidad y es predictiva de caídas, discapacidad física, hospitalizaciones, internación en asilos de ancianos y mortalidad. Un puntaje ≤9 en la BCRF indica alteración de la movilidad. La BCRF puede utilizarse para identificar a las personas mayores con movilidad reducida que pueden beneficiarse con programas de ejercicio físicos de intensidad moderada. Por ejemplo, la discapacidad motora se redujo considerablemente en las personas mayores que participaron en el estudio LIFE y que presentaban una BCRF ≤7 al inicio del estudio. 

Velocidad de marcha habitual o preferida

Este es un elemento del puntaje de la BCRF y un factor determinante de la prueba y del test de la caminata en 6 minutos, como así un fenotipo de la fragilidad. La velocidad preferida de la marcha es predictiva de una amplia gama de resultados adversos para la salud, incluyendo las caídas. La asociación entre la velocidad al caminar y las caídas no es lineal, con mayor riesgo de caídas al aire libre entre los caminantes más rápidos y mayor riesgo de caídas en interiores en los caminantes más lentos. Ha habido un interés en el uso de la velocidad de la marcha como indicador general de la salud en los adultos de la tercera edad. Sin embargo, queda por determinar si la velocidad de la marcha podría servir aisladamente como prueba de cribado para el riesgo de caídas.

Prueba del equilibrio de Berg

La prueba del equilibrio de Berg permite una evaluación completa del equilibrio estático y dinámico. Se utiliza comúnmente en un centro de rehabilitación. Se trata de evaluar el rendimiento en 14 tareas─a saber: pasar de la sedestación a la bipedestación, pararse sin apoyo, sentarse sin apoyo, pasar de la bipedestación a la sedestación, llevar el brazo extendido hacia delante en la bipedestación, transferencias, bipedestación con los ojos cerrados, bipedestación con los pies juntos, recoger un objeto del suelo, girar el tronco con los pies fijos (mirar hacia atrás por sobre el hombre), girar 360º, subir alternativamente los pies a un escalón o taburete en la bipedestación sin agarrarse, bipedestación con los pies en tándem, bipedestación con apoyo en un solo pie. Sin embargo, su valor y viabilidad como herramienta de detección todavía no han quedado establecidos.

Valoración del equilibrio de Tinetti

Esta evaluación comprende una sesión de equilibrio y una sesión de marcha. La sesión del equilibrio incluye la evaluación del equilibrio en la posición sedente y de pie, la capacidad para levantarse de una silla, la respuesta al ser empujado, la capacidad de giro y la capacidad para sentarse.

La sesión de la marcha incluye la evaluación de la vacilación, la longitud y altura del paso; la holgura, la simetría, la continuidad y el recorrido del paso; el movimiento del tronco y la base de sustentación. El puntaje varía de 0 a 2 para cada componente. Los puntajes máximos son 16 para el equilibrio y 12 para la marcha (puntaje total: 28). Los puntajes ≤18 indican un alto riesgo de caídas; entre 19 y 23 el riesgo es moderado y, ≥ 24 indica un riesgo bajo.

Evaluación de la movilidad orientada al rendimiento

La evaluación de la movilidad orientada al rendimiento (EMOR) es otro enfoque clínico para evaluar el equilibrio y la marcha. La persona es observada mientras desempeña tareas motoras y se establece el puntaje según sus habilidades para el equilibrio y la marcha en 16 temas. La realización de este test tarda unos 10-15 minutos.

La EMOR ofrece información más detallada que la BCRF sobre los componentes de la movilidad, pero el tiempo necesario para completar las pruebas limita su uso como herramienta de detección.

Evaluación hogareña y ambiental

Las evaluaciones en el hogar y la educación del paciente son parte de los programas para la prevención de las caídas. Las visitas domiciliarias son una oportunidad para identificar el uso de medicamentos, los hábitos y los riesgos ambientales; observar las actividades de la vida diaria y, proporcionar educación a los pacientes y sus familias. Las modificaciones en el hogar (de bajo costo) pueden reducir significativamente las lesiones producidas por las caídas. A pesar de que las modificaciones en el hogar suelen ser parte de las intervenciones multifactoriales, hay pocos datos específicos sobre su eficacia para reducir las lesiones por caídas. Sin embargo, un ensayo aleatorizado por grupos (842 casas) realizado en 2015 informó que las modificaciones en el hogar reducen la tasa de lesiones por caídas en un 39% comparado con un grupo control en lista de espera. Existen listas de comprobación para la evaluación en el hogar, las que están diseñadas para identificar:

• Los riesgos ambientales que pueden ser removidos o evitados, en particular, tropezar con obstáculos tales como cables, alfombras y muebles; presencia de superficies resbaladizas y áreas mal iluminadas.

• Los accesorios que se pueden instalar y los muebles que se pueden modificar para facilitar la transferencia o la caminata son las rampas, los asientos de inodoro y las camas de altura adecuada, las barras de apoyo junto al inodoro y la ducha y, las barandillas a lo largo de las vías para caminar

• La necesidad y las posibilidades del uso de la asistencia de aparatos y dispositivos (aparatos de alcance extendido, dispositivos para la vigilancia de las caídas, personal médico o sistemas de alerta de rescate).


Manejo de los riesgos e intervenciones para reducir las caídas

Se ha demostrado que la evaluación multidisciplinaria del riesgo seguida de intervenciones multifactoriales, incluyendo el ejercicio, reduce significativamente las caídas en las personas mayores residentes en la comunidad.

En ensayos de intervención y metaanálisis se ha hallado que luego de identificar a las personas mayores en riesgo de caer e implementar las intervenciones correspondientes se obtiene una reducción estadísticamente significativa de las caídas, así como de los costos relacionados con la salud. En la siguiente sección se presenta evidencia de la forma de manejar el riesgo y las intervenciones para reducir las caídas, incluyendo las intervenciones basadas en ejercicios; el control del dolor, las enfermedades crónicas y la medicación; la educación y el asesoramiento sobre el comportamiento; la corrección de la visión; la suplementación de vitamina D y calcio y las intervenciones multifactoriales.

Intervenciones basadas en ejercicios

Basada en una revisión sistemática de 2012, la US Preventive Services Task Force (USPSTF) recomienda el ejercicio y la fisioterapia para prevenir las caídas en las personas mayores en riesgo que viven en la comunidad. Cabe señalar que el deterioro cognitivo no solo aumenta el riesgo de caídas sino que también afecta negativamente el cumplimiento de las intervenciones y su efectividad. La prevención de las caídas que resulta de ensayos realizados en personas mayores cognitivamente intactas no se adaptan a las personas con deterioro cognitivo. La guía de la American Geriatrics Society y la British Geriatrics Society (AGS/BGS) reconoció que la evidencia para recomendar a favor o en contra de las intervenciones multifactoriales individuales para prevenir las caídas en las personas mayores con demencia conocida residentes en la comunidad es insuficiente.

Una revisión sistemática de ensayos aleatorizados de intervenciones para reducir las caídas en las personas mayores que viven en la comunidad publicada en 2012 también apoyó el efecto beneficioso de las intervenciones de ejercicios para reducir el número de caídas y el número de participantes que las sufren. Los datos de más de 3.500 participantes de 16 ensayos mostraron que las clases grupales de ejercicios, con múltiples componentes (como el reentrenamiento del equilibrio y el fortalecimiento muscular) redujeron la tasa de caídas (prevalencia) en los grupos que realizaron ejercicios en comparación con los grupos que no hicieron ejercicios.

El Tai Chi─una intervención de ejercicios que consiste en movimientos que hacen hincapié en el cambio de peso, el equilibrio, la alineación postural y la coordinación, se asoció a un 28% (0% a 48%) de reducción de la tasa de caídas y a un 29% (13% a 43%) de reducción del riesgo de caídas. Los ejercicios realizados en el hogar también dieron lugar a una reducción significativa de la tasa y del riesgo de caídas.

La bipedestación y la marcha evolucionaron como una adaptación para la supervivencia, pero es inestable por naturaleza. Caminar es una evitación controlada de la caída mediante la secuencia de pasos. El ejercicio en bipedestación o sentado sin apoyo (por ej., en un taburete o una pelota de ejercicio) entrena el equilibrio. Las pruebas de equilibrio como la postura en una pierna y los desplazamientos del centro de presión observados en la práctica de Tai Chi aumentan la inestabilidad, promueven la formación y adaptación neuromuscular, mejoran el equilibrio y reducen el riesgo de caídas en los ancianos.

Una revisión sistemática y metaanálisis de 2.013 realizados en ensayos aleatorizados y controlados evaluó el efecto que tienen los programas de ejercicios en la prevención de las caídas, tomando como referencia las lesiones relacionadas con las caídas en los ancianos que viven en la comunidad. Un total de 17 estudios con más de 4.000 participantes, que tenían datos sobre caídas nocivas, incluyeron las caídas graves y las fracturas relacionadas con las caídas. El análisis de los datos de 10 ensayos mostró una reducción del número de caídas nocivas en los grupos que realizaron ejercicios comparados con los grupos que no hicieron ejercicio.

 

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