Twitter: 320 millones de usuarios activos al mes | 25 ENE 16

¿Es Twitter una herramienta útil para la ciencia?

Usar modelos de predicción a partir de la red social puede ser muy útil para el análisis de datos, pero algunos expertos alertan de que la información contiene sesgos
Autor/a: Elena Sanz  El País, Materia

Millones de personas de todo el planeta pensando en voz alta en la Red. Así podría describirse Twitter desde el punto de vista de los epidemiólogos, etólogos, economistas y sociólogos, que han encontrado en esta plataforma de microblogging una auténtica mina de oro para sus investigaciones.

La epidemia de gripe de este año, por ejemplo, se podría monitorizar mejor con ayuda de la popular red social. Hace poco, informáticos de la Universidad Johns Hopkins (EE UU) desarrollaron un método que no solo proporciona datos reales sobre la gripe sino que también filtra el parloteo online sobre esta enfermedad desligado de casos reales de infección.

“Cuando lees tuits, puedes encontrar a gente hablando de su temor a contraer la gripe o mencionando a una figura publica que ha enfermado”, explica Mark Drezde, responsable de la investigación. Esos mensajes no ayudan a medir quién ha contraído la gripe, de ahí la importancia de usar adecuadamente las tecnologías de análisis del lenguaje “separarlos de los que sí identifican a personas enfermas y, por lo tanto, ayudan a cuantificar de manera fiable la magnitud de la epidemia”

Drezde sabe bien de lo que habla. En 2011 se convirtió en uno de los pioneros en el uso de Twitter como herramienta para recabar información sobre salud pública. Y desde entonces a la red social no han dejado de salirle aplicaciones en este sentido. Algunas de las enfermedades mentales más comunes (estrés postraumático, trastorno bipolar, depresión y trastorno afectivo estacional) podrían entenderse mejor recopilando datos en esta red social.

En el Hospital Infantil de Boston se han puesto manos a la obra para crear un “fenotipo digital” del insomnio y otros trastornos del sueño basándose en datos extraídos de los tuits. Twitter también permite estudiar a gran escala la incidencia de los ataques de migraña y el impacto que causan en la vida de los pacientes, como demostraban hace poco investigadores de la Universidad de Michigan. Y desde la Universidad de Arizona han demostrado que con el microblogging se puede predecir cuántos asmáticos acudirán a urgencias en un día y permitir, así, que los hospitales tengan preparados los recursos humanos y materiales para tratar a estos pacientes.

“En las redes sociales, la gente comparte constantemente información sobre cuánto ejercicio realiza o qué come”, recalcaba Sudha Ram, experta en sistemas de información y coautora del estudio. “Usar modelos de predicción a partir de Twitter puede ser muy útil para abordar enfermedades crónicas”, vaticina.

Con el 'microblogging' se puede predecir cuántos asmáticos acudirán a urgencias en un día

Seguirle la pista al virus del sida también resultaría más sencillo analizando la información a tiempo real que aporta Twitter. Bastaría con usar el algoritmo que han creado en la Universidad de California (EE UU) a partir de 550 millones de tuits. Según sus desarrolladores, la red social permite predecir las conductas sexuales de riesgo y los comportamientos de consumo de drogas ligados a la propagación del VIH, situar el origen de los mensajes y plasmarlo en un mapa, e incluso relacionar esta información con la distribución conocida de casos de sida en el mundo.

"Podemos usar el ‘big data’ procedente de redes sociales para prevenir y detectar esta enfermedad de transmisión sexual", concluía Sean Young, coautor del trabajo, que con “big data” se refiere a la gestión y análisis de enormes volúmenes de datos que no podrían ser reunidos ni tratados de forma convencional.

La posibilidad de localizar geográficamente la información que se publica en Twitter es una de las tres grandes ventajas que encuentra el psicólogo Johannes Eichstaedt en el uso de esta red social en investigación sanitaria. Las otras dos son “que los tuits son públicos por defecto, y por lo tanto acceder a ellos no entraña problemas éticos, y que su uso ha calado hondo en todos los continentes”, según resume este investigador de la Universidad de Pensilvania (EE UU).

 

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