Metabolitos de la alimentación | 06 MAY 15

¿Un examen para medir el riesgo de obesidad?

Ciertos subproductos digestivos podrían revelar problemas y mejores tratamientos... un día, según investigadores.

Un grupo de investigadores señaló que ha asociado exitosamente ciertos subproductos de la digestión con un riesgo de un exceso de grasa corporal.

Eventualmente, estos hallazgos podrían llevar a intervenciones más personalizadas para personas que se identifiquen como "de alto riesgo" de desarrollar obesidad, incluyendo dietas, ejercicio o suplementos, como probióticos.

El equipo de investigadores internacionales construyó un "mapa" bioquímico a profundidad que registra la manera en la que el cuerpo procesa y descompone el alimento. Esto permitió que los investigadores tomaran una instantánea del producto final de la digestión: moléculas conocidas como metabolitos.

Más de dos docenas de estos metabolitos tuvieron una alta correlación con la alimentación. Algunas se asociaron con tener un índice de masa corporal (BMI, por sus siglas en inglés) alto, una medida para calcular la grasa corporal, mientras que otras se asociaron con un BMI bajo.

Los autores del estudio dijeron que su investigación sugiere que el riesgo de obesidad de hecho es impulsado por muchos factores. Estos incluyen "aminoácidos y metabolismo muscular, metabolismo de la energía y la participación del metabolismo de las bacterias intestinales", dijo el autor principal del estudio Paul Elliott, quien encabeza el departamento de epidemiología y bioestadísticas en el Imperial College London (ICL) en Inglaterra.

"Conseguir una mejor comprensión de los mecanismos involucrados puede indicar maneras de encontrar planteamientos y tratamientos preventivos en el futuro", dijo .

Los resultados se publicaron el 29 de abril en la revista Science Translational Medicine.

Para el estudio más de 2,300 participantes estadounidenses y británicos proporcionaron muestras de orina así como información sobre su dieta, hábitos de ejercicio, presión arterial y BMI.

Al final, nueve metabolitos parecieron estar ligados a tener un índice de masa corporal alto. Esto metabolitos particulares fueron producidos por microbios que se encuentran normalmente en el intestino humano y que participan en el proceso de digestión.

Otro metabolito, descrito como una señal de consumo de carne roja, también se vinculó con un BMI alto. En contraste, un metabolito distinto que indica el consumo de frutos cítricos se asoció con un BMI bajo, de acuerdo con el estudio.

Alrededor de la mitad de las moléculas citadas no se habían asociado previamente a riesgos de obesidad, según el coautor del estudio Jeremy Nicholson, quien encabeza el departamento de cirugía y cáncer de ICL, y es director de su Consejo de Investigación Médica-Instituto Nacional de Investigación de Salud Centro Nacional Phenome.

Más aún, el esfuerzo de mapeo de su equipo sugiere que aproximadamente de un 5 a un 6 por ciento del riesgo de obesidad se puede explicar a partir de la actividad de los microbios del intestino. "Esto significa que los microbios en nuestro intestino y la manera en la que interactúan con el alimento que ingerimos juegan un papel de tres a cuatro veces más importante en nuestro riesgo de obesidad que nuestros antecedentes genéticos", dijo Nicholson.

Si bien Nicholson se mostró esperanzado de que los hallazgos de su equipo eventualmente señalen el camino a nuevos planteamientos para la prevención de la obesidad, él dijo que nadie debería anticipar una sola solución mágica.

"Nuestro trabajo muestra que la obesidad en realidad es muy compleja", dijo. "Para ajustar un problema fisiológico subyacente, por ejemplo, existen docenas de objetivos que tendrían que abordarse. De hecho, se trata de un ambiente tan complejo que es muy poco probable que algún día haya un solo medicamento que la combata con seguridad".

Al mismo tiempo, Nicholson enfatizó que la mayoría de las personas que desarrollan obesidad no lo hacen por un problema fisiológico subyacente sino simplemente porque tienen una mala alimentación y no hacen suficiente ejercicio.

"La genética prácticamente no te lleva a ningún lado", dijo. "Sí, juega un papel estadísticamente significativo. Pero la aportación de la genética es increíblemente pequeña, representando solo el 1.4 por ciento del riesgo de obesidad en total".

Lona Sandon, profesora asistente de nutrición clínica en el Centro Médico de la Universidad Texas Southwestern en Dallas, respaldó esa opinión.

"Es cierto que todos tenemos una predisposición a la obesidad simplemente por la manera en la que funciona el cuerpo humano", dijo. "Fuimos construidos para almacenar calorías con el fin de evitar que muramos de hambre demasiado rápido si no hay alimento disponible".

"Pero el mayor problema es nuestro entorno", añadió Sandon. "Identificar los metabolitos de la obesidad y los mecanismos a través de los cuales trabaja la obesidad es muy interesante. Pero la influencia social y el comportamiento humano anulan a la naturaleza. Si usted se siente a ver la televisión y comer todos los alimentos baratos y poco saludables que nos rodean todo el tiempo, desarrollará obesidad".

 

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