Conductas de bajo riesgo | 06 OCT 14

5 hábitos saludables podrían reducir 80% de los infartos

La alimentación saludable, junto con hábitos de vida de bajo riesgo y ausencia de adiposidad abdominal puede prevenir la gran mayoría de episodios de infarto de miocardio en hombres.
INDICE:  1.  | 2. Referencias

 

 

Alimentación y hábitos de vida de bajo riesgo en la prevención primaria del infarto de miocardio en hombres

Resumen

El objetivo de este estudio fue analizar el beneficio de la alimentación y los hábitos de vida saludables sobre la incidencia del infarto de miocardio (IM) en hombres. Se efectuó un seguimiento de 11 años a una cohorte de 20721 hombres de 45-79 años.

Las conductas de bajo riesgo fueron:

  1. Alimentación saludable
  2. Consumo de alcohol moderado
  3. Actividad física
  4. Ausencia de tabaquismo
  5. Ausencia de adiposidad abdominal.

Durante ese tiempo se comprobaron 1361 casos nuevos de IM. La combinación de conductas saludables sólo presente en el 1% de los hombres, pudo prevenir el 79% de los episodios de IM.


Introducción

La incidencia y la mortalidad de la enfermedad coronaria (EC) disminuyeron en muchas regiones del mundo, pero la carga de enfermedad aún es grande. Aunque los tratamientos farmacológicos para el descenso de los lípidos y de la hipertensión son eficaces para disminuir los episodios coronarios, la observancia de hábitos de vida saludables sigue teniendo un impacto notable. En contraste con los tratamientos farmacológicos, las estrategias no farmacológicas para contribuir a la prevención de la EC no tienen el riesgo de efectos colaterales.

Para la incidencia de EC, hasta el 77% - 82% de los episodios se atribuyeron a la falta de observancia de hábitos de vida de bajo riesgo, que para las mujeres consisten en 5 opciones saludables. En los hombres de los EEUU, el riesgo atribuible correspondiente fue del 62%, y del 57% entre los que recibían medicamentos para la hipertensión o la hipercolesterolemia.

En este trabajo se estudió el beneficio de combinar alimentación y hábitos de vida saludables sobre la incidencia del infarto de miocardio (IM) en una gran cohorte prospectiva de hombres suecos sanos.

Se estimó la carga de EC que podría haber sido evitada si todos los hombres hubieran cumplido con una dieta saludable, consumo de alcohol moderado, actividad física, supresión del tabaquismo y hubieran evitado la adiposidad abdominal. Se efectuó un análisis aparte de los hombres con hipertensión e hipercolesterolemia.


Métodos

En 1997, todos los hombres nacidos entre 1918 y 1952 residentes en dos provincias de Suecia central recibieron un cuestionario que incluía 350 preguntas sobre su alimentación y otros factores de sus hábitos de vida (la tasa de respuestas fue del 49%). Esta gran cohorte es representativa de los hombres suecos de 45 a 79 años en cuanto a la distribución por edad, el nivel educativo y la prevalencia de sobrepeso.

Tras la exclusión de los que tenían antecedentes de enfermedades que podrían haber causado cambios en la alimentación y los hábitos de vida, quedaron 20721 hombres para el estudio. Se efectuó un análisis aparte de 7139 hombres con hipertensión e hipercolesterolemia.

Evaluación de los factores alimentarios de hábitos de vida

La alimentación se evaluó mediante un cuestionario semicuantitativo autoadministrado, con preguntas sobre 96 alimentos (Food Frecuency Questionnare). La alimentación saludable se identificó según la Puntuación de alimentos recomendados (PAR) (Recommended Food Score), ideada en 2000 por Kant et al. como una manera sencilla de definir la calidad de la alimentación separando los alimentos saludables de los menos saludables, sobre la base de los conocimientos actuales y las recomendaciones alimentarias.

La PAR es un excelente factor pronóstico de mortalidad e incluye los alimentos con efecto favorable sobre la salud cardiovascular, como frutas, verduras, legumbres, frutas secas, lácteos descremados, granos enteros y pescado. Se asignó una puntuación de 1 (hasta un máximo de 25) para ≥ 1 porción por semana de cualquiera de 3 productos lácteos descremados, pan crocante y pan integral, mientras que para los restantes alimentos la frecuencia de consumo fue por lo menos 1 - 3 veces por mes.

Se consideró que aquéllos con puntuación en el quintilo más alto (puntuación 23 - 25) tenían una alimentación saludable variada (alimentación de bajo riesgo). En un análisis post hoc, sólo el quintilo superior se asoció con disminución estadísticamente significativa del riesgo de IM. La puntuación de alimentos no recomendados (Non-Recommended Food Score) se basó sobre 21 alimentos, entre ellos las carnes rojas procesadas, las papas fritas, las grasas sólidas, el queso no descremado, el pan blanco y los cereales refinados y diversos alimentos dulces.

El grupo de bajo riesgo con respecto al alcohol comprendió los hombres que consumían cantidades moderadas de alcohol (10 - 30 g/día).

Se consideraron el tabaquismo, la actividad física y la adiposidad abdominal como los tres principales factores de bajo riesgo no alimentarios modificables. Se consideró que la actividad física de bajo riesgo CV incluía tanto actividad física como caminata y ciclismo diarios y un ejercicio semanal más vigoroso.

De esta manera, el grupo de bajo riesgo estuvo compuesto por hombres que no fumaban, que caminaban o practicaban ciclismo durante por lo menos 40 min/día y hacían ejercicio más vigoroso por lo menos 1 hora por semana y tenían una circunferencia abdominal <95 cm.


Resultados

Durante una media de 11 años, se comprobaron 1361 casos nuevos de IM. Globalmente, fue más probable que los hombres con alimentación de bajo riesgo tuvieran mayor nivel educativo, no fumaran y no vivieran solos.

 

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