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Autismo: problemas motores y gastrointestinales

Los niños pequeños con formas de autismo más graves tienen más problemas con las habilidades motoras y gastrointestinales según dos estudios.

El autismo también afecta a las habilidades motoras

Los niños pequeños con formas de autismo más graves tienen más problemas con las habilidades motoras, según un estudio.

Robert Preidt

El autismo afecta al desarrollo de las habilidades motoras de los bebés y los niños pequeños, y cuanto más grave es el trastorno, más lentamente realizan progresos en cosas como agarrar objetos y moverse.

Ese es el hallazgo de un estudio que evaluó a más de 150 niños de entre 12 y 33 meses de edad. 110 niños del estudio tenían autismo, y 49 no tenían dicho trastorno. Los niños con autismo llevaban casi un año de retraso con respecto a los niños normales en las habilidades motoras, como agarrar una cuchara o un juguete pequeño.

Los niños con autismo también tenían un retraso de aproximadamente 6 meses con respecto a las habilidades motoras gruesas, como correr o saltar, según el estudio publicado en la edición de abril de la revista Adapted Physical Activity Quarterly.

El retraso del desarrollo de las habilidades motoras de los niños con autismo no se relacionó con la habilidad intelectual, indicó la autora del estudio, Megan MacDonald, profesora asistente en el Colegio de Ciencias de la Salud y Humanas de la Universidad Estatal de Oregón.

"No es mucho si hablamos de niños más grandes, pero para niños de entre 1 y 3 años de edad, se trata de déficits sustanciales, de casi un tercio del tiempo de su vida", afirmó en un comunicado de prensa de la universidad. "A esa edad, son como pequeñas esponjas: les podemos enseñar habilidades motoras", añadió.

Además, la detección temprana de los problemas motores de los niños autistas "nos da más tiempo para ayudar a los niños a que lleguen al nivel de sus compañeros con respecto a las habilidades motoras", dijo MacDonald.

Los hallazgos muestran que el desarrollo de las habilidades motoras debería incluirse en los programas de tratamiento para los niños autistas, afirmó MacDonald, experta en habilidades motoras de los niños autistas. Los planes de tratamiento para los niños autistas normalmente se centran en la comunicación social.

Los padres de los niños autistas deberían tener en cuenta los programas de educación física adaptativa, que se personalizan según las habilidades y las necesidades de un niño, añadió MacDonald.

FUENTE: Oregon State University



Los problemas gastrointestinales son más comunes en los niños autistas, según una revisión

Su riesgo de problemas digestivos es cuatro veces mayor que el de sus pares que se desarrollan con normalidad, hallaron los investigadores.
 

Hace mucho que los padres de niños autistas sospechan que el autismo y los problemas gastrointestinales van de la mano, y ahora un nuevo estudio los respalda.

El estudio, una revisión de la investigación médica, halló que los niños con autismo tienen más de cuatro veces más probabilidades que sus pares con un desarrollo normal de tener dificultades digestivas, como dolor abdominal, diarrea o estreñimiento.

Los autores del estudio enfatizan que eso no significa que los problemas gastrointestinales sean la causa del autismo, como había sugerido una teoría muy desacreditada, ni que algo de la biología del autismo provoque problemas estomacales.

No se estableció una relación causal.

Pero los investigadores apuntan a que el vínculo entre los dos problemas es suficientemente potente como para ameritar más investigación.

"Buscamos buenas investigaciones por todos lados, y solo hallamos 15 estudios en 32 años", señaló el autor del estudio, William Sharp, psicólogo pediátrico conductual de la Facultad de Medicina de la Universidad de Emory, en Atlanta.

"Se trata de algo que es un problema prominente para los niños autistas. Debemos reenfocar nuestros esfuerzos científicos para obtener un método basado en la evidencia para la evaluación y el tratamiento de estos niños", señaló Sharp, quien se especializa en los problemas de la alimentación de los niños autistas.

Para la revisión, que aparece en línea el 28 de abril y en la edición impresa de mayo de la revista Pediatrics, Sharp y sus colaboradores buscaron estudios sobre los problemas digestivos en el autismo en la literatura médica. Enfocaron su búsqueda en estudios que incluyeran un grupo de comparación ("control"). Por lo general, esos grupos de control estaban conformados por pares o hermanos de los niños autistas que se desarrollaban con normalidad.

De los 961 estudios posibles, apenas 15 incluían un grupo de control. Pero incluso esos estudios tenían ciertos problemas, reconoció Sharp. Usaron definiciones distintas para problemas comunes como la diarrea y el estreñimiento. Muchos utilizaron reportes de los padres para documentar un problema, mientras que otros solo contaron los problemas estomacales anotados en el expediente médico de un niño.

Tras limar esas diferencias tan bien como pudieron, los investigadores hallaron unas tasas altas de problemas gástricos en los niños autistas. La diarrea y el estreñimiento fueron los problemas más frecuentemente reportados. Los niños autistas tenían casi cuatro veces más probabilidades de sufrir de diarrea o estreñimiento que los niños con un desarrollo normal, hallaron los investigadores. Y tenían más del doble de probabilidades de experimentar dolor abdominal.

Los médicos aún no saben por qué los niños con autismo son más propensos a los problemas digestivos, pero creen que en gran parte podría ser algo conductual.

Algunos estudios han sugerido que los niños autistas no amamantan bien en la infancia. La leche materna ayuda a desarrollar y a proteger el tracto digestivo de los bebés. Quizá eso sea algo que les falte a los niños autistas.

También pueden ser quisquillosos para comer.

"Si un padre dice que su hijo tiene estreñimiento de forma ocasional, ¿es eso suficiente para afirmar que el niño tiene un problema gastrointestinal, si es quisquilloso y solo come arroz blanco?", planteó Cynthia Johnson. Johnson es directora del centro de autismo del Hospital Pediátrico de Pittsburgh. No participó en la investigación.

Johnson comentó que hasta que se sepa más, los padres deben informar al médico sobre los problemas digestivos.

"Deben saber que hay que plantear esas preocupaciones al pediatra para ver si el niño debe ser atendido por un gastroenterólogo o no", dijo. "Pero si parece relacionado con la dieta, probablemente deban hablar con un dietista para obtener una recomendación".

FUENTES: William Sharp, Ph.D., behavioral pediatric psychologist, Marcus Autism Center, Emory University School of Medicine, Atlanta; Cynthia Johnson, Ph.D., director, autism center, Children's Hospital of Pittsburgh; May 2014, Pediatrics
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