Epidemia letal | 13 FEB 14

Preocupación en EE. UU. por las crecientes sobredosis de drogas

La letal epidemia se ve fomentada por el abuso de los analgésicos narcóticos y la heroína.

A medida que las muertes por la heroína y los analgésicos recetados se acumulan por todo EE. UU., las autoridades del gobierno buscan formas de controlar el sufrimiento provocado por la adicción.

La muerte la semana pasada del actor Philip Seymour Hoffman, ganador de un Óscar, a la edad de 46 años en la ciudad de Nueva York de una aparente sobredosis de heroína resaltó este problema en aumento.

"El uso de opiáceos, un grupo de drogas que incluye a la heroína y a los analgésicos recetados, está teniendo un impacto devastador sobre la salud y la seguridad del público en comunidades de todo el país", advirtió el martes en la mañana en una conferencia de prensa en Washington, D.C., Gil Kerlikowske, director de la Oficina Nacional de Políticas de Control de Drogas de EE. UU.

"En 2010, unos cien estadounidenses murieron de sobredosis cada día", lamentó Kerlikowske. Los analgésicos recetados tuvieron que ver con más de 16,600 muertes ese año, y la heroína con unas 3,000 muertes, añadió.

Las muertes por sobredosis superan ahora a las muertes por asesinatos y accidentes de coche en EE. UU., comentó.

La popularidad de la heroína ha aumentado desmesuradamente en los últimos años, al pasar de 373,000 usuarios en 2007 a 669,000 en 2012, según las cifras del gobierno ofrecidas en la conferencia de prensa. Pero la heroína sigue siendo mucho menos común que otras drogas, agregó Kerlikowske.

El resurgimiento de la heroína se debe en parte a una mayor disponibilidad y un costo más bajo en relación con otras drogas, dijo.

En la conferencia de prensa, el Dr. Wilson Compton, subdirector del Instituto Nacional de Abuso de Drogas de EE. UU., explicó que la heroína es un opiáceo, al igual que la morfina y unos analgésicos comúnmente recetados, como la hidrocodona y la oxicodona.

"Son clasificados como opiáceos porque ejercen su efecto al vincularse con el receptor opiáceo de nuestro cerebro y espina dorsal", señaló Compton.

Además de bloquear la transmisión del dolor, "los opiáceos también provocan sensaciones placenteras", señaló Compton. "Es a través de ese mecanismo que el abuso puede resultar en la dependencia física y en la adicción".

Esas drogas también ralentizan la respiración y la actividad cardiaca, apuntó Compton. "Esas funciones pueden hacerse tan lentas que con frecuencia resultan en un coma o la muerte", advirtió.

La epidemia de heroína se vincula con el abuso de fármacos recetados, planteó Kerlikowske. "Muchos individuos que desarrollan un trastorno de abuso de sustancias o que sufren una sobredosis comienzan usando medicamentos recetados", comentó.

Para romper este vínculo, el gobierno federal ha comenzado a tomar duras medidas contra las operaciones ilícitas de distribución de pastillas y los médicos que recetan analgésicos narcóticos de forma excesiva. También desarrolló programas de educación para médicos y pacientes sobre las recetas de los analgésicos y sobre cómo descartar las recetas no utilizadas.

Casi el 80 por ciento de las personas que habían comenzado recientemente a consumir heroína antes habían estado tomando analgésicos ilegalmente, según un informe de la Administración de Abuso de Sustancias y Servicios de Salud Mental de EE. UU. publicado el pasado abril.

La muerte de Hoffman, a pesar de sus esfuerzos por vencer la adicción, recuerda a los expertos que cualquier lucha contra la heroína debe ser amplia y abarcar frentes múltiples.

Una campaña contra las drogas no es un asunto sencillo de obligar a cumplir la ley, apuntó Kerlikowske.

Las capturas de heroína en la frontera con México aumentaron en un 324 por ciento entre 2008 y 2013, dijo, pero incluso en las áreas rurales de EE. UU. conseguir heroína resulta fácil.

"Está claro que no solucionaremos este problema arrestando gente. La ciencia ha mostrado que la adicción a las drogas es una enfermedad del cerebro, que puede ser prevenida, tratada y de la que es posible recuperarse", enfatizó Kerlikowske.

Un mayor uso del fármaco naloxona ayudaría a controlar las muertes relacionadas con las drogas, afirmó Kerlikowske. Cuando se administra a alguien que sufre una sobredosis, la naloxona puede contrarrestar casi de inmediato el efecto letal de una droga y salvar la vida de la persona, explicó.

Kerlikowske cree que los primeros respondientes, como la policía y los técnicos de emergencias médicas deben llevar naloxona de forma rutinaria. "Salvar una vida es más importante que arrestar a alguien", dijo.

En el estado de Nueva York, los legisladores propusieron esta semana un proyecto de ley que permitiría a un no profesional administrar naloxona a alguien que esté en riesgo de una sobredosis.

Hacer que haya tratamientos disponibles para la adicción a las drogas también es una herramienta clave, afirmó Kerlikowske.

Según la Ley del Cuidado Médico a Bajo Precio, las compañías de seguro se ven obligadas a cubrir el tratamiento para la adicción a las drogas igual que cubrirían el tratamiento de cualquier otra enfermedad crónica, apuntó.

Los medicamentos usados para tratar la adicción crónica incluyen la naltrexona (Narcan), la buprenorfina (Buprente) y la metadona, dijo Kerlikowske.

"El tratamiento asistido por medicamentos ya ha ayudado a miles de personas en la recuperación a largo plazo", aseguró.

FUENTES: Feb. 11, 2014, news conference with Gil Kerlikowske, director, U.S. Office of National Drug Control Policy; Wilson Compton, M.D., deputy director, U.S. National Institute on Drug Abuse

 

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