El caso de la tragedia de Boston | 22 ABR 13

Preparados para el trauma y abrumados por la matanza

Los simulacros de los hospitales proporcionan un plan de acción, pero la rápida respuesta a las explosiones en el maratón de Boston muestra cómo funcionan en realidad.

Era una tarde de lunes sin sobresaltos en los departamentos de emergencias de los hospitales de Boston El personal trabajaba resuelta y eficazmente con los casos rutinarios.

De pronto, el sistema de emergencia de la ciudad se enciende: poco antes de las 3 p.m., explotaron bombas al lado de la meta del mítico maratón de Boston, en la zona de moda de Back Bay. Se desconocía el número de heridos con no se sabía qué tipo de heridas.
 
En un instante, los hospitales se pusieron en marcha, activando cuidadosamente los detallados planes de emergencia.
 
Las entrevistas realizadas a los expertos en gestión de emergencias sugieren que así es exactamente como se fueron desarrollando los hechos en los hospitales de Boston durante los primeros minutos tras las explosiones que mataron a tres personas e hirieron a más de 170.
 
Pero milagrosamente, un número incalculable de vidas se salvaron en una ciudad famosa por sus centros médicos de primera categoría. Y lo bien que el personal evaluó y trató a la gran cantidad de personas con heridas graves no fue debido al azar. Se requiere que los hospitales elaboren planes de forma rutinaria y estén preparados para una gran cantidad de desastres, mediante la realización de simulacros y estableciendo asociaciones con la comunidad local de atención de salud.
 
"Todos los hospitales tienen planes de emergencia para poder reaccionar ante cualquier desastre que pueda producirse. Se han trazado pensando en los peligros y riesgos a los que se enfrentan los hospitales en sus comunidades", afirmó Roslyne Schulman, directora de desarrollo de políticas en la Asociación Americana de Hospitales (American Hospital Association).
 
La mayoría de las víctimas de las explosiones de Boston sufrieron heridas traumáticas en las extremidades inferiores. Muchos fueron alcanzados por objetos punzantes (tornillos, perdigones, bolas de acero) que habían sido introducidos en dos bombas construidas con "ollas exprés". Las bombas fueron diseñadas con la intención de causar el mayor daño posible al cuerpo humano. Algunos pacientes tenían hasta 40 trozos de metralla incrustados; las típicas heridas sufridas por soldados en Irak y Afganistán.
 
Conforme empezaron a llegar las ambulancias a los hospitales, los planes de desastre se pusieron en marcha en la vida real.
 
En el Centro Médico de Boston, el Dr. Andrew Ulrich afirmó que la metralla encontrada en las víctimas "podría describirse como perdigones", informó el Boston Globe.
 
"Estamos muy acostumbrados al caos, pero esto fue extraordinario", comentó Ulrich, que se enteró de las explosiones justo en el momento en que empezaba su turno en el departamento de emergencias, informó el periódico. "En cuestión de minutos llegaron 8 o 10 pacientes".
 
En el Centro Médico de Boston se tuvo que amputar ambas piernas al menos a dos pacientes, según informó el Globe.
 
En el Hospital General de Massachusetts, las heridas en las piernas de algunos pacientes eran tan graves que se consideraron "prácticamente amputaciones automáticas", señaló el jefe de traumatología, el Dr. George Velmahos. En esos casos, "terminamos lo que ya habían hecho las bombas", comentó al Globe.
 
Uno de los primeros y mayores retos a los que se enfrentaron los médicos y enfermeras que estaban en primera fila: "distinguir entre las personas que están en muy malas condiciones de las que tienen heridas que podrían ser mortales", afirmó el Dr. William Durkin, presidente de la Academia
 

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