Los dilemas morales clásicos plantean este tipo de conflictos, cuya respuesta admite emitir dos tipos de juicio. Uno dominado por una respuesta esencialmente racional que busca maximizar el bienestar para la mayoría, y que cerebralmente se procesa en las redes dorsolaterales prefrontales, típicamente asociadas a las funciones ejecutivas, la planificación y el cálculo.
Este tipo de juicio moral es clásicamente considerado utilitarista o consecuencialista en el mundo filosófico. Del otro lado, se admite una respuesta emocional aversiva al daño que intenta proteger cada vida individualmente, típica de la filosofía Kantiana: son los juicios deontológicos. Este tipo de juzgamiento moral que defiende cada vida suele asociarse a mayor activación de la corteza orbitofrontal, altamente implicada en respuestas emocionales y la cognición social.
¿Pero qué hace que una persona sea utilitarista o deontológica frente a dilemas de naturaleza moral?
Para responder a esta pregunta, el Dr. Ezequiel Gleichgerrcht, investigador en neurociencias cognitivas de la Fundación INECO y profesor de la Universidad Favaloro, junto con su colega en Boston College, la Dra. Liane Young, experta mundial en cognición moral, realizaron una serie de tres experimentos con más de 2700 participantes.
Los investigadores exploraron qué variables predecían la resolución utilitarista de dilemas morales, investigando edad, género, nivel educativo, nivel de religiosidad, conocimiento moral (es decir, la capacidad para diferenciar qué es moralmente aceptable de qué es inaceptable), y diversos aspectos de la empatía, un complejo constructo que incluye respuestas emocionales y cognitivas a los sentimientos y pensamientos de los demás.
En los tres experimentos, de manera independiente, encontraron el mismo fenómeno: el juicio moral estaba específicamente asociado a un aspecto particular de la empatía conocido como preocupación empática, es decir, el conjunto de emociones de compasión y calidez que se generan en respuesta al sufrimiento de una persona.
Ninguna de las otras variables estudiadas predecía el juicio moral que emitían las personas a distintos sets de dilemas morales. Se interesaron, por lo tanto, en determinar si esto se debía a que las personas utilitaristas tienen niveles descendidos de preocupación empática o si las personas que jamás adhieren al utilitarismo tienen una preocupación empática exagerada.
Sus resultados apoyan la primera explicación, demostrando que son los utilitaristas extremos los que se desvían de la norma respecto de sus niveles de preocupación empática. Los resultados serán publicados en la primera semana de abril en la prestigiosa revista científica internacional, PLoS One, que publica estudios con abordajes interdisciplinarios como éste, donde neurociencias y filosofía se cruzan para comprender la conducta y cognición humana.
Estudios previos habían demostrado que manipular experimentalmente los circuitos cerebrales para que prevalezcan los del razonamiento (es decir, dorsolateral prefrontal) conducía a un mayor utilitarismo y que, por el contrario, las personas se alejaban del utilitarismo cuando experimentalmente se las inducía a una mayor actividad de las áreas emocionales.
Los resultados del presente estudio aportan una explicación alternativa por la cual una persona puede emitir juicios utilitaristas: no por una mayor activación de redes de la razón como previamente demostrado, sino por una menor activación de redes emocionales.
Este tipo de estudios permiten ganar conocimiento sobre el modo en que nuestro cerebro habilita procesos mentales tan complejos como la moral y tiene implicancias clínicas, además, para comprender algunas patologías en las que el juicio moral puede llevar a conductas socialmente y moralmente inapropiadas.
Gleichgerrch E & Young L. Low levels of empathic concern predict utilitarian judgment. PLoS One 8(3): e60418