Las inyecciones intravítreo se convirtieron en una modalidad, cada vez más común, de aplicación de drogas para el tratamiento de numerosas patologías de la retina y coroides. La endoftalmitis es una complicación poco común, pero grave de este procedimiento. En los Estados Unidos, la incidencia de endoftalmitis después de inyecciones intravítreo oscila entre 0,009% y 0,541%. Un meta-análisis reciente comparó los cultivos bacterianos en endoftalmitis después de inyección intravítreo y después de cirugía intraocular. Las especies estreptococicas fueron aproximadamente tres veces más frecuentes después en la endoftalmitis post-inyección que postquirúrgica. Una de las explicaciones de este resultado podría ser la flora oral que se dispersa sobre el campo quirúrgico o la aguja de la inyección antes o durante la aplicación, ya que la mayoría de las inyecciones intravítreo se realizan en el ámbito semi-esterilizado de un consultorio. En la cirugía intraocular, esta contaminación se minimiza mediante el uso de barbijos en el quirófano. Estudios previos han demostrado como el uso de barbijos disminuye la contaminación bacteriana. La finalidad del presente estudio ha sido evaluar la cantidad de bacterias que se dispersan sobre placas de agar durante un simulacro de inyección intravítreo. Asimismo, se intentó determinar si el paciente dispersa una cantidad significativa de bacterias al hablar durante la aplicación.
Pacientes y métodos:
Participaron quince voluntarios, cada uno se ubicó sobre una placa agar abierta y leyó un libreto de cinco minutos con barbijo, sin barbijo, mirando en dirección contraria a la placa sin barbijo y permaneció en silencio durante cinco minutos. Cada voluntario luego leyó el libreto de cinco minutos recostado en una camilla estándar de consultorio oftalmológico con una placa sobre la frente para simular la dispersión de bacterias asociada con el habla del paciente. Se realizó el recuento de bacterias por placa y se identificaron las especies de bacteria.
Los resultados de esta investigación demostraron que se formaron más colonias de bacterias en la placa al hablar sin barbijo, que al utilizarlo o mantenerse callado. El hablar hacia lado opuesto a la placa fue insuficiente para reducir la cantidad de bacterias.
Las limitaciones del presente estudio están dadas por el tamaño reducido de la muestra, la distancia de 46 cm entre el hablante y la placa, que puede variar en cada caso. Sin embargo, otros estudios han utilizado métodos similares, que informaron la reducción de la contaminación bacteriana mediante el uso de barbijo.
El tiempo de cinco minutos también es excesivo, ningún cirujano habla durante cinco minutos en la aplicación de una inyección intravítreo. De todas formas, el riesgo de contaminación existe también con menos tiempo. Una sola palabra enfática puede ser responsable de la mayoría de las bacterias dispersas sobre el campo.
Es importante observar que no puede determinarse si la contaminación proveniente del habla durante una inyección intravítreo provoca endoftalmitis post inyección, es prácticamente imposible de probar debido al bajo índice de endoftalmitis post inyección. No obstante, existen pruebas que indicarían que la asociación es posible. Un meta análisis comprobó que las endoftalmitis postinyección son causadas por estreptococos en 30% de los casos, tres veces más que en las endoftalmitis postquirúrgicas o en cultivos conjuntivales de pacientes a ser inyectados.
En este estudio, al hablar sin máscara, con la cara hacia otro lado y hablando desde la posición del paciente no solo generó una contaminación significativa de bacterias, sino que además la mayoría de los organismos fueron estreptococos (66,7%-82,6%). Fue interesante observar que no hubo estreptococos cuando se utilizó barbijo o el voluntario permaneció callado.
En el ambiente semi-esteril en que se realizan la mayoría de las inyecciones intravítreo , la contaminación bacteriana asociada con el habla podría afectar la superficie ocular del paciente predominantemente con organismos estreptococicos. También la aguja puede contaminarse, inoculando bacterias en el espacio intravítreo. Como también hubo contaminación cuando habló el voluntario en la posición del paciente, deben investigarse la eficacia de tapar la boca o colocar barbijo al paciente.
Hay pruebas que indican que hay una asociación entre la contaminación bacteriana oral y meningitis postoperatoria. La meningitis iatrogénica es poco común, pero con graves consecuencias, y se asoció a la aplicación de peridural, que al igual que las inyecciones intravítreo, a veces se realiza en condiciones semi-estériles. Posteriormente se recomendó el uso de barbijo a los profesionales que realizaran dichas aplicaciones para evitar infecciones.
A pesar de que el riesgo de endoftalmitis post inyección es relativamente bajo, un paciente debe recibir varias inyecciones. Según un estudio de cada 477 pacientes hay 5 casos de endoftalmitis ( aproximadamente uno cada 95 pacientes), otros calcularon 1 cada 138, 5 y 1 cada 200 pacientes. De todas formas el riesgo es preocupante, por paciente más que por inyección, ya que cada paciente debe recibir varias aplicaciones al año. La cantidad de inyecciones intravítreo está aumentando, con la población de pacientes y con la cantidad de inyecciones que se aplican. Más inyecciones aumentaran los casos de endoftalmitis, por lo que es importante reducir el riesgo. Los profesionales que aplican inyecciones intravítreo deberían utilizar barbijo o no hablar durante el procedimiento, al igual que los pacientes. Estas medidas servirán para reducir el riesgo de endoftalmitis al reducir la contaminación bacteriana asociada con el habla.
Conclusiones:
Durante un simulacro de inyección intravítreo el uso de barbijo o el permanecer callado, redujo significativamente la contaminación de la placa por el habla. Los profesionales que realizan procedimientos de inyecciones intravítreo deberían considerar el uso de barbijo y recomendar a los pacientes permanecer callados durante el procedimiento.
♦ Síntesis y traducción: Dr. Martín Mocorrea, editor responsable de Intramed en la especialidad de oftalmología.
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