Ciencia y fantasía | 13 AGO 12

Harry Potter y la ciencia de lo invisible

Cuanto hemos fantaseado con tener el poder de, cuando nosotros lo decidamos, andar por la vida sin que nadie nos vea. Pues bien, aun sin hacernos desaparecer, los físicos han logrados algunos triunfos en este campo

Por Diego Golombek

Levanten la mano los que no soñaron alguna vez con ser invisibles. Ajá: no veo muchas manos levantadas (por no decir ninguna). ¿Quién no se desveló con la imagen del hombre invisible de H. G. Wells? (Claro que los niños nerds nos preguntábamos cómo hacía para comer y que no se le viera toda la comida por dentro.) Y, entre los más jóvenes, ¿quién no deseó contar con el maravilloso manto de la invisibilidad del chico-con-la-cicatriz-en-forma-de-rayo? Claro, todo esto es parte del reino de la ciencia ficción y la fantasía. Pero ojo: no hay mejores niños que los científicos, y obviamente no han dejado el tema sin experimentar, tal vez movidos por la curiosidad, por un desafío mayúsculo o, más simplemente, por poder meterse en el laboratorio de enfrente y espiar qué andan haciendo los vecinos.

En realidad nuestros sueños no son tan nuevos dado que los heredamos usados por todas las culturas que se les ocurran. Vean sino lo que planearon los antiguos y barbudos griegos cuando Atenea, hija de Zeus y diosa de la guerra, tuvo que intervenir en la guerra de Troya a favor de los griegos: no tuvo mejor idea que probarse el casco de la invisibilidad (que le había prestado Hades a cambio de un escudo) y hacer de las suyas por el campo de batalla.

La ciencia ficción de los años 60 (y antes y después también) nos prometió un mundo súper modernoso, con robots a nuestro servicio, autos voladores y otras delicias. La verdad es que ya es tiempo de ir a la oficina de reclamos. Y hay una demanda que seguramente estará al frente: ¿qué hay de la ciencia de lo invisible?

Tal vez hayan escuchado que la física está tratando de emular el manto mágico de Harry Potter y volvernos invisibles, para colarnos en todos lados, para que el profesor no nos vea a la hora de llamar al frente, para reaparecer de pronto y hacer el gol de nuestra historia. Pues bien: aun sin hacernos desaparecer, los físicos sí han logrado algunos triunfos en esto de la invisibilidad.

Recordemos que somos capaces de ver un objeto porque distintas longitudes de onda de luz le rebotan y llegan hasta nuestros ojos. Pero si se lograra construir un material que hiciera que la luz pasara alrededor de los objetos. ¡voilà!: invisibilidad instantánea. Y eso se logró en 2006, cuando John Pendry y sus aprendices de hechiceros en el Imperial College de Londres crearon metamateriales que podían controlar la manera en que la luz los atraviesa. Ver (o no ver) para creer: ese mismo año se crearon mantas de invisibilidad, al menos para hacer que los objetos fueran invisibles a las microondas. Poco después, en Alemania, se construyó otro material aún más exótico, que lograba ser invisible a la luz roja.

 

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