Fin de semana decisivo en el fútbol, opinan los médicos

El peligroso estrés de ser hincha

Con los ascensos, descensos y títulos en juego crecen la angustia y el riesgo cardíaco.

Fuente: La Nación

Por Sebastián A. Ríos

Miguel es psiquiatra. Pero también es de Boca. Fanático. Por eso la posibilidad de que mañana su equipo se corone campeón ha alterado su cotidianidad. No sólo sufre desde hace unos días síntomas como ansiedad, problemas para dormir, dolor de cabeza e irritabilidad, sino que la incapacidad de concentrarse en lo que le dicen sus pacientes en la consulta lo llevó a cancelar todos los turnos de esta semana decisiva. Es más: desde hace unos días, el psiquiatra xeneize está medicado con ansiolíticos.

 El doctor Eduardo Isern (centro), junto con integrantes de su equipo, practica el uso de un desfibrilador cardíaco en el estadio de Quilmes. Foto: LA NACION / Emiliano Lasalvia

El trance de Miguel -pidió no revelar su apellido- es el de muchos hinchas de fútbol, ya que entre hoy y mañana se juegan 13 partidos en los que se definirán títulos, ascensos, descensos y promociones. En suma, están dados todos los condimentos para que sea éste un fin de semana, más allá de la frase hecha, no apto para cardíacos. En sentido literal.

"Tenemos que entender al evento de fútbol como un episodio de alto estrés, y el riesgo de presentar un problema cardiovascular durante un episodio de estrés es dos veces más alto. Por lo tanto, si en un estadio de fútbol tenemos 50.000 personas, la posibilidad de padecer un problema cardíaco es la mismo que con 100.000 personas sin estrés", dijo a LA NACION Eduardo Isern, director médico del Grupo Ayuda Médica, que da cobertura en canchas de fútbol. El estrés que vive el hincha durante un partido decisivo es capaz de desencadenar en individuos predispuestos -pacientes cardíacos, fumadores, con exceso de peso, etcétera- una serie de procesos biológicos (mayor coagulación de la sangre, y aumento de la presión arterial y la frecuencia cardíaca) que pueden culminar en un evento cardiovascular.

"El hincha de fútbol tiene otra característica agravante, que son las agresiones al organismo que muchos realizan durante el evento: ayuno prolongado, posibles deshidrataciones por la baja ingesta de líquidos y la transpiración abundante, fumar tabaco exageradamente, tomar bebidas alcohólicas y consumir drogas prohibidas son causa de hipotensión arterial y de desequilibrios electrolíticos que pueden desencadenar arritmias y muertes súbitas."

Este peligro siempre latente es el que ha llevado a la instalación de desfibriladores en estadios deportivos, equipos que permiten revertir arritmias potencialmente fatales. El 14 de junio último, durante el partido Boca-Universidad de Chile, un joven de 29 años sufrió un episodio de muerte súbita en la popular, y pudo ser "desfibrilado" por la pronta atención del equipo que comanda Isern.

Locos por la camiseta

Quien recuerda haber sido víctima de su "locura" por el fúbtol es el cineasta Sergio Renán. "En una ocación, me desmayé a un minuto de comenzado el juego, por un gol de River, y me desperté media hora después en la enfermería del estadio", contó este hincha de Racing, que asegura que hoy trata de vivir el fútbol de una "manera más civilizada", pero que no siempre lo logra.

 Gerardo Rodríguez vino de Chaco para ver a River; si asciende, se afeita. Foto: LA NACION / Ignacio Colo

"El hincha se proyecta en esos 11 jugadores que lo representan a uno -se explicó Renán-; es algo que se vive como si uno fuera el protagonista."

Se es protagonista, pero la verdadera capacidad para influir sobre el marcador está fuera de su alcance. "El estrés puede ser muy grande para quienes tienen mucha pasión depositada en el fúbtol, y es una situación que se ve agravada porque está fuera del control de la persona -comentó el licenciado Eduardo Cazabat, presidente de la Sociedad Argentina de Psicotrauma-. En toda situación en la que la persona puede influir, el estrés es menor. Pero aquí el hincha que está mirando el partido depende exclusivamente de los 22 jugarores, y en parte del árbitro."

Y cuando los resultados no son los esperados, el problema se agrava, asegura el doctor Alberto Alves de Lima, director de Docencia e Investigación del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA). "Nosotros estamos cerca de la cancha de River, y recuerdo muchos episodios [cardiovasculares], siempre vinculados a la angustia de la derrota. Personas que viendo que su equipo no andaba empiezan a sentir los síntomas cardiovasculares clásicos: dolor de pecho, malestar general, sudoración..."

Es que el estrés, como respuesta biológica adaptativa, es una reacción del organismo contra algo que percibe como peligroso. Y en la cancha, esa respuesta puede explotar o hacer implosión. "El estrés implica una respuesta motora para escapar del peligro, y si no sale hacia afuera, a través de una descarga de los músculos estriados [piernas, brazos], lo hace a través de los músculos lisos, que son los del corazón, los bronquios, las paredes del estómago. Es una descarga automática, que dirigida hacia dentro produce síntomas psicosomáticos", explicó el doctor Eduardo De Rosa, psicoterapeuta del Centro de Estudios y Terapias Cognitivas.

De Rosa señala la paradoja de que hoy el juego -el fútbol-, que debiera ser fuente de liberación de las preocupaciones cotidianas, es otra fuente más de estrés. "Se genera una circuito de tensión que no encuentra ninguna vía de escape, y que traslada al individuo a una cadena de frustración: ...y encima de todo, Boca perdió con Arsenal."

Yoga para hinchas

De cara a este fin de semana no apto para cardíacos, el doctor Isern enumera algunas pautas para no sumar más factores a este cóctel de por sí explosivo: "Evitar el consumo de cualquier tóxico [tabaco, alcohol, drogas], en el caso de estar bajo tratamiento médico no discontinuarlo. No realizar ayunos prolongados, comer comidas livianas y bajas en grasas, hidratarse adecuadamente y de ir a la cancha, hacerlo con una indumentaria adecuada a la temperatura ambiente".

Minutos antes de las 15 (a esa hora, hoy y mañana, darán inicio los partidos), bien vale la pena un poco de relajación para bajar la tensión: "Una técnica muy sencilla es realizar inspiraciones profundas por la nariz y exhalar lentamente por la boca, también la actividad física disminuye el estrés", concluyó Isern.


Opinión

Los tres corazones de la pasión

Por Sergio Sinay 

Los hinchas vienen en tres categorías (simpatizantes, fanáticos y amantes). Sus corazones también.

El simpatizante sigue de lejos los dolores del equipo y se suma a los goces de un modo casual y liviano. Este fin de semana estará interesado, pero no sufrirá mayormente. Su corazón está a salvo. El amante espera con emoción cada cita semanal, sueña con ella, integra las tristezas y alegrías futboleras a su vida sin detenerla; tiene compromiso con su equipo, una memoria fiel y agradecida, y ese amor enriquece su vida, no la degrada.

Según cómo le vaya hoy o mañana a la camiseta querida, el amante generará endorfinas (ese neurotransmisor llamado "droga de la felicidad"), renovará los votos amorosos, se sumergirá con alegría en proyectos laborales, familiares, sociales o existenciales con afán y creatividad. O vivirá algunos días teñidos por una pátina de melancolía y suave depresión de la que saldrá con el amor intacto.

El amor protegerá a su corazón, no del dolor, pero sí de sustos mayores. Y lo digo como amante de River; es decir que soy de los que tienen un corazón que transitará este fin de semana por todos estos estímulos.

En cambio, el organismo del fanático no conoce la endorfina. Sólo produce adrenalina, es puro estrés en la derrota o en la victoria. Su club es obsesión y la suerte que corra en el campo de juego suscita emociones más que fuertes.

Familia, amigos, pareja, trabajo, etcétera son un telón de fondo, perturbaciones que lo apartan de su punto fijo. Y ni hablar de los hinchas contrarios. Le resultan anomalías insoportables que tendrá que aguantar más allá de los 90 minutos que dura el partido.

Simpatizantes y amantes tienen vida fuera de la tribuna, de la tabla de promedios o de los shows deportivos de la tele. Al fanático fuera de eso le espera la angustia, el vacío existencial: y lo tapa con la bandera del equipo.

No entiende a quien no vive así, su reloj biológico tiene forma de pelota. Si algún fanático sobrevive a este fin de semana (en la derrota o en la victoria), será quien, además de fanático, sea cardiólogo. Porque, a juzgar por lo que se viene, no habrá corazón (propio o ajeno) que los aguante.