El antes y el después de pacientes en tratamiento | 18 MAY 12

El logro de bajar 120 kilos en un hospital público

El municipio de Malvinas Argentinas tiene el único centro dedicado exclusivamente a tratar la obesidad. “Aprendí a querer vivir otra vez”, afirma Marcelo, un joven de 24 años que ingresó con 320 kilos. A diario son atendidos entre 300 y 400 pacientes.

Por Florencia Cunzolo y Diego Romero

A medida que el cuerpo de Marcelo aumentaba en volumen, su mundo se achicaba hasta reducirse casi exclusivamente a su cama. La que no paraba, en cambio, era su cabeza. Consciente de que había cruzado un límite sabía (y sentía) que necesitaba poner el freno y volver a empezar. “Tener 320 kilos no era vida, no podía hacer nada”, confiesa el joven, de 24 años, que lleva siete meses internado para bajar de peso y en los que ya perdió 124.

Dos guitarras eléctricas descansan sobre un sillón. La notebook, sobre la almohada. Marcelo Cogo apoya la cabeza en su mano derecha y habla recostado sobre la cama de la habitación que ocupa en el Centro Municipal de Obesidad y Enfermedades Metabólicas Alberto Cormillot, el primer hospital público del país dedicado exclusivamente a tratar el sobrepeso y la obesidad, trastornos crónicos que afectan –con diferente nivel de gravedad- a más de la mitad de la población.

El joven, de ojos y cabellos bien negros, tatuajes y piercings varios, llegó desde Carmen de Areco al centro situado en el polo sanitario de Malvinas Argentinas (a 35 kilómetros de la Ciudad) acompañado por su padre. “Le pedí a mi viejo, porque ya no me podía mover, le pedí que me ayudara porque quería salir de eso”, recuerda. Por tratarse de un caso extremo, decidieron internarlo en una de las dos habitaciones destinadas a los pacientes sometidos a cirugías bariátricas (by pass, manga o banda gástrica). En un tiempo, cuando el equipo médico lo disponga, él también será operado.

Marcelo recorre una y otra vez los pasillos del hospital, por los que a diario pasan entre 300 y 400 pacientes. A muchos los conoce. Sabe sus historias, si bajaron sólo con el tratamiento o si fueron operados. Cuenta los logros ajenos con orgullo, como si fueran propios. “En los últimos años esto es lo mejor que me pasó. Aprendí a querer vivir otra vez, de buena manera. Vivir bien, como se debe vivir”.

Su tratamiento se basa en un plan alimentario, algo de ejercicio y la asistencia a los grupos terapéuticos, en los que comparte su experiencia con pacientes ambulatorios.

Por día, 50 nuevos pacientes hacen su primera consulta. En ese momento, acceden a un turno para realizarse estudios de rutina que permiten ver su estado general. “Se les entrega un plan alimentario inicial y después entran en un circuito que es la consulta nutricional, la médica, y la participación en grupos terapéuticos que duran una hora y media, una vez por semana”, precisa Alejandra Frey, subsecretaria de Salud de Malvinas Argentinas y ex directora del centro inaugurado hace poco más de un año y medio. Además, de lunes a viernes se organizan caminatas y actividades al aire libre en diferentes horarios y se dan clases de pilates adaptado, ritmos latinos, yoga y stretching. Y hay un gimnasio destinado a pacientes en rehabilitación. También se arman viajes y se dictan talleres de cocina saludable y charlas de sexo y obesidad.

Los grupos, de hasta 25 personas, son un pilar del sistema implementado en el hospital. Al punto que “si (el paciente) falta dos veces consecutivas y no informa al centro, se le da de baja al tratamiento”, apunta Frey, quien argumenta que la regla apunta a despertar el compromiso. Calculan que el 40 por ciento de los que ingresan abandonan el hospital sin el alta. “Las deserciones afectan a los otros, porque muchos están en el límite entre querer continuar y no”, agrega.

 

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