“Se trata de un paso más para comprender los mecanismos del funcionamiento en red de nuestro cerebro. En el estudio hemos evaluado qué redes se ponen en marcha y cuáles no en caso de enfermedad en unos pacientes respecto a otros y las repercusiones que esto conlleva. Hemos estudiado cómo esa conectividad ayuda a que un paciente esté clínicamente mejor o peor”, explica Enrique Noé, neurólogo y director científico del Servicio de Daño Cerebral del Hospital NISA Valencia al Mar.
El estudio se centra en las conexiones tálamo-corticales. Según explican los investigadores, esta conexión suele verse afectada después de un traumatismo cranoencefálico, bien por lesiones focales (sobre la corteza frontal) bien por lesiones difusas que generan la pérdida de la conectividad anatómica córtico-talámica. “El tálamo actúa como estación final del sistema regulador del nivel de conciencia y, a su vez, distribuye información motora, sensitiva, cognitiva y emocional. También es un regulador del nivel de alerta”, apunta Noé.
Para la realización del estudio, los investigadores trabajaron con cuatro tipos de pacientes: en estado de mínima conciencia y en estado vegetativo; en estado de amnesia postraumática (APT); pacientes que han salido de APT y grupo control -pacientes sin patología cerebral.
“Hicimos dos estudios diferentes: en el primero de ellos cuantificamos la diferencia de metabolismo entre grupos, divididos por su estado de conciencia y nivel cognitivo; en el segundo, comprobamos la correlación existente entre los metabolismos del tálamo y de la corteza frontal en cada uno de los grupos”, explica Javier García Panach, doctorando del Grupo de Informática Biomédica (IBIME-ITACA) de la UPV.
Conforme mejora el paciente, sus redes neuronales se van volviendo a conectar
Una de las principales novedades del estudio fue la utilización del análisis basado en voxel de imágenes PET de las estructuras cerebrales. “Esta técnica permite analizar el metabolismo o función de las distintas estructuras, realizando un tratamiento independiente sobre cada voxel de la imagen del cerebro; puede aplicarse de forma global o como en nuestro estudio, en determinadas regiones de interés, en este caso el tálamo y la corteza frontal”, señala Montserrat Robles, directora del grupo IBIME-ITACA.
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