Riesgos y toxicidad | 19 MAR 12

Prótesis de cadera metálicas

El riesgo y los efectos tóxicos de las nuevas prótesis de cadera metálicas. Un pormenorizado informe inglés.
Autor/a: Cohen D, investigadora editora. BMJ 2012;344:e1410

Introducción

La investigadora Deborah Cohen del British Medical Journal examina el riesgo relacionado con el implante de las prótesis metálicas de cadera, la respuesta insatisfactoria de los fabricantes y el fracaso de los entes reguladores para informar adecuadamente, tanto a los médicos como a los pacientes, sobre los riesgos de estas prótesis. Según investigadores de BMJ/ BBC Newsnight, en todo el mundo cientos de miles de personas están expuestas a sustancias tóxicas después de haber recibido implantes de cadera.

Los implantes más cuestionados son las de metal-metal, de aleaciones de cobalto-cromo empleados para reemplazo de la cadera. Hay modelos para el reemplazo total de la cadera y para el recubrimiento de la misma (prótesis de superficie)

Desde su llegada al escenario de las prótesis ortopédicas en 1997 se las consideró el último avance para el reemplazo de cadera, especialmente en personas jóvenes que tendrían que llevarlas para el resto de sus vidas.

La tasa de fracasos a los 7 años de las prótesis de cadera de doble cúpula o revestimiento de metal-metal es del 11,8% y del 13,6% para el reemplazo total de cadera. En cambio las tasas de fracaso hechas con otros materiales son del 3,3%-4,9%.

Ciertos implantes de cromo-cobalto liberan iones metálicos y producen reacciones que destruyen el tejido muscular y el hueso y provocan incapacidad definitiva en el paciente. Estas reacciones ya se venían mencionando desde 1975.

Iones metálicos y genotoxicidad

Numerosos estudios denunciaron el posible riesgo carcinogéno de las prótesis metálicas de cadera. En 1990, la Agencia de la OMS sobre la investigación del cáncer produjo un informe que incluyó al cromo hexavalente como cancerígeno evidente, al cromo trivalente como posiblemente cancerígeno y a los iones de cobalto como probables cancerígenos.

Los fabricantes tenían conocimiento de la genotoxicidad. Mientras tanto el Committee on Mutagenicity of Chemicals in Food, Consumer Products and the Environment del Reno Unido (UK) comenzó a dar señales de alarma sobre el potencial carcinogénico de los implantes metal-metal de cadera. Por su parte la Medicines and Healthcare Products Regulatory Agency (MHRA), después de los resultados de reuniones científicas con el Department of Health’s Committee on Mutagenicity concluyó que “existe evidencia que sugiere que las prótesis de cadera de cromo-cobalto estarían asociadas con aumento de cambios en el ADN y aumento de genotoxicidad en los pacientes” y esto constituiría un riesgo potencial carcinogénico aunque las consecuencias clínicas no estaban definidas.

Los comités estaban parcialmente constituidos por médicos con conflictos de interés con empresas comerciales y por lo tanto hubo mucha controversia y sectores que defendieron las prótesis metálicas de cadera. Incluso se criticó a la US Food and Drug Administration, por contraindicar el empleo de estos diseños.

Como resultado de las reuniones, en Julio de 2007 se determinó que los pacientes que serían sometidos a reemplazos de cadera con prótesis metálicas debían firmar que estaban informados sobre el riesgo de estos procedimientos incluyendo la genotoxicidad y las posibles secuelas. Sin embargo, este requisito no se difundió adecuadamente y muchos cirujanos lo ignoraron.

Recién en marzo de 2011 la British Orthopaedic Association advirtió que se debían evitar en lo posible las prótesis de cadera metal-metal.

Riesgos inciertos de los iones metálicos

En el Lancet de 2007 se reconoció que se sabía poco sobre el transporte, la distribución y la excreción de los iones metálicos en el organismo y que tampoco estaban definidos los umbrales tóxicos.

Varios líderes de opinión manifestaron su sorpresa ante el informe del Lancet. “No podemos mantenernos en una postura donde no hay información concreta. El comportamiento de un material en el organismo se debió establecer antes de su empleo masivo en la población”, dijo Nick Freemantle, profesor de epidemiología clínica y bioestadística en el University College de Londres.

No existen recomendaciones sobre niveles inaceptables de cobalto en sangre, pero un líder de opinión, el Dr Schmalzried, sugirió que no debían ser > 2 μg/l. Sin embargo, este consultor quizás lo consideró como un marcador de falla del dispositivo más que en relación los valores de seguridad de los iones metálicos en sangre.

La realidad es que el cobalto en sangre en pacientes con algunas de las nuevas prótesis de cobalto de metal-metal llegó a alcanzar valores ≥ 300 μg/l. Esto representa una concentración 600 veces mayor que los valores fisiológicos de cobalto en sangre. La MHRA sugirió la necesidad de investigar a los pacientes con valores ≥ 7 μg/l. Valores superiores se detectaron en el 20% de los pacientes con estas prótesis.

En lugar de alertar a los médicos y a los pacientes sobre los riesgos posibles de las prótesis de cadera, los fabricantes modificaron los diseños para mejorar la motilidad y otras innovaciones que, en realidad, como en el caso de la prótesis Spotorno stem, se asociaron con cabezas más grandes que aumentarían aún más los valores de iones metálicos en sangre y tejidos.

“Encontramos pacientes donde el metal se introdujo en los tejidos de la cadera, dañó los músculos, eliminó parte del hueso y por lo tanto destruyó partes de la pelvis”, manifestó Tony Nargol, traumatólogo del University Hospital de North Tees. Mencionó que los cirujanos desconocen los cambios que las distintas firmas han implementado en los nuevos modelos de prótesis.

Recién después de 5 años de observar estos inconvenientes, la firma de productos ortopédicos DePuy designó a sus ingenieros más destacados para que determinaran porqué los implantes tenían problemas. DePuy contó con la ayuda de la Universidad de Southampton para esta investigación, pero durante ese período no informaron a los cirujanos que interrumpieran el uso de sus productos.

Fallas de la regulación

Los entes reguladores de Europa y de los Estados Unidos no detectaron los cambios de los diseños y sus consecuencias sobre los pacientes.

La MHRA por primera vez tomó conciencia de los problemas en 2011 y solicitó mayor información.

¿Cuál es la razón por la que los pacientes se encuentran aún expuestos a los daños de los implantes?

La respuesta parece ser un encadenamiento de innovaciones asociado a un impulso de éxito comercial que no considera la seguridad de los pacientes.

El reemplazo total de cadera tradicional consistía en una cabeza metálica con un componente acetabular de polietileno, pero estas articulaciones sufrían desgaste a expensas del polietileno, especialmente en las personas activas.

El cirujano de Birmingham, Derek McMinn diseñó el componente acetabular metálico BHR (Birmingham Hip Resurface [de superficie o recubrimiento]), que pronto adquirió gran popularidad por su mayor duración y la posibilidad de mayor actividad para el paciente. Los buenos resultados iniciales determinaron que otras empresas se lanzaran al mercado de la “revolución metálica”.

A medida que creció la competencia se relajaron los controles y los entes reguladores no pudieron equilibrar la presión comercial.

En los Estados Unidos, la FDA estimó que las partes metálicas en el reemplazo total de cadera se comportaban como las tradicionales y por lo tanto las sometió a un proceso de estudio menos riguroso llamado 510(k), que no exige estudios clínicos para evaluar el funcionamiento de estas nuevas prótesis. Para Michael Carome, uno de los directores del Public Citizen’s Health Research Group, una institución no comercial al servicio del consumidor, se trató de una de las prácticas más difundidas y menos controladas.

En 2010, la FDA ya había aprobado 175 implantes a través del control 510(k). Por lo tanto, toda una nueva clase de implantes con capacidad potencial de liberar altas concentraciones de iones tóxicos se lanzó en los mercados de los Estados Unidos y de Europa. Esto se llevó a cabo sin realizar estudios clínicos ni de resultados alejados.

Pero las prótesis de superfice de la cadera metálicas eran una técnica nueva y al menos en los Estados Unidos debían pasar por una rigurosa aprobación de la FDA. Esto exigía que el fabricante facilitara el producto para pruebas clínicas a fin de demostrar su eficacia y seguridad. Esta evaluación precomercialización detuvo la producción del diseño ASR de DePuy, pero otro diseño, el ASR fue aprobado a través del sistema 510(k).

Bulstrode, un traumatólogo de la Universidad de Oxford advirtió a la división de implantes del Departamento de Salud a comienzos de 1990 sobre las nuevas prótesis metálicas y recibió como respuesta que no había interés en obstaculizar las buenas invenciones inglesas. “Se necesitan por lo menos 10 años para evaluar la eficacia y la seguridad de las nuevas prótesis”, le respondieron.

La prótesis metálica Pinnacle de la compañía DePuy logró el certificado de seguridad y rendimiento en 2009 y 2010 a pesar de las señales de alarma ya existentes. DePuy logró esto gracias a la compañía inglesa BSI, que asesora diseños para la regulación en Europa. No se sabe si BSI tuvo en consideración los problemas de efectos secundarios de los metales y las fallas de diseño de los implantes metálicos que DePuy sí conocía. El British Medical Journal, preguntó a BSI si tenía conocimiento de estos problemas y la respuesta fue “estamos atados a obligaciones estrictas de confidencialidad con nuestros clientes.”

 

Comentarios

Para ver los comentarios de sus colegas o para expresar su opinión debe ingresar con su cuenta de IntraMed.

AAIP RNBD
Términos y condiciones de uso | Política de privacidad | Todos los derechos reservados | Copyright 1997-2024