Los secretos del cerebro social | 21 DIC 11

La mente humana es como Internet

Según las últimas investigaciones, los seres humanos nacemos con hambre de interacción social.

Por Nora Bär

John Cacioppo, ayer, en una pausa del Simposio Internacional Ineco 2011 de Neurociencia Social. Foto: Marcelo Gómez

Si en lugar de haberla publicado en 1719, Daniel Defoe escribiera hoy su Robinson Crusoe , el náufrago inglés que pasa veintiocho años en una isla remota hubiera sufrido deterioro cognitivo o hasta mal de Alzheimer. Y probablemente hubiera muerto precozmente.

Según las últimas investigaciones, los seres humanos nacemos con hambre de interacción social. Tal vez por eso, desde hace milenios, el ostracismo y el exilio son considerados el peor de los castigos. Es más, la soledad no sólo es malo para la mente, sino también para el resto del organismo: estudios epidemiológicos indican que el aislamiento social es un importante predictor de morbilidad y mortalidad.

John Cacioppo, director del Centro de Neurociencia Cognitiva y Social de la Universidad de Chicago, se refirió ayer a éstos y otros sorprendentes vericuetos de la mente durante el Simposio Internacional Fundación Ineco 2011 de Neurociencia Social, que se realiza por primera vez en América latina. La jornada, organizada en conjunto con el Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, reunió a siete de los máximos expertos internacionales en el tema y atrajo a una concurrencia que desbordó los salones del Malba.

"Robinson Crusoe seguramente se hubiera sentido miserable -acepta Cacioppo, con una sonrisa cálida-. Pero que no se malinterprete: lo importante no es estar rodeado de gente, sino sentir que hay otros en los cuales uno puede confiar, con los cuales establecer vínculos, superar desafíos. No se trata de estar con otra gente, sino de conectarse con otras personas."

 -Doctor Cacioppo, ¿hay circuitos específicos que procesan los vínculos sociales en el cerebro?

-Así es, diferentes procesos sociales están vinculados con sistemas o circuitos mentales. Tradicionalmente, imaginábamos al cerebro como una máquina de procesamiento de datos, una computadora. Por ejemplo, pensábamos en el lenguaje como un sistema de símbolos que nos permite razonar y hablar entre nosotros. Pero cuando estudiamos el cerebro social, la computadora no es la metáfora correcta, es Internet: nuestros cerebros están conectados unos con otros. Ahora nos damos cuenta de que el lenguaje evolucionó no para que nos habláramos, sino para coordinar acciones con otras personas. Nacemos con la capacidad innata de mirar a una persona y saber algo sobre su carácter, de predecir su comportamiento. La gente tiene efectos sobre nuestra mente que no tienen los objetos. Hoy sabemos que la riqueza del cerebro está relacionada no con cuán complejo es el medio ambiente natural que lo rodea, sino con lo demandante que es su ambiente social.

 -¿La interacción social influye en procesos cognitivos, como la memoria?

-Sí, de varias formas. Si uno se siente aislado, es más probable que se involucre en comportamientos impulsivos o que se deprima. Es más, si no tengo a otras personas, hago esas conexiones con objetos. En nuestros estudios, cuando hicimos que un grupo de personas se sintieran solitarias y les mostramos fotos de planetas tomadas por el Hubble, aumentaba la asignación de la figura humana a esos cuerpos celestes (antropomorfización).

 -¿Cuando usted dice que necesitamos conectarnos con otros, basta que lo hagamos con una, con dos personas...? ¿O se necesitan muchas?

-Depende. Una es mejor que ninguna. Dos debe ser mejor aún, pero depende de las diferencias individuales. Algunos necesitan tener muchos amigos; otros, no. Para una persona introvertida, con tener un amigo basta. Para un extrovertido, tal vez sea conveniente tener más.

 -¿Qué aparece antes: el comportamiento o la biología?

-La biología conduce el comportamiento, pero [lo más sorprendente es que] el comportamiento puede influir en la biología. Por nuestros estudios, sabemos que en monos rhesus la testosterona promueve el acercamiento sexual con las hembras de la colonia. Allí, la biología impulsa el comportamiento. Pero también descubrimos que la disponibilidad de hembras receptivas promueve el nivel de testosterona en los machos. Esto indica que el contexto social también influye en la biología. Es decir que las relaciones son recíprocas. De hecho, nosotros probamos que estar aislado o en un medio hostil afecta la expresión de los genes, los activa o los silencia. El cerebro y los genes evolucionaron para ser sensibles al medio ambiente, y la ecología social es muy poderosa.

 -¿Los efectos de esa interacción con los demás son igualmente beneficiosos para el cerebro cuando es armoniosa que cuando es hostil?

-Estar en un medio ambiente hostil produce sentimientos de desconexión y aislamiento. Eso estimula una cantidad de respuestas neurales y hormonales que influyen en la actividad genética. Lo que importa es sentir que se puede confiar y superar desafíos con otros.

 

Comentarios

Para ver los comentarios de sus colegas o para expresar su opinión debe ingresar con su cuenta de IntraMed.

CONTENIDOS RELACIONADOS
AAIP RNBD
Términos y condiciones de uso | Política de privacidad | Todos los derechos reservados | Copyright 1997-2024