No tienen límites

Preocupa la creciente adicción a las cirugías plásticas

Se da sobre todo en mujeres entre 40 y 60 años.

Fuente: Clarin.com

Por Valeria Román

No está mal ser bella; lo que está mal es la obligación de serlo”, decía la escritora estadounidense Susan Sontag. Pero muchas mujeres se sienten impulsadas a pasar por un quirófano para cambiarse sus cuerpos, “sacarse años” o para verse “más lindas”. Ahora, hay muchas que lo hacen en exceso , y llegan a someterse a más de 15 cirugías estéticas. Se agrandan con implantes el busto y la cola, dejan que se extraigan las grasas del abdomen y la cadera, se hacen levantar de los párpados, se estiran las mejillas, se renuevan cada seis meses el Botox del entrecejo y cada año se ponen el ácido hialurónico para tener labios más carnosos. Se vuelven a retocar partes que ya se cambiaron, y por si fuera poco, hasta se “rejuvenecen” la vagina.

No tienen límites : incluso desconfían de los cirujanos que les recomiendan no operarse y visitan a otros que las consienten.

“Hay pacientes con adicción a las cirugías estéticas o a los tratamientos no invasivos” , afirmó Francisco Fama, cirujano y vocero de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora (SACPER). En algunos casos ya se hicieron cirugías que les resultaron favorables, y esto las lleva a querer algo más . En otros casos, no ven el resultado que esperaban y salen en búsqueda de otras intervenciones o prácticas.

Son mujeres, que generalmente tienen entre 40 y 60 años.

Llegan al consultorio sin saber bien qué buscan.A veces se someten a más de 15 operaciones.

 Es típico que digan: “Vengo a ver qué me puede hacer”. Perdieron el respeto y la cautela ante el paso por el quirófano.

“No pueden percibir los riesgos” , comentó el cirujano plástico Jorge Pedro. “Le decís que no corresponde que se hagan tal cirugía, pero insisten . A veces se van a consultar a otros profesionales, y luego vuelven al tiempo para desafiarte: ‘Mire lo que me hice’ ”.

Compiten con la gente más joven, no pueden aceptar el paso del tiempo , y terminan enredadas en un combo quirúrgico, es decir, se hacen lifting, lipoaspiración y aumento de mamas simultáneamente; o en una sucesión de cirugías. Por ejemplo, se modifican la nariz, y al poco tiempo piden la misma operación para levantársela más. Sin embargo, este peregrinaje por los quirófanos tiene sus riesgos para esas mujeres. “Como no tienen límites, exigen resultados desmedidos, y pueden caer en el grotesco , como es el caso de la Duquesa de Alba en España, que se desfiguró su cara”, sostuvo el doctor Pedro. Otros riesgos de las cirugías son las infecciones, los problemas de cicatrización, las heridas que se abren, las manchas en las zonas operadas, o el no respetar los tiempos indicados de recuperación. Incluso, para no gastar tanto y hacerse más operaciones, concurren a lugares que no están en las condiciones adecuadas o que no cuentan con profesionales lo suficientemente preparados. Días atrás, se produjo la muerte de una mujer de 42 años en Villa Carlos Paz, Córdoba. Su fallecimiento se produjo tras haberse sometido a una operación múltiple que incluía una reducción mamaria y una lipoaspiración. Es el segundo caso en el país en una semana: el anterior fue en Corrientes.

Desde la SACPER ( www.sacper.com.ar ), no ponen límites explícitos a la cantidad de cirugías que puede hacerse cada mujer. Pero advierten que no se trata de una cirugía para todos. “ Ninguna cirugía puede ser absolutamente perfecta , y no se pueden garantizar resultados idénticos a los que cada mujer imagina”, explican. También aclaran que las cirugías estéticas pueden cambiar formas, pero no resuelven problemas laborales o emocionales .

“La paciente puede solicitar más, pero es el cirujano quien debe saber poner límites y no ser cómplice de esa adicción . Por ejemplo, no deberían hacerse más de 2 liftings en una mujer”, resaltó Patricio Jacovella, cirujano del Hospital de Clínicas de la UBA. Este profesional recibió la consulta de una mujer de 87 años que quería su tercer lifting. “El riesgo por su edad es muy alto. Espero que se haya convencido”. A esa paciente y a todas, Jacovella les recomienda que se respondan para qué quieren verse diferentes y qué expectativas tienen. “Si deciden que la necesitan, busquen un profesional certificado”.

Lo ideal es que cada mujer realice una consulta psicológica antes de operarse , aconsejó la licenciada Adriana Guraieb, de la Asociación Psicoanalítica Argentina. “No estamos demonizando las cirugías, sino que consideramos que hay que ponerle límites a los excesos . En España, las adictas son también llamadas polirretocadas . Son personas que sufren una desvalorización de sí mismas tan grave, que ponen en riesgo sus vidas , y hasta pierden sus rasgos de identidad, porque quieren parecerse a las famosas. Si la autoestima está en el subsuelo, una cirugía no la sacará de allí”.


"Yo vuelco las expectativas en mi cuerpo: es mejor que deprimirme".

A los 36 años, Lizzy Gopar se separó de su marido, y frente al espejo se sintió “horrible”.

“Me veía arrugada y eso me pegó fuerte” . Tanto le pegó que hasta hoy sigue yendo al gimnasio seis veces por semana y durante cuatro horas, consume alimentos saludables, y no para de recorrer consultorios de cirujanos para cambiar alguna parte de su cuerpo.

Tiene 54 años , y lleva una agenda con las operaciones que ya se hizo: registra el tipo de operación, la fecha y el cirujano.

Ya pasó más de 15 veces por un quirófano , incluyendo los retoques con toxina botulínica (más conocida como Botox) entre las cejas y el ácido hialurónico para la boca.

“Las operaciones son una descarga para mí”, confiesa la mujer, que tiene 5 hijos y vende antigüedades por Internet. “Cuando me separé, cambié totalmente mi vida. Dejé el cigarrillo. Empecé a caminar y a correr. Hacía dietas. En el gimnasio, varias compañeras me recomendaban cirugías . Porque hay partes que no se mejoraban con el ejercicio”, cuenta a Clarín .

El primer paso con las cirugías lo dio para cambiar su nariz. “Tenía una nariz con giba. Fui a un cirujano y me la rebanó. Quería tenerla mejor, y volví a operarme por segunda vez”.

Después, fue haciendo un zigzag con las partes de su cuerpo que se modificó. Se hizo una “dermolipectomía” para tener más firme el abdomen: “Me cosieron como una corbata”. A los 40 se hizo el primer lifting: “Tenía muchas arrugas por fumar tantos años”. Hoy, ya registra 3 liftings en la cara . Y hasta se operó la vagina: “Siento que quedé como una chica de 16 años ”.

Para Lizzy, su cola es un problema. “Sentía que me había quedado muy abajo”. Se puso implantes de siliconas. “Aún no me gusta cómo quedó porque me la veo asimétrica”. Y el busto tampoco estaba bien, de acuerdo con su percepción. “Me las hice tres veces. La primera vez me las agrandé. Después hubo un retoque porque me molestaban al correr, y la tercera fue una pequeña reducción.

Con las lolas, ahora estoy contenta ”.

“Algunos cirujanos no me quieren operar más. Otros son más comerciantes y me ofrecen combinaciones de varias operaciones . Yo sé que vuelco las expectativas en mi cuerpo. Encontré este camino que puede no ser normal. Pero lo prefiero antes de estar deprimida , de vagar por el consultorio de psicólogos y psiquiatras, y estar medicada”.